El 28 de septiembre pasado el periodista Jamal Khashoggi mantuvo el primer encuentro con las autoridades sauditas en Estambul. Al corroborar que no había una orden de detención en su contra, se mostró un poco más tranquilo. Tras ese contacto, en el consulado le dieron cita para el 2 de octubre.
El corresponsal del Washington Post sabía que podía correr peligro su vida. Es que en Riad sus artículos eran considerados una amenaza contra el reino. Pero poco le importó. Él asumió el riesgo de ingresar al consulado de su país para conseguir los documentos para casarse con Hatice Cengiz, su joven prometida de 36 años.
"La noche del lunes 1 de octubre, Jamal llegó a Estambul procedente de Londres. La mañana del martes 2 de octubre desayunamos juntos. Llamó al consulado para preguntar sobre el certificado y le dijeron que se pondrían en contacto con él para informarle. Después de un rato le llamaron y le citaron a las 13 horas". La estudiante de doctorado turca relató en una carta publicada la semana pasada en el New York Times cómo fueron las últimas horas de Khashoggi con vida.
Luego del desayuno, Hatice acompañó a Jamal hasta la puerta del consulado. Más tarde tenían planeado ir a comprar unos electrodomésticos para la nueva casa que había adquirido el periodista en Estambul, y en la noche cenarían con familiares y amigos. Pero el saludo que se dieron antes de que él ingresara al consulado fue el último. Jamal nunca volvió.
Después de varias horas sin tener noticias de él, la estudiante comenzó a preocuparse y percibió que algo raro había.
Con el paso de los días, aún sin novedades del paradero de Khashoggi y con los escalofriantes reportes que divulgaban las autoridades turcas, Hatice reflejaba en sus mensajes que presentía lo que finalmente se confirmó: Jamal había sido asesinado.
En su texto publicado en el NYT, difundido días antes de que Arabia Saudita confirmara la muerte de Khashoggi, Hatice destacó la lucha por los derechos humanos que había caracterizado la carrera periodística de su prometido, quien había arriesgado su vida al ingresar al consulado por la historia de amor de ambos y a quien calificó como un "patriota solitario".
Pese a su asesinato, la estudiante advirtió que el trabajo de su prometido seguirá teniendo un gran alcance y apuntó contra "los tiranos": "Sus ideas se escucharán desde Turquía a Arabia Saudita y más allá. La opresión no dura para siempre. Los tiranos acaban pagando por sus pecados".
Desde la desaparición de Jamal, Hatice comenzó una cruzada, sobre todo en redes sociales, para conocer el paradero de su prometido. Incluso le pidió al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ayudara a esclarecer lo ocurrido. El mandatario la invitó a la Casa Blanca, pero ella aclaró que sólo irá si Washington condena las acciones de Arabia Saudita, uno de sus principales aliados en Medio Oriente.
Jamal y Hatice se conocieron el pasado mes de mayo durante una conferencia en Estambul. Las charlas sobre la transformación que experimentaba el país del periodista se prolongaron durante días vía correo electrónico, hasta que comenzaron "una relación emocional". Por ese entonces, él vivía en Washington, adonde se había mudado tras huir de Riad.
Tras un par de meses de relación, se comprometieron, Jamal compró una casa en Estambul para vivir con ella. El 2 de octubre tenía cita en el consulado saudita para retirar los papeles de divorcio de su anterior esposa. Lo que no sabía era el macabro recibimiento que le esperaba en la casa diplomática.
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