Edward Joseph Snowden (Carolina del Norte, 21 de junio de 1983), admirador de su padre, oficial de la Guardia Costera de los Estados Unidos, intentó seguir sus pasos –la defensa del país–, pero desde un sitial mucho más peligroso: eligió ser un marine.
Cumplió la durísima instrucción duplicando en esfuerzo lo negado en físico: de estatura apenas media, pesaba 63 kilos…
Una fractura en pleno entrenamiento obligó a internarlo. Preguntó cuándo podía volver a cargar el fusil, arrastrarse en el barro, trepar hasta el más alto de los muros…, pero el diagnóstico fue un golpe de nocaut:
–Soldado, usted corrió durante dos semanas con pequeñas fracturas en las dos piernas, producto de cargar un equipo de 36 kilos.
–¿Pero podré ser paracaidista?
–Al tocar tierra, los huesos de sus piernas se harían polvo…
Tomó entonces el camino de su otra pasión: las computadoras.
Y sobre todo, su poder ilimitado para los conflictos bélicos: esa batalla de espionaje y contraespionaje librada sobre las teclas y la más poderosa de las armas: el cerebro.
Un eterno juego del gato contra el ratón…, donde no siempre el ratón es el más débil…
Inscripto en uno de los centros de instrucción secretos para aprender y descifrar todos los enigmas de las redes tentaculares de Inteligencia, el primer ejercicio para los novatos fue el mismo: crear una red de seguridad local, atacarla desde una red enemiga también creada ad hoc, atacarla y defenderla…en un plazo no mayor de cinco horas.
Pasada algo más de media, se acercó al instructor:
–Terminé, señor.
–No debe avisarme al acabar cada fase…
–No. Terminé todo.
–¿En cuarenta minutos?
–En treinta y ocho, en realidad.
Era un genio.
Pero por sobre todo, un genio al servicio de su declamada vocación por los Estados Unidos: "El mejor país del mundo", repetía como lema, y lo enarbolaba ante la mínima crítica…
Con los años, sus silenciosas y misteriosas tareas como guardia de seguridad en las instalaciones secretas de la NSA (Agencia Nacional de Seguridad) y experto en seguridad informática en la CIA (Agencia Central de Inteligencia)–, siempre bajo sus seudónimos TheTrueHOOHA y CITIZENFOUR, lo llevaron a descubrimientos que juzgó alucinantes.
Las redes de Inteligencia, incluidos los programas de vigilancia masiva PRISM y Keyscore, eran capaces de dominar todo el planeta, podían poner en marcha operaciones de espionaje y acción globales ilimitadas, y no había ciudadano ni residente en el país libre de vigilancia. Ni en el país ni en el planeta: la red abarcaba las comunicaciones de millones de almas.
Ni el cine se había atrevido a insinuarlo. La verdad superaba largamente a la más audaz de las ficciones…
Pero su "clic" –la comprobación– fue erróneo: una falla increíblemente elemental para una masa de materia gris privilegiada. Por primera vez juzgó negativamente al cyberparaguas Made in USA desde lo que creyó un abuso contra la privacidad y la libertad de los ciudadanos, consagrada en la Constitución…, sin comprender que esa colosal red había sido creada para abortar el ataque de una red similar urdida por otras grandes potencias hostiles.
Una ingenuidad que ni siquiera podía ser atribuida a su juventud: era aún más joven cuando deslumbró a aquel profesor en 38 minutos…
De pronto, entró en fase de colisión.
El defensor sin fisuras de su país, se convirtió… ¡en el Enemigo Público Número Uno!
Una bomba móvil lista para explotar…
Su primer paso, el 6 de junio de 2013, fue denunciar la existencia de la infinita red ante el principal editor del diario inglés The Guardian, que la publicó inmediatamente, a espaldas de la pertenencia del Reino Unido a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (NATO).
Primero la noticia y después la seguridad, en esta materia, no es una opción…
La Casa Blanca salió al cruce: "Registrar las llamadas telefónicas de los ciudadanos de los Estados Unidos es una herramienta crítica para combatir al terrorismo. Permite acceder a servidores de las principales compañías de Internet para buscar conexiones en ese campo: Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, Pal Talk, AOL, Skyp, YouTube y Apple".
El 11 de junio, la empresa Booz Allen Hamilton, para la que Snowden trabajaba en Hawai, lo despide "por violar la política y el código ético", y casi al mismo tiempo un portavoz del Kremlin informa que Rusia "estaría" dispuesta a estudiar un pedido de asilo de Snowden, que lentamente va convirtiéndose en un genio-paria.
Primera gran duda: ¿la oferta de Rusia fue espontánea…, o una jugada maestra en una partida ya largamente iniciada?
