El año electoral ha dado el pistoletazo de salida con las elecciones generales de este domingo 28 de abril. En estos comicios ha habido muchos temas presentes (el modelo territorial, la economía o la política social) y otros tantos ausentes, como Europa.
Al mismo tiempo, el arco parlamentario se dibuja más fragmentado que nunca, siendo muchos los factores que han hecho que estas elecciones se hayan convertido en un nuevo punto de inflexión en un complejo proceso de cambio en el sistema de partidos español.
Para poder entender todos estos cambios, analizamos las elecciones en el Congreso y el Senado en España a través de tres claves:
La participación y los factores de movilización
Durante los últimos días, los distintos partidos han pedido a sus votantes un esfuerzo de movilización. Esta cuestión es especialmente importante en el bloque de la izquierda, que aunque se suele pensar que obtiene mejores resultados electorales cuando la participación es alta, la literatura académica no encuentra una relación causal.
Sin embargo, parece que todos los partidos, independientemente de su ubicación en el eje izquierda-derecha, han apostado fuertemente por animar a la participación, que se recuperó en relación a las anteriores elecciones y marcó la mejor cifra desde 2004.
La discusión sobre este asunto se mueve entre dos hipótesis enfrentadas acerca del efecto de la movilización en la participación.
-Por un lado, la hipótesis de que una alta capacidad de movilización de un partido puede llevar a la movilización de los votantes de otros partidos para contrarrestarlo.
-Por otro, la hipótesis de que la respuesta de los votantes del partido menos movilizado sería la de desmovilizarse como reflejo de la frustración.
Estas elecciones, además, han brindado la posibilidad a más de 100.000 personas con discapacidad a ejercer su derecho a voto. Una noticia que ha sido celebrada por distintos colectivos de defensa de los derechos de los discapacitados como un importante avance en los derechos y libertades políticas.
Las noticias falsas, los medios y las encuestas
Asegurar un proceso electoral justo es algo fundamental en una democracia. Este ideal de juego limpio en las elecciones se ha visto comprometido por las noticias falsas.
Los debates sobre este asunto hablaban del poder de injerencia de agentes externos en las elecciones, del contexto de imposibilidad práctica de un control de unas redes sociales omnipresentes, la responsabilidad de los medios de comunicación y el papel de los entes públicos y privados por velar por campañas electorales lo más justas posibles.
Finalmente, se ha vuelto a discutir hasta qué punto sigue teniendo sentido que los sondeos electorales no se permitan en los días anteriores a las elecciones. Se argumenta que la existencia de empresas de sondeos en el extranjero cuyos procedimientos son especialmente opacos, contaminaría esa sobreprotección del artículo 69.7 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General. Las encuestas, por su parte, habrían funcionado razonablemente bien ante una opinión pública que tiende a valorarlas peor de su desempeño real, incluso en los últimos tiempos.
El fin del bipartidismo y los pactos
Por último, en estas elecciones hemos asistido al enésimo reequilibrio del sistema de partidos español, que hasta hace poco tendía a cristalizarse en hemiciclos fuertemente homogéneos bajo una lógica bipartidista. Sin embargo, tras las elecciones de 2015, la renovada oferta partidista ha conseguido cuajar entre los electores a través de distintas lógicas, desde los factores económicos a la desafección.
En estas elecciones, el modelo multipartidista se estaría asentando, con un importante resquebrajamiento del bloque de la derecha que difícilmente podría formar un gobierno de alternativa al bloque progresista.
La recurrencia del debate sobre la política de pactos vendría a reforzar esta idea de que los partidos en España han entendido que ya no es posible la gobernabilidad sin el apoyo de otras fuerzas. Esto, además, nos sugiere que sería poco probable que los partidos en España fueran a una mal llamada "segunda vuelta", pues se incurriría en un alto coste difícil de justificar a la ciudadanía.
Concurrir nuevamente ante las urnas podría llevar a un resultado no demasiado distinto al de estas elecciones. Así pues, los partidos se verían obligados a entenderse, tratando de solventar los desafíos inherentes a la formación de gobiernos de coalición, bien sea a través de la suma de los partidos de izquierda de ámbito estatal (PSOE y Unidas Podemos) con partidos independentistas como ERC, o a través de un pacto de centro-izquierda entre el PSOE y Ciudadanos.
Publicado originalmente en The Conversation.