La búsqueda secreta del espía de la CIA que desapareció en Irán

Robert Levinson investigaba transacciones ilegales del régimen de Teherán cuando fue secuestrado hace 12 años. Es el rehén estadounidense que más tiempo pasó en cautiverio

Guardar
Robert Levinson (AFP)
Robert Levinson (AFP)

(Desde Chicago) Bob Kent terminó de acomodar los 250.000 dólares en una maleta especial y tomó el abrigo para salir hacia el aeropuerto Kennedy de Nueva York. En ese momento sonó su celular. Escuchó y apenas respondió unas pocas palabras. Se mantuvo perplejo mirando por una ventana durante unos cuantos minutos hasta que lanzó un "fuck" seco e impotente. Abrió la caja fuerte y acomodó el cuarto de millón de dólares para usar en otro momento. Su misión secreta había fracasado antes de comenzar.

El ex agente de inteligencia de la Fuerza Aérea estadounidense estaba a punto de volar a Medio Oriente. Iba a pagar la primera parte del rescate para liberar al rehén estadounidense que pasó más tiempo en cautiverio en la historia de ese país: Robert Levinson, un ex agente del FBI que cuando se jubiló comenzó a hacer trabajos "free-lance" para la CIA, secuestrado durante una misión en una isla de Irán. Eso sucedió hace 12 años. La mediación que estaba por emprender Bob Kent ocurrió hace cuatro meses; el 10 de diciembre del año pasado recibió la llamada para abortarla que provino directamente del Departamento de Justicia de Washington. No se pueden hacer negocios de ningún tipo con Irán tras las sanciones impuestas por la Administración de Donald Trump, informó el burócrata que estaba al otro lado de la línea. Ni siquiera se puede pagar un rescate para liberar a un agente del propio gobierno. Levinson tiene 69 años y se sospecha que su estado de salud es muy frágil. Ésta pudo haber sido una de las últimas oportunidades que tuvo de volver a ser libre.

Levinson desapareció el 9 de marzo de 2007 cuando se encontraba en un hotel de la isla iraní de Kish, un territorio de libre comercio y paraíso vacacional del Golfo Pérsico. Buscaba allí pruebas de lavado de dinero por parte de organizaciones internacionales para evadir, precisamente, las sanciones económicas al régimen de Teherán. Desde entonces, solo se supo de él dos veces, primero en un video que recibió su familia en 2010 de unos intermediarios desconocidos, y tres años más tarde por unas fotos en las que se lo veía más demacrados y pidiendo ayuda.

Al principio, cuando la esposa de Levinson comenzó una campaña para su liberación, el gobierno estadounidense aseguró que no tenía nada que ver con el viaje a Irán del ex agente, un experto en crimen organizado ruso. El régimen de los ayatollahs negó que lo tuviera retenido o que tuviera alguna evidencia del secuestro. En 2013, la agencia Associated Press reveló que el ex agente había ido a Kish en una misión "fuera de los libros" de la CIA para investigar el lavado de dinero por parte de grandes financistas afines al gobierno iraní. Era un típico trabajo de inteligencia por encargo que si sale bien nadie se entera y si sale mal nadie es responsable. Incluso, cuando hubo una oportunidad de incluir a Levinson en un intercambio de prisioneros que el gobierno de Barack Obama realizó con Irán, ni la CIA ni el FBI se mostraron interesados en su liberación.

El agente Bob Kent es apenas el último de una larga serie de intermediarios, conspiradores y espías que buscaron a Levinson en estos años. Entre ellos, un asesino iraní, un detective retirado con conexiones de la CIA, un ex agente del FBI, un ex fiscal federal, un camionero de Filadelfia y un mafioso ruso. El periodista Barry Meier, autor de "Missing Man" ("El espía estadounidense que desapareció en Irán", por su subtítulo) dijo a la revista Newsweek que "durante años, hubo un desfile constante de personas bien intencionadas, locas e incluso corruptas que trataron de ayudar a la familia Levinson o trataron de usar el caso de Bob para ayudarse a sí mismos".

Se sabe que un grupo de empresarios ofreció dinero varias veces para pagar el rescate. Hace unos años, un millonario conectado con la CIA pagó 100.000 dólares por un paquete de pruebas de vida que incluían una muestra de sangre y un video del rehén. Apareció el video de 41 segundos en el que se ve a Levinson muy delgado, con una larga barba, vestido con un uniforme anaranjado y un cartel que decía "estoy como en Guantánamo" (en referencia al campo clandestino de prisioneros de la Guerra Antiterrorista en la base estadounidense enclavada en Cuba). Pero no se sabe nada de lo que sucedió posteriormente con esa gestión. En cuanto a los secuestradores, no está muy en claro de quienes se trata. Parecería que es alguna de las facciones dentro de la Guardia Revolucionaria iraní o que todo haya quedado en manos de sus socios del Hezbollah libanés. Incluso, algunos creen que podría estar en El Líbano y no en Irán. Otros, creen que está muerto y que hay varios grupos especulando para ver si logran cobrar un rescate.

La esposa de Levinson dio testimonio ante una comisión del Senado estadounidense a principios de este mes en la que se quejó amargamente de la falta de apoyo del gobierno para la liberación de su marido. Y su abogado, David McGee, fue contundente cuando le tocó hablar ante los legisladores. "Estoy asombrado y consternado por el fracaso del gobierno de los Estados Unidos, a través de tres administraciones, de regresar a Bob Levinson a casa. Fue capturado por los enemigos de este país mientras estaba al servicio del gobierno. No existe una justificación moral para lo que están haciendo con un hombre que dio todo por su patria".