Porque en términos de "amistad y buena voluntad", ninguna potencia es Superman, Batman o el Hombre Araña…
Snowden redobla la apuesta. Pudo recular sensatamente ante el Rubicón, pero prefirió el ejemplo de Julio César: "Alea jacta est":
–Washington lleva años espiando a China y a Hong Kong.
Respuesta: el gobierno norteamericano presenta cargos contra "el gran traidor" (como lo llaman muchos) por espionaje y robo de propiedad oficial.
El 16 de junio, el fugitivo –acosado– se refugia en Hong Kong.
Cinco días después, los Estados Unidos piden a Hong Kong la extradición de su hijo descarriado.
El 23 de junio abandona Hong Kong y llega a Moscú en un vuelo de línea comercial.
Al llegar dice:
–Temo que si vuelvo a mi país, me condenen a cadena perpetua, o a muerte.
La gran tentación irracional: empieza a creer que es un hombre clave en el vasto juego de la Segunda Guerra Fría, cuando en realidad es un náufrago en un frágil bote y rodeado de ballenas: Rusia, China, y su propio país.
Dos días después, el presidente Vladimir Putin admite que el refugiado está en la terminal de tránsito del aeropuerto moscovita de Sheremétievo y descarta su extradición a los Estados Unidos:
–No hay tratado bilateral de extradición. Como pasajero en tránsito tiene derecho a comprar un billete y volar donde le dé la gana. En efecto, llegó a Moscú. Fue una absoluta sorpresa para nosotros…
¿Una sorpresa? Considerando que Putin fue un superhombre de la implacable KGB, adjudicarle capacidad de sorpresa es, por lo menos, una bobada…
El 27 habla el presidente Obama:
–No voy a enviar un avión a reacción para detener a un hácker de 29 años…, pero haremos todo lo posible para detenerlo y juzgarlo.
Al otro día, el padre de Snowden fija su posición:
–Mi hijo ha traicionado a su gobierno…, pero no al pueblo de los Estados Unidos.
El amor de padre también es ciego…
El primero de julio, más revelaciones de Snowden a The Guardian duplican el asombro y el escándalo: "Los servicios secretos de los Estados Unidos espían en la misión de la Unión Europea en Nueva York a ¡38 embajadas! Entre ellas, Francia, Italia y Grecia, y también de países de Oriente Medio".
Dato que, aunque fuera cierto, no mueve la aguja. Esas embajadas, y otras, están en todas las pantallas de los servicios de Inteligencia.
Junio 15. The Guardian asegura que Snowden "tiene en su poder información ultrasensible que podría ser la peor pesadilla de los Estados Unidos, y que se haría pública si a él le sucede algo malo".
No hay reacción desde la otra orilla. Sólo son palabras que, más tarde o más temprano, se llevará el viento…
El 23 de julio, la filial alemana de Transparencia Internacional premia a Snowden como "El informante del año".
Snowden bien pudo sentirse una estrella de rock. Pero ese galardón es sólo para consumo interno, personal, sin eco…
Primero de agosto. Más datos en The Guardian: "Los Estados Unidos tienen un programa secreto para entrar en correos electrónicos, chats y navegación por Internet de millones de personas".
Lentamente, el mundo –aunque entre denuncias y protestas– va menguando su ebullición.
Edward Snowden lleva cinco años de asilo temporal en Rusia. A sus idiomas ha sumado el ruso y el chino mandarín. Practica artes marciales. Vive de conferencias: promedio, 10 mil dólares cada una. Sus declaraciones públicas no se apartan de lo básico:
–No quiero vivir en un mundo donde se registra todo lo que hago y digo. Defendí la Constitución de los Estados Unidos en cuanto a derechos de privacidad y libertad.
Es extraño: un hombre de inteligencia excepcional, un asombroso nerd, es ciego ante una realidad que hiere los ojos como ante un rayo láser. Por ejemplo, no tiene en cuenta, además de la eterna pugna entre potencias, el peligro del mayor enemigo moderno: el terrorismo sin fronteras. El que exige que cada red de Inteligencia tenga en la mira cada uno de sus pasos…
Por ahora y hasta nuevo aviso, Rusia es su casa.
Pero flota una pregunta: ¿Vladimir Putin le ha puesto precio a esa protección? ¿Se vale del genio de Snowden en algún sentido? ¿Qué hace y de qué vive en Rusia más allá de los dólares de sus conferencias? ¿Está vigilado o es un doble agente con derechos y privilegios?
Porque en términos de ciberespionaje…, no hay cuentos de hadas.
Y los colores nítidos tienden a borronearse en la bruma…
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