Irán, ante un incómodo desafío: mostrarse endeble o provocar una guerra que perderá

El régimen teocrático está en un laberinto tras las sanciones impuestas por los Estados Unidos. El Estrecho de Ormuz, la zona que todos cuidan

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El ayatollah Khamenei y el presidente norteamericano Donald Trump. De fondo, el escenario que todos observan con detenimiento: el Estrecho de Ormuz, en el Golfo Pérsico
El ayatollah Khamenei y el presidente norteamericano Donald Trump. De fondo, el escenario que todos observan con detenimiento: el Estrecho de Ormuz, en el Golfo Pérsico

Las bravuconadas quedaron en eso. Fueron dos días de alaridos lanzados al aire. Por ahora Teherán sabe que no tiene alternativa y que aquella que verbalizan sus voceros resultaría demasiado costosa. O acompaña con acciones sus amenazas o éstas se diluirán tan rápidamente como su credibilidad. La primera acción, además, la sentenciaría. Irán no podría sostener en el tiempo un conflicto armado de proporciones con los Estados Unidos y sus vecinos árabes.

La presión que ejerce el gobierno de Donald Trump sobre el régimen es absoluta y se incrementará en las próximas semanas y meses. La Casa Blanca dispuso arremeter en escasos 15 días contra la Guardia Revolucionaria Islámica y golpear las finanzas del estado chiíta por medio del bloqueo de sus exportaciones de petróleo.

La administración islámica ensayó una amenaza gastada: cerrar el paso de buques de todo tipo por el Estrecho de Ormuz. Este pequeño pasillo marino tiene apenas 33 kilómetros de ancho, aunque los barcos de gran porte escasamente pueden surcar por tres de ellos. Cada vez que renace la tensión los mullah conminan con bloquearlo y esta vez no fue la excepción. Por allí se transporta el 30 por ciento del crudo mundial, no sólo el de Irán, sino también el de Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Barehin y otros. En 2018 pasaron 17.4 millones de barriles por día por allí. También es la ruta del gas licuado que exporta Qatar.

La advertencia generó nerviosismo en los mercados. El valor del hidrocarburo subió, pero el resto de los países productores anunciaron que garantizarían la producción y los brokers se calmaron en parte. Teherán se enfureció con sus vecinos. El presidente Hassan Rouhani les reprochó: "Ustedes, cuya existencia está a la sombra de la República Islámica de Irán, ¿cómo pueden decirle a Trump que si reduce a cero las exportaciones de nuestro crudo ustedes lo compensarán? ¿Entienden las consecuencias de esta declaración y que esto significa que son un enemigo definitivo del pueblo iraní?".

La enemistad promulgada por Rouhani no es una novedad. La tirantez entre unos y otros, tampoco. Cumple cientos de años. Es la que enfrenta a sunitas y chiítas desde el germen mismo del islam.

Tras dos días de furiosas declaraciones, la teocracia bajó el volumen de sus gritos. Su canciller, Mohammad Javad Zarif, avisó que su nación "no está buscando una confrontación" aunque en caso de que ocurra "se defenderá". ¿Descartó así el cierre prometido del Estrecho de Ormuz? El bloqueo del tránsito marítimo allí podría desencadenar una serie de eventos incontrolables para el régimen. No sólo debería confrontar con Estados Unidos y los árabes, sino que también se vería presionado por sus propios socios como China que necesitaría del recurso más allá de la bandera del barco que se lo acerque a sus puertos. Todavía no está claro si Beijing continuará comprándole al ayatollah luego del anuncio norteamericano. Quizás se aferre de él para negociar sus propios contratiempos comerciales con Washington o lo utilice para conseguir un precio más bajo del petróleo, como en Venezuela, de cuya desesperada situación saca ventaja.

"Las amenazas con cerrar el pasaje afectan a la comunidad internacional y socavan el flujo del libre comercio. Estamos preparados para responder a cualquier acto de agresión", manifestó el comandante Josh Frey, portavoz de la Quinta Flota de la Armada, que es la responsable de velar por la estabilidad en las aguas del Golfo Pérsico. En rigor de verdad, desde 1979 sólo hubo escaramuzas menores o algún atentado en ese punto estratégico. Jamás Irán intentó un bloqueo. Nunca cruzó esa línea roja.

