Vacaciones con la policía: el estrafalario programa de China para controlar a los disidentes

Además de censurar, enviar a la cárcel o cerrar cuentas en redes sociales, el gobierno chino aplica también una nueva práctica para los alborotadores civiles: "bei lüyou", o ser convertido en turista por la fuerza

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Yu Garden, en Shanghai (AFP/FRED
Yu Garden, en Shanghai (AFP/FRED DUFOUR)

Una persona puede ser turista en cualquier lugar del mundo, pero en China, además, la pueden hacer turista por la fuerza.

El requisito fundamental para que el estado tenga esa deferencia con alguien es que sea considerado un agitador profesional por el Ministerio de Seguridad Pública. Los guías de turismo son policías; el transporte, el alojamiento y las comidas, pagados por las arcas nacionales; los destinos comprenden la enorme extensión geográfica, las bellezas y la historia de China.

Se trata de un nuevo programa de control social, que no deja de lado las cárceles: ser hecho turista —bei lüyou, como se llama la práctica— y ser encarcelado son dos resultados posibles para las mismas infracciones de activismo contra el Partido Comunista Chino (PCC). Pero, a diferencia del clásico global de la prisión, presenta un toque estrafalario, puramente chino.

Por ejemplo, a Zha Jinguao, hermano de la escritora Jianying Zha, la policía lo llevó durante nueve días a un parque nacional, varios templos taoístas y a la presa de las Tres Gargantas, la impresionante estructura sobre el río Yangtsé. El tour sucedió en septiembre, en coincidencia con la Foro sobre Cooperación entre China y África, que se realizó en Beijing. Gente como el "veterano activista pro democracia", como lo definió su hermana, podía romper el perfecto orden que se esperaba en la ciudad.

El puente de piso traslúcido
El puente de piso traslúcido más alto y largo del mundo, en Hunan. (AFP / FRED DUFOUR)

"Mientras el presidente Xi Jinping hacía de anfitrión de los dignatarios africanos en el Gran Salón del Pueblo, la policía hacía de anfitrión de mi hermano mayor en varios puntos pintorescos de la provincia de Hubei, a unos 1.000 kilómetros", escribió Zha en The New Yorker. "A una cantidad de otros activistas y abogados de derechos civiles de Beijing, incluidos varios a los que Jianguao conoce bien, se los invitó a viajes similares".

Enumeró la autora: Pu Zhiqiang, experto en libertad de prensa y defensor de periodistas, varias veces detenido e interrogado, recorrió Sichuan; Hu Jia, crítico del PCC y Premio Sajarov del Parlamento Europeo, detenido durante cuatro años, conoció la ciudad portuaria de Tianjin; He Depu, cofundador de un partido que fue prohibido, detenido durante ocho años por activismo en internet y golpeado el mismo día de su liberación, admiró las praderas de la Mongolia Interior y Zhang Baocheng, del Movimiento Nuevos Ciudadanos, preso durante dos años, disfrutó de las playas de Sanya, en la isla de Hainan.

"Ocupados en la belleza natural, y vigilados de cerca, no tuvieron la posibilidad de hablar con miembros de los medios extranjeros o publicar comentarios provocativos en internet", explicó Zha.

La práctica de ser hecho turista ganó ese nombre junto con otras formas en las que "las autoridades entrampan a la gente, o las obligan a alguna actividad": uno puede suicidarse, por ejemplo, o ser suicidado. Las acciones aumentaron en los últimos años —falsas acusaciones de evasión de impuestos, trampas con prostitutas— pero pocas son tan excéntricas y exclusivas como el bei lüyou.

Yu Garden, en Shanghai. (AFP /
Yu Garden, en Shanghai. (AFP / FRED DUFOUR)

"Está disponible sólo para una cantidad selecta de alborotadores", explicó el artículo. "En Beijing, acaso algunas docenas de personas son despachadas en estos viajes exóticos, típicamente disidentes acérrimos que han estado presos y se hallan en los radares de las organizaciones occidentales de derechos humanos y los medios".

Zha Jianguo lleva más de dos décadas en la mira del gobierno, desde que en 1999 fue condenado a nueve años de prisión por participar en la fundación del mismo partido opositor que He Depu. Tras su liberación, se acostumbró a la constante vigilancia policial, que se agudiza en momentos especiales, como los Juegos Olímpicos.

