El tuit de Trump que alegró a Rusia, Irán, Turquía y el ISIS

El anuncio de la retirada de las fuerzas estadounidenses de Siria deja el terreno libre a esas potencias para avanzar en todo Medio Oriente. Los kurdos, los grandes perdedores

Guardar
Soldados estadounidenses en Siria
Soldados estadounidenses en Siria

Las tropas estadounidenses comenzaron su caótica salida de Siria mientras Rusia, Irán, Turquía y el régimen de Bashar al Assad se aprestan a ocupar el terreno despejado. Como todo lo que hace Trump, la decisión de alejarse de Medio Oriente y dejar la zona en manos de sus adversarios más acérrimos fue tomada por un impulso personal del presidente y sin mayores consultas con sus generales. Lo comunicó en uno de sus clásicos tuits a fines de diciembre y desde entonces el Pentágono intenta explicar lo inexplicable. Ahora dice que la retirada llevará, al menos, seis meses y que sólo comenzaron a expatriar parte de la infraestructura que levantaron en la zona para combatir al ISIS. Mientras apareció otro elemento que podría complicar todo: ciudadanos estadounidenses que continúan luchando con los milicianos del Estado Islámico, entre ellos un chico de 16 años, capturados por las fuerzas kurdas en los últimos días. Se cree que entre 100 y 300 ciudadanos de Estados Unidos se enrolaron en las filas del ISIS y la mayoría de ellos sobrevivió a los bombardeos y se encuentran en los campamentos que los terroristas aún mantienen en el desierto sirio.

Las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG) anunciaron el 9 de enero que habían capturado a ocho combatientes extranjeros del ISIS durante la batalla para recuperar la ciudad siria de Hajin. Tres días antes, fueron otros cinco. Entre ellos, irlandeses, rusos y estadounidenses. Esa misma tarde, el presidente de Kazajistán, Nursultan Nazarbayev, dijo que 47 ciudadanos kazajos, incluidos 30 niños, habían sido repatriados desde Siria. Sólo una de las fuerzas en conflicto, el SDF (Fuerzas Democráticas Sirias, prooccidentales) mantiene como prisioneros a cerca de 900 combatientes extranjeros del ISIS de 44 países, 400 o 500 de sus esposas y más de 1.000 niños. Los marines ya no estarán allí para contener a esa personas y los posibles terroristas que podrían regresar a territorio estadounidense en los próximos meses.

El anuncio del presidente Trump de que había decidido retirar 2.000 soldados estacionados en Siria sorprendió a los aliados que se unieron a Washington en la batalla contra el Estado Islámico. Los generales del Pentágono también fueron tomados por sorpresa, entre ellos el propio secretario de Defensa Jim Mattis, quien renunció en protesta. La retirada inyecta aún más incertidumbre en los ocho años de guerra siria. Particularmente cómo se llenará el vacío de seguridad resultante en una franja del norte y el este de Siria, controlado hasta ahora por las fuerzas de Estados Unidos. Por un lado, Turquía apunta a perseguir una campaña contra las fuerzas kurdas que se han aliado con los Estados Unidos, y por el otro, el gobierno sirio respaldado por Rusia e Irán ve la oportunidad de recuperar una gran parte del territorio.

El asesor de seguridad nacional estadounidense, John Bolton, sugirió que proteger a los aliados kurdos de Washington sería una condición previa para el retiro de las tropas. Eso provocó un reproche del presidente turco, Tayyip Erdogan, quien calificó sus comentarios de "un grave error". El secretario de Estado, Mike Pompeo, quien estuvo de gira por Medio Oriente esta semana para tranquilizar a los aliados del compromiso de Washington con la seguridad regional, dijo un día después que el retiro no se vería afectado a pesar de las amenazas turcas. Maria Zakharova, la portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores ruso, afirmó que era importante que los kurdos sirios y el gobierno sirio comiencen a hablar entre ellos a la luz de los planes de retiro de Washington. También dijo que el territorio previamente controlado por los Estados Unidos debería ser transferido al gobierno sirio. El canciller francés, Jean-Yves Le Drian, insinuó que Trump había decidido hacer una evacuación más lenta de los soldados tras una charla con el presidente Emmanuel Macron, quien le reclamó por dejar desprotegidas a las otras fuerzas occidentales, entre ellas las francesas.

Turquía ve a la milicia kurda siria, YPG, respaldada por Washington, como una extensión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que viene liberando desde hace 34 años una guerra independentista con el gobierno de Ankara por los derechos políticos y culturales kurdos, principalmente en las zonas del sureste cerca de Siria.

