La Comisión Europea (CE) presentó su estrategia contra el cambio climático a largo plazo, una hoja de ruta que propone que la Unión Europea (UE) reduzca emisiones contaminantes en un 80 % para 2050 y se convierta en una economía "neutra" en carbono, en sintonía con el Acuerdo Climático de París.
"Podemos hacerlo. Y si tenemos éxito, otros seguirán. Si no lideramos, nadie más lo hará. Y si nadie actúa, un cambio climático desenfrenado afectará severamente a Europa y al resto del mundo", declaró en la presentación del informe el comisario europeo de Energía y Clima, Miguel Arias Cañete.
"Hay muchos desafíos en el camino. Pero con el cambio climático, hacer las cosas como siempre no es una opción y no podemos permitirnos el precio de la inacción", añadió Arias Cañete.
El documento "Un planeta limpio para todos" apuesta por elevar la ambición en una transición que transformará "radicalmente nuestro sistema energético, sector agrícola, modernizará nuestro tejido industrial, nuestros sistemas de transporte y nuestras ciudades, afectando a las actividades de toda la sociedad".
Es la base para que el conjunto de la UE elabore un plan concreto que debería estar listo a "inicios de 2020", como marca el calendario del Acuerdo de París.
Actualmente las instituciones comunitarias y los Estados miembros legislan para reducir sus gases contaminantes en un 45 % en 2030, pero el Ejecutivo comunitario quiere acelerar en el viaje desde un pasado de petróleo y carbón hasta un futuro de electricidad y gas.
Los beneficios de apostar por una economía neutra en carbono -capaz de absorber el CO2 que produce- redundarían en la salud de los ciudadanos y aliviarían sus costes sanitarios pues "cada euro invertido en renovables ahorra dos en salud", señala la CE.
La UE mejoraría su posición geopolítica y sus relaciones comerciales con el resto del mundo, según Bruselas, que calcula que se podría ahorrar hasta el 70 % de los 266.000 millones de euros que la Unión gasta cada año en importar combustibles fósiles, esencialmente petróleo y gas.
En materia de electricidad, Bruselas propone pasar a un sistema dominado por las renovables, aunque con espacio para la energía nuclear, que no genera CO2 pero sí residuos radiactivos.
En cuanto al transporte, responsable de cerca del 25 % de las emisiones de CO2 de la UE, el Ejecutivo comunitario imagina un futuro con coches eléctricos para el tráfico rodado, cada vez más autónomos, eficientes y conectados.
Bruselas describe también trenes más competitivos en el transporte de mercancías a media distancia y motores híbridos y biocombustibles abriéndose camino en la aviación y en el traslado de contenedores por mar o carretera.
Las ciudades, donde se acumula el 75 % de la población europea, deberían estar a la vanguardia y apostar por el transporte público sostenible, la movilidad alterna, el carril bici, los sistemas para compartir vehículos o el reparto de mercancía por drones.
La hoja de ruta también señala como puntal de la transición la eficiencia energética, dado que los edificios consumen actualmente el 40 % de la energía, y propone generalizar sistemas de calefacción y refrigerado sostenibles y los materiales más innovadores.
Bruselas propone aplicar impuestos ecológicos bajo la premisa de "el que contamina, paga" y llama a preservar la biomasa, de forma que las explotaciones agrícolas y bosques sirvan para alimentar a la población, para absorber CO2 y para producir energía (biogas).
La CE reconoce que en 2050 la economía seguirá dependiendo en parte del gas y que siempre habrá sectores que emitan CO2, como el agrícola o el industrial.
Además de mostrar confianza en que la investigación aporte nuevas soluciones, propone compensarlo empleando el hidrógeno o la biomasa como fuentes de energía en procesos productivos o a través de la captura y almacenamiento de CO2.
Con información de EFE
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