En Kibera, una comunidad de Nairobi con pisos de barro y chozas, letrinas al aire libre y bolsas con heces en los tejados de las casas, 90% de sus habitantes han consumido antibióticos en el último año. Una cifra inmensa si se compara con el 17% de una familia estadounidense.
Sin embargo, esa accesibilidad y el elevado consumo ha traído un efecto adverso entre los poblares de esta comunidad en Kenia (al este de África): está creando resistencia a los antibióticos.
Aquí no se necesita una receta médica para obtenerlos y los encargados de las farmacias, sin ningún grado académico, los venden sin control.
Por 15 dólares se pueden obtener antibióticos genéricos, producidos a gran escala en China e India.
De acuerdo con un reportaje de The New York Times, una de las medicinas de fácil acceso en esta localidad es la amoxicilina, usada para tratar un rango amplio de infecciones, como la neumonía, la clamidia o salmonella, hasta la enfermedad de Lyme.
El riesgo no es poco para los habitantes de Kibera. Las medicinas están perdiendo su capacidad para destruir a los gérmenes que se encuentran en los canales, hospitales, corrales.
Hasta ahora, el problema de la resistencia a los antibióticos se había visto como un asunto de los países desarrollados, en donde la gente suele medicarse al menor indicio de tos o resfriado.
El Dr. Guy H. Palmer, investigador de la Universidad de Washington, que estudia la resistencia en África, señaló que existen millones de personas en el mundo sin acceso a agua potable, pero esa situación pone en riesgo a todo el mundo.
Cada año, mueren ya 700.000 personas por resistencia a patógenos y en Kenia, el problema es una realidad que cobra la vida, sobre todo, de niños que aún no desarrollan totalmente su sistema inmune.
Según Sam Kariuki, del Instituto de Investigación Médica de Kenia, 70% de los casos de salmonella ya no responden al tratamiento más usual de antibióticos. La enfermedad mata cada año a unos 45.000 niños en ese país.
El círculo vicioso de la enfermedad
Para ahorrar dinero, muchos habitantes del lugar prefieren comprar solo algunas tabletas de los antibióticos y no el tratamiento completo, lo que sólo hace más resistentes a las bacterias.
Además, algunos de los antibióticos contienen muy poca de la sustancia activa, lo que acelera la resistencia.
En Kibera existe una correlación directa entre la falta de higiene de la comunidad y las infecciones que acechan a casi todos los hogares. Aquí, los casos de fiebre tifoidea en niños son 15 veces más altos que quienes viven al oeste de Nairobi.
"La falta de saneamiento conduce a más enfermedades, lo que lleva a un mayor uso de antibióticos, lo que conduce a una mayor resistencia. Es un círculo vicioso", dijo Marc-Alain Widdowson, subdirector principal de la División de Protección de la Salud Global para Kenia de los CDC.
El gobierno de Kenia ha fomentado una mejor higiene en los hospitales y también ha promovido la vacunación. Pero hasta ahora se ha avanzado poco en lo relacionado al uso de recetas para comprar antibióticos o para detener el flujo de medicinas piratas.