El FBI respondió con un comunicado que envió al mismo comité: "Si bien no podemos discutir cómo manejamos ninguna investigación en particular, durante los últimos 12 años el FBI trabajó diligentemente para seguir cada pista creíble para determinar el paradero de Bob Levinson y continuará haciéndolo. Bob pasó 22 años sirviendo como agente especial del FBI, y al cumplirse un nuevo aniversario de su desaparición, aumenta nuestro compromiso por encontrarlo". De hecho, el FBI mantiene una recompensa de cinco millones de dólares por cualquier información que lleve a la liberación de Levinson.

Levinson antes del secuestro (AP Photo/Courtesy of Christine Levinson)
Levinson antes del secuestro (AP Photo/Courtesy of Christine Levinson)

El agente Bob Kent entró en el juego cuando otros colegas del FBI por problemas legales no podían seguir la pista que había dejado Saif al-Adel, un egipcio que figuraba en la lista de Los Más Buscados por cargos de terrorismo y con conexiones muy aceitadas con la cúpula de la Guardia Revolucionaria iraní. Al Adel se había contactado con unos agentes encubiertos para "cooperar y hacer negocios". Casi como una broma y para alargar las conversaciones, los estadounidenses le dijeron: "Primero consigue información sobre Bob Levinson". Dos meses después Al Adel se comunicó para decir que podía obtener pruebas de vida del secuestrado. Fue cuando Kent se convirtió en el intermediario y se preparó para organizar la entrega. Los abogados del Departamento de Justicia detuvieron todo. "Pareciera que alguien en las altas esferas no quiere ver a Levinson libre en Washington", comentó un ex compañero del rehén al Washington Times.

Para entonces, ya se habían frustrado varios otros intentos. En un momento, hubo una oferta del "oligarca" ruso, zar del aluminio, Oleg Deripaska, que estaba sancionado por el Departamento del Tesoro a causa de sus negocios turbios en todo el mundo. Quería una visa para entrar a Estados Unidos y ofreció a cambio realizar una gestión para liberar a Levinson haciéndose cargo del pago del rescate. Deripaska nunca pudo avanzar.

Otro ruso, Semion Mogilevich, un mafioso muy poderoso incluido también en las listas de indeseables de Washington, ofreció varios millones de dólares para rescatar a Levinson a cambio de que suavizaran las sanciones contra sus negocios. Tampoco prosperó. Entre tanto, Walton Martin, un camionero de Filadelfia, ex Marine, conectado con disidentes iraníes, estuvo trabajando por años desde Turquía para saber dónde tenían al secuestrado. Pasó algunas buenas informaciones y obtuvo pruebas de vida que se mantuvieron en secreto, pero nunca llegó más allá. Y no faltaron los ex compañeros de Levinson que se lanzaron a investigar en forma privada porque el FBI no lo hacía oficialmente. Joseph O´Brian, un agente célebre por haber apresado a Paul Castellano, el jefe mafioso de la familia Gambino, consideraba a Levinson su mentor y decía que "no lo podía dejar de ninguna manera en esa situación". De acuerdo a la información del Departamento de Justicia fue quien estuvo más cerca de lograr la liberación. Consiguió un canal de negociación, pruebas de vida y un posible intercambio hasta que se le interpuso nuevamente la justicia. Un fiscal se enteró de lo que estaba sucediendo y lo llamó a declarar. Eso desbarató la operación. O´Brien dijo que ante esto envió toda la documentación que tenía al secretario de Estado, Mike Pompeo, y al asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, pero no tuvo respuesta.

(AFP)
(AFP)

Fue cuando el abogado de la familia David McGee y el agente Bob Kent regresaron a las fuentes. Contactaron a Abolfazl Bahram Nahidian, un clérigo shiíta radicalizado que regenteó una mezquita en el estado de Virginia. Se cree que Nahidian, un hombre muy cercano al régimen de los ayatollahs, fue el primer contacto que tuvo Levinson antes de viajar a la isla iraní. El clérigo aseguró no tener nada que ver con el asunto y los remitió a David Belfield, un afroamericano convertido al Islam que tomó el nombre de Dawud Salahuddin y que en los noventa asesinó en Maryland a un disidente iraní. Desde entonces, vive protegido en Teherán. Fue cuando se enteraron que había sido Salahuddin la persona que Levinson había ido a ver a la isla de Kish porque le iba a pasar, supuestamente, información sobre las transacciones ilícitas de los funcionarios iraníes. Salahuddin aseguró que no tuvo nada que ver con la desaparición del agente. Dijo que cuando llegó al hotel donde habían acordado el encuentro Levinson ya no estaba y que tiempo más tarde se enteró de que lo habían secuestrado unos aparentes agentes de la policía secreta. También contó que, a raíz de ese episodio, sus protectores iraníes le retiraron el pasaporte y lo mantuvieron bajo vigilancia durante años. En un momento, "alguien" le dijo que Levinson estaba muerto, después le informaron que permanecía vivo y lo habían entregado al Hezbollah, y otra fuente le aseguró que lo habían secuestrado contrabandistas internacionales que querían impedir la investigación sobre las finanzas ilícitas pero que lo mantienen vivo para contrastar información que necesitan para sus operaciones. Nada de todo esto pudo ser corroborado con evidencias creíbles.

Legisladores demócratas y republicanos de ambas cámaras del Congreso estadounidense presentaron hace dos semanas un proyecto de ley para que el gobierno y los organismos de inteligencia tengan la obligación de buscar a cualquier agente secuestrado hasta que sea liberado o que existan pruebas muy concretas de que haya muerto. La denominaron "The Robert Levinson Hostage Recovery and Hostage-Taking Accountability Act" como homenaje en el décimo segundo aniversario de la desaparición del espía.

Guardar