Los restos de María Soledad Gómez, de 66 años, fueron hallados por la Policía el 21 de febrero en su apartamento, ubicado en el barrio La Guindalera de Madrid. Su hijo, Alberto Sánchez Gómez, de 26 años, fue quien dejó entrar a los oficiales cuando llegaron preguntando por ella.
La escena era espeluznante. El cadáver había sido diseccionado en más de mil pedazos, que el asesino guardó en seis tuppers, distribuidos en distintos puntos del domicilio.
Sánchez Gómez confesó el homicidio en el acto, y agregó un detalle aún más estremecedor: "El perro y yo nos hemos ido comiendo a trocitos a mi madre", según informó el diario ABC. El caso es tan macabro que algunos en la Policía afirman que es el crimen más atroz de la historia de España.
En los días siguientes al arresto se fueron conociendo detalles del asesino, como su historial de agresiones a la madre y sus problemas de adicción. Pero también salió a la luz una faceta distinta: de poeta. En su cuenta de Instagram, había publicado algunos videos en los que se lo veía recitando versos de su autoría.
Un ejemplo:
Paseando al perro como un cencerro
No sé la mierda que digo, pero si te quiero hundir te entierro
Enamoro a lo Tiziano Ferro
Pillo el ferry y te dejo a cero
Cocinando ternera para perder la cordura,
Pollo dulce y mente dura
No existe cura para mi locura
Espero a que lo mejor ocurra
O curras o te tratan como una curva
Escucho la selva mientras el pájaro silva
Bebiendo birra y fumando sativa
En su cuenta de Instagram se presenta como "Alber SG. Del Mandril hasta la muelte. Dime de donde vienes y te diré quien eres". Tiene 192 seguidores y sólo sigue a 33 personas.
Otro de los poemas:
Te leo sin canguelo
Tenerte es lo que más anhelo
Para no perder tu pelo
Sólo quiero ver tranquilo mi corcel
Sin perder un puto papel
Estoy hasta la polla de la cárcel
La alusión a la cárcel puede describir una experiencia personal. Más de una vez había terminado en una celda por golpear a su madre, que había interpuesto una orden de restricción en su contra.
Entreno sin vino
Sólo sé que tengo un talento fino
Yo nunca desafino
Sino que me importa una mierda si me llamas un gorrino
A mí trátame de usted
Para no perder el Percocet
Yo no quiero ver más a las niñas de La Merced
Son numerosas las alusiones de quienes lo conocían a su adicción a las drogas. En uno de los versos menciona el Percocet, que es el nombre comercial de un analgésico que combina oxicodona, un opioide que puede ser muy adictivo, con paracetamol.
El caso
La voz de alarma la dio una vecina de la zona. Llevaba más de un mes sin ver a su amiga, María Soledad. Ella presentó la denuncia el jueves ante la Policía Nacional de España. Según testificó, era habitual verla con hematomas en el cuerpo, y en el barrio se creía que el hijo menor le pegaba.
Esa misma tarde, dos patrullas se presentaron en la vivienda, ubicada en la calle Francisco Navacerrada. Los agentes encontraron allí al acusado. Después de preguntarle dónde se hallaba su madre, los agentes ingresaron en la vivienda, sin que él opusiera resistencia.
Una vez dentro observaron una escena dantesca. En un cajón descubrieron huesos diseccionados y partes del cuerpo como la espalda o la cabeza de la víctima. También aparecieron las extremidades. Los restos se repartían por toda la vivienda, en el frigorífico y en armarios.
Distribuidos en el domicilio, el acusado guardaba seis tuppers de tamaño grande con pequeños trozos del cadáver. Se encontraron cerca de 1.000 piezas, según declararon los investigadores.
La manera de descuartizar el cadáver podría complicar la autopsia. Faltan órganos vitales, con lo que podría ser difícil discernir la causa de la muerte. Aunque había arrojado varias vísceras en los cubos de basura del edificio, estas pudieron ser recuperadas por los agentes.
Según pudo confirmar la policía, el joven cuenta con 12 antecedentes policiales. La mayoría eran denuncias interpuestas por su madre, que le acusaba de pegarle.
Alberto Sánchez Gómez era el segundo de dos hermanos. El mayor de ellos, ya se había independizado, y según los medios locales, no mantenía relación con el acusado. El padre, que trabajaba como ebanista, falleció hace muchos años.
Los vecinos relataron que el procesado consumía drogas y tenía problemas de alcoholismo. Destacan que su carácter era más bien introvertido, y que comúnmente parecía ausente.
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