Más allá de la retórica, la decisión de la retirada estadounidense pareciera ser ya irreversible. Y esto deja una serie de ganadores y perdedores que podría modificar definitivamente los juegos de poder en Siria y el resto de Medio Oriente. El gran beneficiado es el presidente sirio Bashar al Assad, que hasta hace pocos meses parecía condenado por la guerra civil y un aislamiento internacional. La ayuda del ejército ruso, en 2015, le dio el oxígeno que necesitaba imperiosamente. Ahora, casi ocho años después de que comenzó el conflicto, Assad aparece muy instalado en el poder en su destrozado país y nadie pareciera ya disputarle ese papel. Estados Unidos no ha ocultado su disgusto por el dictador, que mató e hirió a cientos de miles de sus conciudadanos, muchas veces con armas químicas. Cuando surgió la evidencia de que las fuerzas de Assad habían utilizado el agente nervioso sarín contra civiles en una ciudad controlada por los rebeldes prooccidentales, el presidente Trump autorizó un ataque aéreo que infligió un daño limitado a la fuerza aérea de Assad. No fue mucho, pero mostró buena voluntad de rechazar los peores abusos del régimen. Ahora la Casa Blanca decidió que Siria ya no es una prioridad militar.

La intervención de los soldados estadounidenses consistió principalmente en hacer retroceder al ISIS de su autoproclamado califato y particularmente de la capital rebelde de Raqqa. Desde entonces, mantiene el control de facto de aproximadamente un tercio del país y desde allí intentó contener el avance de las fuerzas de elite iraníes –y sus protegidos del Hezbollah libanés- que llegaron a Siria para apoyar al régimen de Al Assad. Ahora, sin los marines en el terreno, las fuerzas iraníes y rusas serán las más poderosas en Siria. Rusia se posicionó como uno de los principales aliados de Assad desde 2015. En territorio sirio tiene su base de operaciones navales en el Mediterráneo y se prepara para expandir su esfera de influencia en todo el Medio Oriente.

Otro de los beneficiados por esta retirada es el ISIS. En su tuit sobre la evacuación de las tropas, Trump se jactó de que el Estado Islámico había sido derrotado. Algo con lo que no coinciden los observadores de la situación en el terreno. Todavía hay alrededor de 15.000 milicianos del ISIS en Siria. Tras la derrota que lo despojó del territorio que había conquistado entre Siria e Irak, el grupo terrorista islámico vino recuperando terreno desde las zonas desérticas del este sirio. El profesor Charles Lister del Middle East Institute, informó que apenas diez minutos antes de que Trump anunciara la retirada, el ISIS había lanzado un ataque en Raqqa y que sus milicianos mantenían posiciones en las afueras de la ciudad. La corresponsal del Washington Post, Liz Sly, escribió que "hay señales de que el Estado Islámico está empezando a reagruparse y los rumores de descontento dentro de la comunidad árabe apuntan a la amenaza de una insurgencia. Lo único que frenó hasta ahora el avance de los milicianos de turbantes negros es la presencia de Estados Unidos". E Ilham Ahmed, un alto funcionario de la Autoadministración de Siria del Norte y del Este lamentó el repliegue. "Si se van y no hay una solución para Siria, será catastrófico. La retirada de Estados Unidos podría dejar a un ISIS rejuvenecido y envalentonado, y eso no es sólo una amenaza para Siria sino para todo el mundo".

Los máximos perdedores en esta ecuación son los kurdos que están desde hace meses bajo la amenaza de una invasión de su territorio por parte de las fuerzas de Turquía. Hasta ahora, los turcos se mostraron moderados y sólo lanzaron unas pocas ofensivas que no hicieron demasiado daño. Cuando las tropas estadounidenses se vayan, eso cambiará. Una de las principales funciones de las tropas estadounidenses en Siria fue proteger a los kurdos en su región semiautónoma. Erdogan no puede soportar políticamente que los kurdos hayan logrado tomar el control de una franja tan grande de Siria, incluidas partes de la frontera con Turquía.

Y, por último, otro perjudicado por la retirada estadounidense es Israel, que ve como una seria amenaza el hecho de que las fuerzas iraníes se puedan estacionar muy cerca de su territorio en la frontera siria. Esto podría provocar que el ejército israelí se vea obligado a involucrarse en la guerra siria mucho más de lo que le gustaría. La contención de los chiítas iraníes es para el gobierno de Benjamin Netanyahu una cuestión de Estado.

Guardar