A medida que China se volvía más rica, comenzó a ser sede de mayores reuniones internacionales. "Los antiguos poderes imperiales, con muchos fondos y grandes ambiciones, tienden a ser fastidiosos sobre sus imágenes como anfitriones y benefactores, y China siempre ha valorado mucho la ceremonia", escribió la autora. "Desde 2011, el gasto interno en weiwen, o 'mantenimiento de la estabilidad' ha sobrepasado, según algunas fuentes, el gasto en defensa".

El protocolo debe cumplirse de manera perfecta. Los agasajos deben ser deliciosos. Los alborotadores deben mantenerse en silencio.

La Gran Muralla China. (Severin
La Gran Muralla China. (Severin Stalder/Wikipedia)

Jianying Zha —quien vive en Nueva York y es autora de China Pop y Tide Players entre otros libros— se preguntó hasta qué punto era seria la amenaza de alteración que presentaban los disidentes. Los que no están en prisión están vigilados. Su propio hermano es un crítico solitario, sin una organización interna o exterior que lo apoye, y a los 67 años también un hombre frágil que se ha mudado a un apartamento en bajos porque ya no puede subir escaleras sin agotarse.

"Y sin embargo, en los años recientes el gobierno chino ha llegado a verlo como una amenaza mayor, y no menor, a la seguridad. Las autoridades vigilan su teléfono, bloquean algunos de sus mensajes y le prohíben ciertas reuniones. Durante periodos delicados, lo vigilan y lo siguen las 24 horas. En los viajes de bei lüyou, suelen acompañarlo tres oficiales, incluido uno que duerme en su habitación de hotel".

El aumento del alerta se debe a que el hombre, "como más de 1.000 millones de ciudadanos chinos, tiene un teléfono celular".

Al comienzo, ella veía sus publicaciones como "un juego de solitario", ya que parecían "pasar inadvertidas". De a poco, sin embargo, el crecimiento de WeChat, la red social y de mensajería, le permitió mandar sus textos a entre 50 y 70 grupos, y llegar así a decenas de miles de lectores. Muchos de ellos, liberales decepcionados del oscurecimiento del paisaje político chino.

Los Guerreros de Terracota del
Los Guerreros de Terracota del emperador Qin Shi Huang (Getty)

"Los discursos iniciales de Xi Jinping acerca de 'poner al poder en una jaula' habían despertado esperanzas en muchos liberales pragmáticos, pero pronto quedó claro a qué se refería en realidad: él intentaba encerrar cualquier amenaza a su propia autoridad", siguió la nota en The New Yorker. "Y se las arregló para hacerlo mediante una campaña extralegal contra la corrupción". Esos liberales vieron, entonces, que cada día había más noticias de "arrestos, detenciones, censura y chantaje; periodistas de investigación, intelectuales públicos, críticos de los medios, profesores universitarios, editores y dueños de medios, abogados de derechos humanos, ambientalistas: nadie se siente ya a salvo".

Los policías que vigilaron a su hermano luego de la prisión, durante tres meses, le dejaron una impresión rara a la autora. "Eran indefectiblemente amables, incluso solícitos: regateaban por él en las tiendas, le llevaban sus bolsas pesadas". Una tarde calurosa, ayudaron a instalar un aparato de aire acondicionado en su apartamento.

"Con la práctica del bei lüyou las cosas se volvieron aun más extrañas. En el viaje, los tres policías asignados lo cuidaban como si fueran sus asistentes: le compraban boletos para excursiones, le hacían los trámites de ingreso y salida de los hoteles, le sacaban fotos en lugares pintorescos. Se preocupaban por él durante las comidas, apilando carnes y vegetales en su plato y sirviéndole un cucharón de sopa en un cuenco".

En las excursiones, el cuarteto llamaba la atención de los turistas reales: "¿Son padre e hijos?", "¿Colegas?". A veces alguien señalaba a disidente y preguntaba: "¿Él es el jefe?".

La gran represa de las
La gran represa de las Tres Gargantas. (Wikipedia)

Analizó Jianying Zha: "Desde luego, el real jefe último era Xi, quien preside la Comisión sobre Seguridad Nacional. Desde que Xi se convirtió en el líder supremo de China, se ha podido detectar un revival maoísta en las políticas estatales y movidas furtivas para resucitar el culto a la personalidad del líder, en particular luego de que Xi hiciera que se cambiase la constitución para eliminar los límites a los mandatos presidenciales".

