La grieta es tan evidente que podría medirse con exactitud: 40 kilómetros. Esa es la distancia que puso el Príncipe Harry cuando decidió mudarse con su esposa Meghan Markle a Frogmore Cottage, en Windsor, mientras su hermano William y Kate Middleton permanecen en el Palacio Kensington.
La crisis en la descendencia real británica comenzó a conocerse hacia fines de noviembre. Pero se arrastra de antes. Y promete extenderse por mucho más tiempo. Es que Kate y Meghan parecen ser tan diferentes como el día y la noche.
Las diferencias entre las duquesas puso en un doloroso paréntesis la relación entre los príncipes William y Harry. La prensa inglesa está al pendiente de qué pasará con ellos a tal punto que creen que una separación entre ambos es más que posible, rememorando antiguas guerras intestinas en la casa real.
Para muchos la llegada de Markle a la vida del hijo menor del príncipe Carlos y de la ya extinta Lady Di se asemeja mucho al arribo de Wallis Simpson a la vida de Eduardo VIII. Al igual que la actriz, aquella mujer hermosa e intrigante también era norteamericana y divorciada. El vínculo entre ambos fue escandaloso provocando la abdicación de su marido al trono.
En los años 30 -y más-, Wallis, duquesa de Windsor, mantuvo una pelea de largo aliento con Isabel Bowes-Lyonla esposa de Jorge VI, hermano y sucesor de Eduardo VIII en el Reino Unido. Isabel luego sería conocida como la Reina Madre, un sostén fundamental para su hija, Isabel II.
Al igual que su tío abuelo Eduardo VIII, Harry también optó por abandonar la vida de palacio para mudarse a las afueras de Londres y llevar una vida diferente, lejos de la pompa. Pero hay algo claro: a diferencia de su ascendencia, el joven no es rey y estará lejos de serlo. Figura séptimo en la línea de sucesión.
La pelea entre Simpson y Bowes-Lyonla caló fuerte en el vínculo entre Eduardo y Jorge, arrastrándolos a elegir caminos separados. Uno, dedicado a la vida social y libre, el otro abocado a encaminar a Gran Bretaña en los años más oscuros de la Segunda Guerra Mundial. Moriría joven, a los 56 años en 1952, para dejarle el trono a su hija, la actual reina. Pero la lucha entre ambas continuaría.
Isabel responsabilizó a Wallis de ser quien aceleró la muerte de su esposo después de la abdicación que lo obligó a asumir el trono. Esa partida prematura la confinó a ser viuda durante 50 años. Nunca se lo perdonó. La odió por eso.
Para el resto de la sociedad, las diferencias eran evidentes. Wallis, era vista como la ambiciosa divorciada de los Estados Unidos con un círculo social amplio y glamoroso. Era quien se peleaba con la hija de la aristocrática escocesa hogareña que prefería pasar noches tranquilas mientras protegía a su marido.
Muchos creen, sin embargo, que la unión entre William y Harry era mayor que la de sus antepasados. Entre ellos se forjó una amistad única, sobre todo después de la tragedia que empañó su vida desde muy pequeños tras la muerte de su madre en un accidente en París.
La primera gran pelea de la que se tiene información entre Kate y Meghan ocurrió durante una prueba de vestido para la boda entre la norteamericana y Harry. Allí, mientras Charlotte era sometida a la merced de los modistos, ambas mujeres comenzaron a discutir fuertemente, al extremo que la posible futura reina consorte estalló en llanto. Fue el primer cruce que marcaría la relación entre ambas para siempre.
A partir de allí, la guerra fría fue constante. Incluso, no fue el único incidente durante la boda ocurrida el 19 de mayo último. Meghan también mostró sus garras por la elección de la corona que decoraría su cabeza. A tal punto fue el escándalo que debió intervenir la Reina Isabel.
¿Qué tiara de la Familia Real llevaría puesta Markle? Posó sus ojos sobre una decorada con esmeraldas. Al conocerse su elección, el protocolo y los asesores le indicaron que no sería conveniente en aquel momento utilizarla: era de origen ruso y las relaciones con aquel país no estaban en su mejor momento por el caso de Sergei Skripal, el espía envenenado en Salisbury.
Harry, tras escuchar la queja de su prometida, estalló contra los asesores: "¡Lo que Meghan quiere, Meghan lo tiene!". Este reproche a los gritos llegó a los oídos de Isabel, quien siempre tiene alguien en el palacio dispuesto a contarle lo que ocurre en todos los pasillos del reino.
La decisión sobre la corona recayó en la reina. Punto final.
El mensaje fue claro, tanto para Harry como para su futura esposa. No había lugar para caprichos y lo que no se aceptaría bajo ningún concepto sería el maltrato al personal del palacio. Siempre se lo debería tratar con cortesía.
Acostumbrada a los flashes, a ser el centro de atención y a una vida intensa, Meghan quiere saber cómo sacar el máximo provecho a ser duquesa de Sussex, algo que aún no logró descifrar. Embarazada, todo debería ser felicidad. Por el contrario, vive horas de tensión, de acuerdo al diario DailyMail. Más cuando además se apartó de su lado su asistente personal, Melissa Touabti, quien renunció.
La decisión de Harry de mudarse fue una muestra de (cierta) independencia respecto a su hermano, pero también de la casa real. Ese periódico inglés recordó una anécdota que podría resumir -por igual- un sentimiento de envidia o placer. Ocurrió hace muchos años. Iban en el asiento trasero ambos hermanos. Al volante, su madre, Lady Di. Discutían por algo insignificante, pero Harry lanzó una frase: "Está bien para ti, William, tú serás rey. Pero yo puedo hacer todo lo que quiera".
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