Hans-Jürgen Topf lava los trapos sucios de las grandes celebridades de la música. Literalmente. Ha recorrido el mundo con su servicio de lavandería portátil para ofrecer ropa limpia a Madonna, U2, Beyoncé, Elton John, Pink, The Bee Gees, Phil Collins. Hace poco, por ejemplo, su empresa, Rock'N'Roll Laundry, compartió siete meses de gira por dos continentes durante el tour Experience+Innocence de U2.
Este alemán que reside en Berlín, hijo de emigrados de la ex República Democrática Alemana, conoce qué se olvidan en los bolsillos las estrellas, pero también las personas que trabajan en las giras musicales: un equipo de 150, por ejemplo, en el caso de U2. Der Topf, como se hace llamar, tiene equipos que se bajan del transporte en los mismos baúles que la tecnología de sonido, pero contienen lavadoras y secadoras.
"Mi buena reputación es reconocida", dijo Topf a The New York Times. La lavandería difícilmente sea un tema para la industria musical, y sin embargo hasta el más rebelde de los artistas quiere su ropa bien limpia, perfumada y doblada. "Antes nadie tocaba el tema de la lavandería, nadie quería aprender a hacerlo", dijo, sobre ese mundo.
"Es un pionero", lo presentó Jake Berry, productor a cargo de la gira de U2. "Es muy difícil encontrar a un apasionado de la lavandería", agregó. Ni siquiera entre el propio personal de los músicos. Así muchas veces el vestuario de diseño se arruinaba en un lavadero de máquinas accionadas con monedas en las distintas paradas de un tour. Pero entonces llegó der Topf.
A principios de la década de 2000, en una camioneta inconspicua, el creador de Rock'N'Roll Laundry voceaba sus servicios: se ofrecía a recoger, lavar, secar, doblar y devolver la ropa de la producción. Los resultados han sido normalmente impecables: "Der Topf es ultra-confiable", opinó Berry.
Sólo una vez arruinó una prenda —un chaleco de USD 3.000 de Janet Jackson— y en otra ocasión encogió unos pantalones dorados de David Hasselhoff. Pero conserva el trauma de la furia de Joe Cocker cuando una línea decolorada se insinuó en uno de sus pantalones al regreso de la lavandería.
El volumen de ropa es un factor prácticamente impredecible en su línea de trabajo, casi tanto como las características que tendrán los lugares donde deberá instalar sus máquinas. "Conozco los baños de todos los estadios alemanes de fútbol", sintetizó al Times. En general con hallar electricidad y agua se da por satisfecho.
La prioridad en las giras es el vestuario de los artistas, que debe estar listo cada día. Y a veces las decisiones de imagen de una banda pueden poner a prueba el método Topf: los metaleros Slipknot, por ejemplo, le entregaban cada noche unos overoles manchados con cerveza y sangre falsa. Pero en general el sudor y el polvo de aluminio, que proviene de las estructuras móviles para los conciertos, son los elementos contra los que lucha el lavandero alemán.
Lo que menos le gusta de su trabajo es planchar, algo que suele llevarle entre tres y cuatro horas diarias durante una gira. En ocasiones ha debido pasar 20 horas seguidas lavando ropa, pero prefiere esas maratones a cualquier sesión de planchado.
Joe Pomponio, encagado de escenario en varios festivales europeos, dijo al periódico que la comodidad que ofrece Rock'n'Roll Laundry es algo sin lo que ya no podría trabajar. Y no conoce otro servicio de lavandería especializado en ese segmento de clientela: "Der Topf está en todas partes", agregó.
El padre de Topf, en los años de la Alemania socialista, se dedicaba al contrabando y al cruce de personas hacia Alemania occidental. Pero un día la Stasi (el servicio secreto germano-oriental) lo descubrió, y debió organizar una última travesía al otro lado de la Cortina de Hierro: la de él mismo y su familia. Se instaló en Ludwigshafen y abrió una lavandería. Allí comenzó a trabajar su hijo.
Y en 1982, mientras se dirigía a hacer una entrega a domicilio de ropa limpia, Topf se cruzó el autobús en el cual Ted Nugent y su troupe se movían durante la gira por Alemania. Le pidieron direcciones; agradecidos, le dieron pases para el concierto de esa noche. Y allí mismo, apenas terminada la función, le ofreció al representante de Nugent los servicios de lavandería.
Le gustó tanto la experiencia que comenzó a merodear los clubes y salas donde se hacían conciertos, "como un fan", pero no para pedir autógrafos (no eran tiempos de selfies todavía) sino para ofrecer servicio urgente con delivery de limpieza de ropa para rockeros.
A medida que su negocio prosperaba, compró una camioneta para trasladar dos lavadoras y dos secadoras allí donde estuvieran los artistas, lo cual facilitó su tarea, reforzó su marca y le abrió las fronteras. Más de una vez durmió en ese vehículo, sobre las máquinas, durante las giras.
"Hoy la mayor parte de los ingresos de Topf provienen de rentar máquinas lavadoras a las producciones de las giras", cerró su perfil el Times. Tiene también un primer emulador, un empresario estadounidense al que apoyó en un emprendimiento similar. "Topf también dirige una lavandería en Ludwigshafen, que atiende comercios y restaurantes". Allí tiene una colección de fotos autografiadas de sus clientes más famosos.
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