Cerca de 24 personas se adentraron en la selva de la Amazonia para reunir a la tribu de Korubo con algunos de sus familiares, en una expedición considerada de alto riesgo.
La agencia gubernamental de Brasil para las personas indígenas (FUNAI, por sus siglas en portugués) organizó la incursión para evitar que escalara la tensión entre los Korubos y el clan vecino de los Matis, aborígenes que habitan a menos de 20 kilómetros de distancia, cerca de la frontera con Perú.
De acuerdo a la información de la agencia, los Korubos querían venganza porque creían que la tribu vecina había aniquilado a varios de sus parientes. El miedo a que emprendieran un ataque llevó a los Matis a solicitar la intervención de la FUNAI.
Según explicaron, ellos no habían asesinado a ningún integrante Korubo. Y no mentían. Los parientes estaban vivos, por lo que la agencia organizó una comitiva en la que viajaron a través de la selva empleados de la organización y algunos de los familiares de los Korubos.
Calificó la intervención "de alto riesgo" porque temía que el grupo aislado no reconociera a sus parientes, o se negara a creer que se trataba de sus familiares. Sin embargo, esto no ocurrió.
"Fue muy emocionante. Pronto encontramos que uno de los primeros Korubo que vimos era hermano de uno de los miembros de la expedición. Hubo mucha emoción y lágrimas" explicó el coordinador del operativo, Bruno Pereira.
Las leyes brasileñas son muy estrictas con los casos en los que puede contactarse con una tribu indígena. Únicamente puede darse como último recurso para preservar las vidas de sus integrantes.
La expedición de la FUNAI fue la más grande desde 1996. El viaje duró 32 días por el Valle de Jaravai, que cuenta con una extensión de casi 50.000 kilómetros.
También se trata del operativo más grande realizado por la agencia durante el mandato del presidente Jair Bolsonaro, quien en ocasiones ha criticado a las organizaciones que se dedican a resolver los problemas de los indígenas.