Theresa May envió la carta a Bruselas el 29 de marzo de 2017. Así gatilló el Artículo 50 del Tratado de Lisboa, que regula el proceso a través del cual un estado puede abandonar la Unión Europea (UE). Sabía que iba a ser un camino sinuoso, pero imaginaba que, dos años después, cuando venciera el plazo, el asunto iba a estar resuelto.
Sin embargo, todo lo que podía salir mal, salió aún peor. May convocó a elecciones anticipadas en junio de 2017 para encarar las negociaciones desde una posición de poder, pero fue un disparo en el pie. El Partido Conservador perdió la mayoría parlamentaria y, para continuar en Downing Street, debió hacer una alianza con el Partido Unionista de Irlanda del Norte (DUP), promotor de una ruptura total con Europa. Eso le quitó capacidad de maniobra.
Tras un año de intensas negociaciones con la UE, la primera ministra presentó en julio de 2018 el "plan de Chequers", una hoja de ruta para la salida británica. Fue el comienzo de un bloqueo que se mantiene hasta hoy. Afuera, los líderes europeos lo rechazaron por entender que el Reino Unido tenía muchas pretensiones. Adentro, el ala dura conservadora lo defenestró por considerarlo demasiado blando y dejar al país atado a Europa.
En un golpe durísimo para May, Boris Johnson, ministro de Relaciones Exteriores y rostro más visible del Brexit, presentó su renuncia junto a otros miembros del gabinete. Las defecciones se profundizaron el 25 de noviembre, cuando el Consejo Europeo —que reúne a los líderes de todos los países del bloque— aprobó el plan de Chequers con algunas modificaciones. La más controvertida para los tories y para el DUP fue la inclusión del llamado backstop en Irlanda, una serie de garantías para evitar que se instaure una frontera dura en la isla.
La propuesta de May fue aplastada en el Parlamento el 15 de enero pasado, por una diferencia de 230 votos, convirtiéndose en la mayor derrota legislativa de un gobierno británico en la historia. La mandataria sobrevivió a una moción de censura y se embarcó en una gira por Europa en busca de renegociar el acuerdo, pero volvió con las manos vacías. El 12 de marzo, la Cámara de los Comunes volvió a rechazar el plan por 149 votos.
Ya sin margen de acción, May tuvo que viajar este viernes a Bruselas, a sólo una semana del Día B, para suplicar a los otros 27 jefes de Estado que le concedan una prórroga, a fin de evitar un Brexit sin anestesia. Pretendía que le dieran tiempo hasta junio y sin ninguna condición. Pero Europa tomó hace rato la decisión de hacerle pagar un precio alto a Londres. Es lógico. Facilitarle las cosas implicaría invitar a otros a seguir su camino.
"La cumbre de la UE cuestionó estrechamente a May sobre las posibles consecuencias de sus solicitudes. Como el Consejo encontró inadecuadas sus respuestas, estuvo bastante tiempo trabajando en distintos escenarios y creando incentivos para una posible resolución política de los aspectos pendientes del Brexit", dijo a Infobae Paul Gillespie, vicedirector del Instituto de Estudios Británicos e Irlandeses del University College de Dublín.
Un divorcio sin ningún mecanismo de contingencia también sería costoso para los otros países del continente, especialmente para la República de Irlanda, así que decidieron darle un poco de aire. No habrá ruptura el viernes que viene, pero forzaron al Reino Unido a elegir entre tres alternativas muy incómodas.
Esperando que la tercera sea la vencida, la UE estableció que el Parlamento debe aprobar esta semana el plan acordado con May para otorgarle un aplazamiento hasta el 22 de mayo. Si los legisladores vuelven a resistir ese proyecto, Bruselas ofrecería una prórroga corta, hasta el 12 de abril. En sólo dos semanas, Londres tendría que conseguir lo que no pudo en dos años: encontrar una solución diferente, que conforme al resto de Europa y a la mayoría de los Comunes.