Pero Jinping no es Mao: "Como me lo dijo, en una expresión sucinta, Andrew J. Nathan, exporto en China de Columbia University, "Mao era un hombre del caos, mientras que Xi es un hombre del control".

¿Qué clase de control ejercería el turismo policial? "El objetivo del bei lüyou es claramente mimar a los disidentes acérrimos lo suficiente como para ablandar sus espíritus desafiantes, pero también podría servir como un elemento para levantar la moral entre las fuerzas de seguridad. Para ellos, es básicamente una vacación gratuita que cuenta como trabajo", siguió Zha su artículo. "Una vez Jianguo me dijo por qué habían asignado a su equipo a un policía ya mayor para un viaje al sur: el hombre estaba por jubilarse y nunca había ido a una playa tropical".

Aunque los viajes de su hermano comenzaron en octubre de 2017 (el último, hasta el momento, fue en septiembre de 2018), la autora estima que el primero registrado como tal sucedió en 2012, cuando un importante activista ambiental, Wu Lihong, denunció que cientos de empresas contaminaban ilegalmente el agua en su provincia natal, Jiangsu.

El turismo forzado es una
El turismo forzado es una técnica de control social propia de China. (AFP / FRED DUFOUR)

"Su campaña tenaz para proteger el bello lago Tai le ganó el apodo de Guerrero del Lago Tai. En 2007, cuando un brote de algas verdiazules en el lago afectó el agua potable de más de dos millones de personas, Wu fue condenado a tres años de prisión", narró el artículo. "Cinco años más tarde, durante el XVIII Congreso Nacional del PCC, cuando Xi asumió el poder, varios policías buscaron a Wu en su casa para que visitara los famosos Guerreros de Terracota del Mausoleo de Qin Shi Huang".

Dos años más tarde, durante otro "momento delicado" Wu fue llevado a "un viaje turístico y de relajación" a un lujoso resort en la montaña, generalmente reservado para los líderes superiores del estado, en —de todos los lugares posibles— el lago Tai".

En una ocasión, cuando el hermano de la autora se negó a viajar porque sufría de mucho dolor en una pierna, los policías entraron en pánico. "Me quedaré en la casa, pueden vigilarme aquí mismo, todo el día", los autorizó. "Entonces comenzó una ofensiva de encanto: los agentes lo visitaron con distintas propuestas. ¿Demasiado cálido en el sur? ¿Qué le parecían la regiones boscosas del noreste? ¿No podía dormir bien con otra persona en la habitación?  Desde ese momento podía tener una habitación para él solo". Por fin Zha Jianguao cedió.

El 6 de noviembre de 2018 Zha Jianguao le pidió a su hermana que le enviara via WeChat todo lo que fuera saliendo sobre los resultados de las elecciones legislativas en los Estados Unidos. Doce horas más tarde, cuando ella le mandó el primer mensaje, la pantalla de su teléfono se iluminó: "Esta cuenta ha sido bloqueada, ninguna información puede llegar a este destino".

El presidente Xi Jinping mantiene un
El presidente Xi Jinping mantiene un gran control de la disidencia, del espacio público y de internet.

Era la quinta vez que los censores chinos le cerraban una cuenta a Zha Jianguo, que al día siguiente abrió una sexta. "Pero había pasado un límite. Luego de cinco cierres, quedaba prohibido de los grandes grupos en internet. Así es como todas las empresas chinas, incluidos gigantes como Alibaba y la dueña de WeChat, Tencent, conceden a la autoridad policial del estado", explicó el artículo en The New Yorker. Y cada camino novedoso que descubren los usuarios es rápidamente descubierto, a su vez, por el gobierno, y cerrado.

Eso es ser armonizado, bei hexie, "una forma de borramiento virtual". Que, como ser hecho turista, no es buscar la armonía, sino encontrarla a la fuerza.

"Ahora Jianguo ha sido eliminado de todos los grandes grupos en línea. 'Me veo forzado a publicar mis artículos con menor frecuencia', anunció hace poco. Ha decidido escribir textos más largos y enviarlos a grupos más pequeños, con la esperanza de que sus miembros los repetirán en grupos más grandes", concluyó su hermana.

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