Uno de los mayores expertos sobre la realidad de Medio Oriente y que conoce la dinámica iraní como pocos es Ely Karmon investigador del International Institute for Counter-Terrorism (ICT) de Herzliya, Israel. El académico considera también que el gobierno de los mullah no se atreverán a cumplir sus amenazas: "Creo que hay una baja probabilidad de que Irán cierre el estrecho. Esta vez la reacción de los Estados Unidos, bajo la presión de sus aliados del Golfo, podría ser un ataque militar, al menos contra su armada. También debe tener en cuenta que los saudíes y los Emiratos podrían atacar los campos petroleros iraníes".

En la actualidad la fuerza marina estadounidense está compuesta por 20 embarcaciones -portaaviones, destructores, cruceros- y más de 15 mil hombres -embarcados y en tierra- esperando su momento en las aguas del Reino de Baréin. Esa flota podría multiplicarse en caso de choque en pocas horas. La disposición de drones, además, oscurecerían el cielo en pleno día.

Zarif toma recaudos. Advirtió que podrían ocurrir "accidentes" en la zona de tensión que desencadenarían un potencial conflicto, pero aclaró que estos no estarían impulsados por su gestión. Incomprobable. Irán muestra su debilidad como nunca antes y teme que se precipite una pugna que no podría replicar.

Fue, también, más allá en su ánimo de no confrontar. El diplomático ofreció colaboración a Washington en la estabilidad de Afganistán e Irak. Al parecer hoy no contribuye. Por encima de ello alentó un intercambio de prisioneros. "Todas estas personas que están en la cárcel dentro de los Estados Unidos y en solicitudes de extradición… creemos que sus cargos son falsos. Los Estados Unidos creen que las imputaciones contra estas personas (detenidas) en Irán (también) son falsas. No discutamos eso. Vamos a tener un intercambio. Estoy listo para hacerlo y tengo autoridad para hacerlo", dijo Zarif, el mismo que ofreció miembros de la Guardia Revolucionaria Islámica al dictador Nicolás Maduro.

La opción de desatar una pugna con Israel tampoco parecería ser muy acertada, aunque para eso podría evaluar utilizar su brazo armado en Líbano, el grupo terrorista Hezbollah. No obstante, la fluida relación de Benjamin Netanyahu con Vladimir Putin podría enfriar ese escenario. ¿Permitirá el Kremlin que sus intereses en Siria se puedan debilitar por mantener sus acuerdos con Teherán? En tal sentido, fue acertada la movida de Jerusalem de acercarse al ex agente de la KGB, quien no vería con buenos ojos extender la alianza que tiene con Khamenei más allá de Damasco.

El mando de los ayatollah teme precipitarse. Sospechan que varios asesores de Donald Trump buscan forzar un cambio de régimen. La economía ahoga a gran parte de la población, sobre todo a la clase media: la inflación creciente (48% en 2018, sólo superado por Venezuela, Sudán del Sur y Sudán, y muy cerca de la Argentina), la depreciación de la moneda y la suba del desempleo generan un cóctel peligroso para el gobierno. El bloqueo a las exportaciones impuesto por Washington no hará más que estrangular las finanzas de la teocracia ya debilitada.

Para Karmon, en caso de desatarse una confrontación bélica ésta golpearía sobre todo a las naciones productoras de hidrocarburos. "El daño sería principalmente para los países del Golfo y para el mundo en general, debido a la subida del precio del petróleo. Los Estados Unidos podrían incluso beneficiarse del aumento del valor vendiendo su propio crudo en el mercado internacional. Así también lo harían los rusos".

El académico no imagina un teatro tradicional de conflicto armado, aunque de desatarse uno, sería diferente a los últimos que padeció la región. "No creo en una guerra total, sino en ataques dirigidos contra activos económicos por las dos partes". En esa arena Israel no sentiría la guerra: "No sufrirá directamente, principalmente por el impacto económico del aumento del proceso petrolero".

Khamenei conoce tan bien como pocos estas posibilidades. De ninguno de los escenarios futuros podría salir victorioso. Una lucha convencional o quirúrgica destrozaría una economía precaria. Por el contrario, podría provocar un efecto dominó al que nadie en Teherán querrá someterse. Y cuya última ficha nadie sabe a quién derribará.

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