No creo que la Cámara de los Comunes vaya a aprobar el plan de May, a menos que sea modificado sustancialmente, y las chances son mínimas
Como no sería extraño que ninguna de esas alternativas termine bien, cobra fuerza la tercera: que finalmente se concrete el temido hard Brexit, sin acuerdo. La fecha ya no sería el 29M, sino el 12A, pero las consecuencias serían las mismas.
"La UE no va a renegociar el entendimiento al que llegó con May, así que las opciones son las siguientes: aceptar ese pacto, que es algo poco probable considerando lo que piensan de este los parlamentarios; irse sin ningún acuerdo, que también es poco probable; y tratar de cambiar la situación del Reino Unido, posiblemente con el Parlamento tomando el control del proceso. Pero por ahora no se sabe qué va a pasar, porque hay demasiadas cosas inciertas en el país", sostuvo Simon Usherwood, profesor del Departamento de Política de la Universidad de Surrey, en diálogo con Infobae.
Escenario 1: acuerdo rápido y "final feliz"
Sería el desenlace ideal para May y para los mandatarios europeos. El Reino Unido tendría hasta el 22 de mayo para sancionar toda la legislación complementaria que requiere el proceso, y ese día comenzaría un período de transición que podría extenderse hasta fines de 2020 o hasta 2022. Tiempo suficiente para que ambas partes se adecuen al nuevo estatus de la relación bilateral.
Es también el desenlace menos factible. No hay razones para esperar que 75 legisladores vayan a cambiar de opinión y terminen acompañando el mismo pacto que bloquearon hace menos de un mes.
La única posibilidad de evitar un no acuerdo es que la primera ministra sea forzada a renunciar, pero no tengo confianza en que esto suceda
Hay un escollo adicional. John Bercow, el excéntrico presidente de la Cámara de los Comunes, afirmó días atrás que no iba a permitir que se vuelva a debatir un proyecto que ya fue rechazado dos veces, a menos que tenga cambios sustantivos. El Gobierno, que pretende votar entre martes y miércoles, tendría que encontrar la manera de sortear ese obstáculo.
"El plan actual es someter a votación distintas opciones, como el acuerdo vigente, la revocatoria del Artículo 50 —que implicaría anular el Brexit—, el llamado a un nuevo referéndum, y el pacto actual más la formación de una unión aduanera, un mercado común o un tratado de libre comercio. Los parlamentarios pueden terminar apoyando más de una alternativa y no se sabe cómo respondería el gobierno en ese caso", dijo a Infobae John-Paul Salter, profesor del Departamento de Economía Política del King's College de Londres.
Escenario 2: prórroga corta e incertidumbre
Si, como se espera, la propuesta de May vuelve a ser derrotada, la nueva fecha límite pasaría a ser el 12 de abril. Es totalmente incierto lo que pueda suceder en las dos semanas siguientes al 29 de marzo. Bruselas se limitó a decir que Londres tendría que encontrar alguna respuesta alternativa, pero no está claro cómo podría hallarla.
Muchos legisladores creen que la solución es que renuncie May. Ante la perspectiva de que un nuevo primer ministro destrabe el proceso, la UE podría conceder una nueva prórroga para que se convoque a elecciones anticipadas. Luce más plausible eso a que May pueda encontrar una salida diferente a este encierro en sólo 15 días.
"Lo que hizo el miércoles (culpar al Parlamento por la falta de resolución del conflicto) enfureció a los legisladores e hizo que se dieran vuelta muchos de los que iban a votar a favor de su plan. Además, convenció a varios en su partido de que tiene que irse lo antes posible. El problema es que trataron de derribarla antes de Navidad, así que no pueden convocar otra moción de censura hasta diciembre", dijo Salter.
Si May se niega a renunciar, cuesta pensar una propuesta que esté en condiciones de ser aprobada por la mayoría de los comunes y al mismo tiempo satisfaga las demandas de Europa.
