El Gobierno de los Estados Unidos eximió el lunes de su segundo paquete de sanciones contra Irán a tres instalaciones nucleares persas para que puedan seguir operando para fines pacíficos como hasta ahora, pero avisó de que estarán bajo "el más estricto escrutinio" con el fin de evitar el desarrollo de una bomba nuclear, informó el Departamento de Estado.
Se trata de Arak, una planta de agua pesada en el centro de Irán; Bushehr, un reactor nuclear de potencia en el sur; y Fordow, una planta de enriquecimiento de uranio cerca de la ciudad de Qom y que fue construida bajo tierra para protegerse de cualquier ataque militar.
Aunque los tres sitios son amenazas potenciales de proliferación nuclear y desarrollo de armas de destrucción masiva, bajo control y monitoreo tienen un uso civil admitido por la comunidad internacional. Arak produce agua pesada para investigación y para proveer este insumo al futuro reactor IR-40, en construcción, que utiliza uranio natural. Bushehr genera actualmente energía eléctrica utilizada por la red iraní, aunque el control de sus residuos es problemático. Y finalmente Fordow, el sitio más preocupante, enriquece uranio a un nivel muy bajo (cercano al 2% y lejos del 80% que requieren las armas nucleares) para abastecer a Bushehr, aunque esto puede cambiar rápidamente.
En un comunicado, la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, explicó que la medida es "interina", y, únicamente, permite la continuación de los proyectos de no proliferación en Arak, Bushehr y Fordow "bajo el más estricto escrutinio para garantizar la transparencia" de Irán.
Como resultado de esta medida, según Nauert, continuará la supervisión internacional sobre las instalaciones nucleares de Irán de acuerdo a lo estipulado por el pacto nuclear firmado en 2015 y del que Washington se ha retirado.
Nauert consideró que las inspecciones mejoran la capacidad de los Estados Unidos para "restringir" el programa nuclear iraní y seguir presionando a Teherán para forzarle a negociar un pacto que no se limite al programa nuclear y englobe su respaldo a grupos como la organización terrorista libanesa Hezbollah.
El lunes Washington volvió a imponer sobre Irán las sanciones que había levantado tras la firma del acuerdo nuclear suscrito en julio de 2015 por la República Islámica y el G5+1, entonces integrado por Rusia, China, el Reino Unido, Francia, Alemania y Estados Unidos.
El presidente estadounidense, Donald Trump, se retiró del acuerdo, que establecía controles y monitoreo internacional de las instalaciones nucleares iraníes a cambio del levantamiento de sanciones, en mayo y anunció la reanudación de las medidas punitivas.
Ese pacto fijaba restricciones en la posesión de uranio enriquecido, así como cambios en el diseño de algunas plantas nucleares, incluido el rediseño del reactor de investigación de Arak para reducir la producción potencial de plutonio, otro material susceptible de alimentar armas atómicas.
Hasta ahora, los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) han corroborado que Irán sigue cumpliendo con todas las limitaciones impuestas a su programa nuclear.
Las sanciones que volvió a imponer Estados Unidos afectan la venta de petróleo iraní, las transacciones financieras con su Banco Central y el sector portuario del país, aunque contempla exenciones para ocho países (China, India, Italia, Grecia, Japón, Corea del Sur, Taiwán y Turquía).
(Con información de EFE y AFP)
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