(Desde Madrid) El segundo debate por la presidencia del gobierno de España, a cinco días de las elecciones, fue más ágil que el realizado este lunes, con reglas más flexibles porque fueron propuestas por los periodistas de Atresmedia, aunque igualmente intenso. No es habitual que dos días seguidos se realicen debates presidenciales, con el desgaste físico y emocional que supone para los protagonistas. Sin embargo, tres de los cuatro candidatos tuvieron una perfomance mejor a la exhibida en RTVE.
Pedro Sánchez, del PSOE, tuvo habilidad para ponerse en el centro, hablando como el jefe de gobierno que es, más tranquilo y mejor parado. Pablo Casado, del PP, también recuperó protagonismo, cuando ayer se lo veía tímido frente a Albert Rivera, de Ciudadanos, que hoy pareció impertinente, dejando a Pablo Iglesias, de Podemos, como un moderado y respetuoso de la palabra y los tiempos de los demás.
El primer golpe de efecto fue realizado por Iglesias, que llegó al debate en un taxi, un guiño a ese grupo que está en pie de guerra contra Uber. En cuanto a Casado, los periodistas del canal anfitrión le preguntaron al llegar si sería un poco más agresivo, "ayer estuvo demasiado moderado". Y así lo hizo, aunque al llegar dijo: "Yo quiero atacar los problemas que tiene España, no a mis adversarios políticos por los que tengo mucho respeto"
En este caso hubo dos moderadores, Ana Pastor y Vicente Vallés, que oficiaron de verdaderos periodistas, preguntando y repreguntando porque los candidatos aceptaron el rol de entrevistados. Como el tiempo no era cronometrado, al lado del piso se organizó una "sala del tiempo", donde cuatro periodistas medían los minutos que utilizaba cada candidato para exponer y debatir para controlar que sea justo y equilibrado para cada uno.
Antes, el quinto candidato, Santiago Abascal, de Vox, que no fue autorizado por la junta electoral para participar del debate, exhibió sus fuerzas en un acto que realizó en Las Rozas, en las afueras de Madrid. Allí, buscó replicar a los que aseguraban que su ausencia perjudicaría su posicionamiento, repitiendo que el domingo darán una sorpresa que no está reflejada en ninguna de las encuestas que trascendió hasta ahora.
Contrariamente a lo que sucedió ayer, Sánchez se mostró más seguro y levantó el perfil desde el inicio ante la pregunta de los periodistas acerca de cómo será su política de alianzas en caso de ganar las elecciones. "Lo que estamos haciendo es ganar las elecciones y proponer estabilidad e incorporación de independientes progresistas y de prestigio", destacando que "el socialista es el único partido que puede ganar a las dos derechas y a la ultraderecha"
Rivera, por su lado, aseguró que con el PSOE y Podemos "no voy ni a la vuelta de la esquina, yo soy centrista, liberal, y quiero que junto al PP llevemos al señor Sánchez a la oposición. Siempre le voy a tender la mano a los otros constitucionalistas".
Casado pidió "que gobierne el que gana las elecciones" y repitió un argumento que ya brindó ayer. "A nosotros nadie nos pregunta qué tipo de coalición vamos a llevar adelante porque somos los más previsibles de todo el arco político en España", aseguró. "Quien quiera apoyar ese proyecto, lo hará. Hay que dar estabilidad", dijo.
También Iglesias repitió sobre este asunto lo ya expresado ayer. "Vamos a ver quién gana, pero lo que está claro es que se han acabado los gobiernos de partido único. Yo creo que eso es algo bueno. A la gente le gusta que nos tengamos que poner de acuerdo. El próximo gobierno de España va a ser un gobierno de coalición", afirmó.
Pero el momento que mostró que Sánchez llegó al debate con una actitud más ofensiva, fue cuando le replicó duramente a Rivera que dijo que había pactado con los separatistas para llegar al gobierno. "Es falso. Nunca he pactado con los independentistas. Falso es falso. No es no. Y nunca es nunca", dijo en un tono que no se le había escuchado ayer, empatizando con el electorado socialista, que mayoritariamente (70%) está a favor de la unidad de España y en contra del separatismo.
A Casado no le gustó ese protagonismo de Sánchez y recordó lo que el ex líder del PSOE, Felipe González, dijo del actual jefe de gobierno español. "Está hablando con él y me está mintiendo al mismo tiempo. Pactó con los separatistas y se sacó toda clase de fotos", dijo.
Extrañamente, fue Iglesias el que reclamó mesura, diciendo que "no hace falta llamarnos mentirosos los unos a los otros" y como Rivera no quería dejarle la moderación y hablaba encima de él, el líder de Podemos se quejó. "No lo he interrumpido, señor Rivera", lo que obligó a que el líder de Ciudadanos callara su boca.
Rivera, por supuesto, insistió con que "el señor Sánchez pactó con los independentistas, lo vieron todos", y ahí vino otro momento de alto impacto, cuando le enrostró a Sánchez un ejemplar de la tesis doctoral. "He traído un libro que usted no ha leído", ya que una investigación encontró que había plagiado un alto porcentaje.
El jefe de gobierno no se quedó atrás, y le entregó el libro Santiago Abascal. La España vertebrada, de Fernando Sánchez Dragó, donde se asegura que el líder de Vox ex partidario de la pena perpetua y su suprimir ayudas sociales, entre otros asuntos. "Conozca usted a su aliado político", le dijo a Rivera. El candidato de Ciudadanos, por su lado, le contestó que "usted es un fake, qué nervioso lo veo. Tiene una tesis de mentira. Juzguen ustedes si este señor miente o no miente".
Casado, por supuesto, se apoyó en los logros económicos del PP. "El partido socialista creyó cero empleo neto, Zapatero creó 3 millones de parados". Y aprovechó a pegarle a su aliado Rivera, que hablaba con soltura de todos los temas, aunque nunca estuvo a cargo de la gestión. "A lo mejor cuando gobierne Ciudadanos, podrá decir cómo se crean empleos", le espetó.
Obviamente, en el tema aborto le fue bien al PSOE y a Podemos. En el problema de los inmigrantes no le fue muy bien a ninguno, porque nadie sabe muy bien cómo encontrar una salida que sea equitativa con los españoles y humanitaria con la migración que llega a las costas en condiciones dramáticas.
Un debate de dos horas, más cercano a una entrevista colectiva. Al final, en el minuto de oro que le tocó a cada uno, Casado dijo que "si quiere un cambio de verdad y seguro, es el Partido Popular", Sánchez se afirmó en la moción de censura que lo llevó al gobierno y pidió "que digan alto y claro votando por el partido socialista", Rivera explicó que "nosotros pensamos en el futuro y no en el pasado como escuchamos aquí", Iglesias dijo que "la historia no está escrita, la historia la escribes tú: sí, se puede".
Creer o reventar, el candidato de Podemos cerró su minuto de oro con la consigna que llevó a Mauricio Macri a la Presidencia en la Argentina: "Si, se puede".
Si los debates sucesivos sirvieron para definir a los indecisos (25 a 30%, según las encuestas), o cambiaron el voto de los ya definidos, todavía no es posible saberlo. En medio de la crisis territorial, la presión de los inmigrantes y una recuperación económica que se hace desear, junto a la llegada de los nuevos desafíos en la agenda pública, como la lucha contra la violencia de género, lo que queda claro es que la democracia española dio una nueva muestra de fortaleza y pasión por la discusión política a fondo.