Un grupo de 30 personas trabajan para cubrir los huecos de las autopistas de Roma, uno de los grandes problemas de la capital italiana. No se trata de empleados municipales ni trabajadores de la concesionaria. Son presos que participan en una iniciativa que busca favorecer su integración en la sociedad y contribuir al mantenimiento urbano.
Vestidos con monos de trabajo de color naranja y azul, y equipados con mangueras, palas y herramientas especiales, se encargan de limpiar las calles y desagües, tapar agujeros y grietas del pavimento y repintar los pasos de cebra y las marcas viales del suelo.
Todos son reclusos de bajo riesgo, seleccionados con atención para este trabajo y que han recibido un curso previo para operar con asfaltadoras impartido por responsables de la concesionaria de autopistas Autostrade per l'Italia, de la familia Benetton.
La concesionaria, filial de Atlantia, también proporciona los equipos y herramientas necesarias para la tarea, que los presos desarrollan de forma voluntaria y gratuita, y bajo la supervisión de policías y agentes de seguridad.
Durante tres meses se han formado y han aprendido las técnicas que emplean habitualmente los profesionales de la conservación de carreteras y ahora las ponen en práctica, gracias a un programa de reinserción impulsado por el Ayuntamiento de Roma, el Ministerio de Justicia y las autoridades penitenciarias del país.
El proyecto se llama Mi riscatto per Roma ("Me redimo por Roma") y con él estos 30 presos van a cuidar y arreglar los fallos del pavimento urbano, empezando por las zonas periféricas. Actualmente trabajan en el área de Torre Spaccata, en el sur de la capital, y en las próximas semanas continuarán con su labor en otros barrios, como Corviale, Quartaccio y Aurelio.
La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, miembro del Movimiento Cinco Estrellas (M5S), ya recurrió el pasado año a la ayuda de los presidiarios para limpiar los parques y jardines, y ahora lo hace para cerrar los socavones de las carreteras, uno de los mayores problemas de la capital y que más críticas suscita.
"El programa es fundamental tanto para los detenidos como para la ciudad. Permitimos a estas personas que realicen una actividad que sea útil para su reinserción en la sociedad", ha explicado Raggi. Además, asegura que es un gesto simbólico que valora a las personas y su derecho a trabajar.
Cómo es el día de trabajo
La jornada empieza a las 7.30 de la mañana, cuando los presos se levantan, se preparan y esperan la llegada de las autoridades penitenciarias, que les acompañan a la zona de trabajo.
Allí, limpian alcantarillas, reparan las grietas y alisan el asfalto.
Hacia las 15.30, emprenden la vuelta a la prisión de Rebibbia, donde están internos.
Fabio, uno de los reclusos que participa en este programa, asegura en video grabado por las autoridades que poder salir de la cárcel y trabajar es algo bueno para su futuro, porque confía en que le dé la oportunidad de aprender un oficio y abrirse puertas en el mercado laboral una vez cumpla su pena.
El ministro de Justicia italiano, Alfonso Bonafede, ha subrayado que la intención del Gobierno es extender esta iniciativa a otras ciudades del país para desarrollar un plan nacional que demuestre que "el trabajo permite la reinserción en sociedad".
El jefe del Departamento de administraciones penitenciarias, Francesco Basentini, ha avanzado que el proyecto está teniendo tanto éxito que ya ha habido algunos países que han solicitado información, como es el caso de México.
Por ello, se programó un viaje de varios responsables de este programa viajarán al país latinoamericano para explicar "los aspectos positivos y las dificultades que conlleva desarrollar una actividad como esta".
(Con información de EFE)
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