Mohamed bin Salman, el poderoso príncipe heredero y cara visible de la monarquía saudita, podría no quedar impune del asesinato del periodista de Jamal Khashoggi, en el cual es señalado por la CIA y otras agencias de ser el autor intelectual del crimen. Sin una acusación legal a la vista, el caso ha levantado las tensiones en el seno de la corona, donde crece el rechazo al hijo del rey y ya se vocea a un posible reemplazo.
Decenas de príncipes y primos de la poderosa Casa de Saúd (la dinastía en el poder en Arabia) están buscando una alternativa en la línea sucesoria, según tres importantes fuentes consultadas por Reuters.
Si bien reconocen que el rey Salman, de 82 años, no da indicios de cambiar a su elegido para convertirse en su heredero, la posibilidad no está del todo cerrada. Y es que la sucesión no es automática de padre a hijo, como sucede en las monarquías europeas. Las tradiciones tribales del reino indican que el rey y los miembros destacados de cada rama deben elegir a quien consideran más adecuado.
Por ello, estos sectores disidentes consideran que, tras la eventual muerte de Salmán bin Abdulaziz, el consejo podría apuntar en una dirección opuesta a la esperada.
En ese sentido, ya tienen un candidato. Las fuentes consultadas por Reuters señalan que se está discutiendo la posibilidad de nombrar al príncipe Ahmed bin Abdulaziz, hermano del actual rey y tío del príncipe, quien cuenta con el consenso del aparato de seguridad e incluso de las potencias occidentales.
No es una sorpresa que se lo nombre como posible candidato, ya que ha mostrado algunas posturas críticas con respecto a la corona. Recientemente, en Londres, deslizó una crítica hacia la monarquía saudita. Pero el año pasado, fue uno de los altos jerarcas que se opuso al nombramiento de Mohamed bin Salman como heredero.
Fue una movida sorpresiva del rey, con sentidas consecuencias. El joven líder ganó simpatías por sus propuestas liberales de reforma, como la apertura de cines o el permiso de conducir para mujeres. Pero hubo asuntos más delicados, como la guerra en Yemen y la gran purga anticorrupción en la que acusó a importantes miembros de la corona y poderosos empresarios. A su vez, desplazó a líderes del gobierno para consolidar su poder sobre las agencias de seguridad e inteligencia.
De esta forma, los sectores conservadores de la dinastía consideran que buena parte del gobierno "no ofrecería resistencia" si se proponen cambios en la línea sucesoria, según una fuente consultada por Reuters. "El aparato de seguridad seguiría el consenso alcanzado por la familia", señaló, bajo condición de anonimato.
La postura de EEUU
Como aliado estratégico clave, los sectores disidentes miran con atención la posible reacción de la Casa Blanca a estas eventuales reformas.
En ese sentido, fuentes sauditas señalan que oficiales estadounidenses ya han señalado que respaldarían al príncipe Ahmed, quien fue ministro de Interior durante casi 40 años y no planearía frenar las reformas sociales y económicas encabezadas por MbS. Más importante aún, no planearía modificar los contratos militares existentes.
De todas formas, Washington no ha emitido ninguna condena contra lo más alto de la monarquía, que quedó excluida de la lista de funcionarios sancionados por el Departamento del Tesoro en el marco del brutal asesinato del periodista Khashoggi.
Sin embargo, hubo un hecho que encendió las alarmas en el gobierno estadounidense, cuando en mayo el príncipe solicitó al Ministerio de Defensa que estudie la posibilidad de comprar armamento ruso, hecho que abriría una herida en la alianza con la potencia norteamericana, ya presionada para acusar a MbS por su presunto rol en el homicidio de Estambul.
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