"Si dejo de lado mi pesimismo —continuó Salter—, imagino que podría formarse una mayoría alrededor de una solución como 'Noruega +' (un plan que implica que el Reino Unido tenga un estatus como el de Noruega, que forma parte del Espacio Económico Europeo pero no de la UE). En ese caso, tendría que haber un rápido ida y vuelta con Bruselas para decidir si esto se puede implementar antes del 22 de mayo. Si la UE acordara con el contenido, pero no con los tiempos, es posible que le extienda la prórroga, abriendo una nueva ronda de negociaciones, presumiblemente, con otro primer ministro. Eso significaría participar de los comicios europeos y quizás celebrar una nueva elección general."
El Reino Unido saldría de la UE sin un acuerdo, con consecuencias sociales, políticas y económicas verdaderamente horrendas
No es casual que la fecha límite más cercana dispuesta por el Consejo sea el 12 de abril. Ese día vence el plazo para presentar candidatos al Parlamento Europeo. Si hay Brexit el 12A, el Reino Unido no participaría. Pero, en caso de que haya algún acuerdo y otra posposición, tendría que jugar en los comicios del 26 de mayo.
"No creo que la Cámara vaya a aprobar el plan de May, a menos que sea modificado sustancialmente, y las chances son mínimas. Si el Parlamento no puede hacerse cargo del proceso, lo cual parece difícil porque ninguna opción atrae a la mayoría, nos vamos a estrellar. Alternativas como formar una unión aduanera, un segundo referéndum o una elección anticipada, lucen improbables. La única posibilidad de evitar un no acuerdo es que la primera ministra sea forzada a renunciar, pero no tengo confianza en que esto suceda. No podemos estar seguros de nada, pero un Brexit sin entendimiento es ominosamente probable", sostuvo Ash Amin, director del Departamento de Geografía de la Universidad de Cambridge, consultado por Infobae.
Escenario 3: el desenlace más temido
"Los reportes sugieren que un no acuerdo es la segunda opción de May si la Cámara de los Comunes no apoya su plan. Sin la maquinaria gubernamental detrás es muy difícil que se pueda modificar la legislación vigente, que establece que el Reino Unido debe dejar la UE el 29 de marzo. May cree que eso le da una ventaja para la votación de su pacto, pero se puso en contra a todos los legisladores culpándolos por el impasse, así que es muy difícil que pueda conseguir una mayoría. Además, muchos de los que votaron en contra del plan prefieren que no haya acuerdo antes que acompañar el suyo", dijo a Infobae Adrian Guelke, profesor emérito del Centro de Estudios de Conflictos Étnicos de la Universidad de la Reina de Belfast.
Si, tras rechazar por tercera vez el plan de Chequers, Londres no presenta ninguna propuesta distinta que pueda ser aprobada por Europa antes del 12 de abril, quedaría automáticamente fuera de la unión. "El Reino Unido saldría de la UE sin un acuerdo, con consecuencias sociales, políticas y económicas verdaderamente horrendas. Desafortunadamente, esto parece más factible que otros desenlaces más benignos", agregó Guelke.
Es razonable que esta posibilidad asuste. De un minuto a otro, el país rompería con una integración que se consolidó durante 46 años. Los efectos comerciales serían los más evidentes: productos que hoy entran y salen libremente, pasarían a pagar aranceles como los de cualquier nación no europea, cerrando mercados y encareciendo bienes y servicios.
Los problemas logísticos podrían generar desabastecimiento de artículos sensibles, como los medicamentos. Miles de británicos que viven en el resto de Europa, y de europeos que viven el Reino Unido, quedarían en un limbo jurídico.
Estos peligros están alentando a muchos ciudadanos a pedir la anulación unilateral del Brexit. Los tribunales europeos establecieron que Londres puede hacerlo sin el consentimiento de sus socios. Una petición online presentada en la web del Parlamento ya sumó más de 4 millones de firmas.
Parece políticamente inviable sin elecciones anticipadas o un nuevo plebiscito que, de alguna manera, anulen el mandato popular del 23 de junio de 2016. Pero la política británica, que durante mucho tiempo aburrió por lo previsible, se volvió insondable.
"Como la mayoría de los que seguimos el Brexit de cerca, trato de evitar las predicciones. Hay demasiada contingencia, circunstancias cambiantes e incompetencia británica como para permitirnos conjeturas racionales", afirmó Gillespie.
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