La desaparición de Jamal Khashoggi, un periodista saudita y columnista del Washington Post que residía en Turquía, puso el foco una vez más en el hermético reino de Arabia Saudita y la intensa purga que ha puesto en marcha el joven y temido príncipe heredero, Mohammed bin Salman.
Khahoggi, ex editor del periódico saudita Al Watan, había abandonado su país en 2017 tras presuntamente haber entrado en conflicto con el flamante heredero de la monarquía de la casa Saud, quien superó a mucho otros príncipes en la competencia para convertirse en sucesor del rey Salman Bin Abdulaziz.
Tras pasar un tiempo en Estados Unidos, el periodista se asentó en Estambul, Turquía, y escribía una columna crítica con ciertos aspectos del reino desde el Washington Post. Khashoggi se consideraba a sí mismo un reformista, no un revolucionario, y de hecho hizo toda su carrera periodística en el cerrado mundo de los medios sauditas, encolumnados con la monarquía.
El pasado 2 de octubre Khashoggi entró al consulado de su país en Estambul para buscar documentos que necesitaba para casarse, y nunca se supo nada más de él. Funcionarios de Ankara señalaron desde el principio que el periodista habría sido asesinado dentro de la delegación diplomática y su cuerpo desmembrado, todo presuntamente por orden del príncipe.
Riad ha negado estar implicado, pero el hecho provocó un conflicto diplomático tanto con Turquía, donde ocurrió el hecho, como con los Estados Unidos, aliado estratégico de los sauditas en la región. Las acusaciones se suman a otras manchas que caen sobre el reino petrolero, como el abultado número víctimas civiles producto de su intervención militar en Yemen, el secuestro del primer ministro de El Líbano y la ola de arrestos de empresarios, clérigos y príncipes que desafían el poder centralizado.
¿Pero quién es realmente Jamal Khashoggi? ¿Se trata realmente de un periodista disidente castigado brutalmente por criticar al ultraconservador reino wahabita, o su desaparición y asesinato parece un episodio más de las purgas del joven príncipe, ansioso por eliminar enemigos y consolidar su poder?
Khashoggi, de 60 años, construyó una exitosa carrera periodística en los medios de comunicación de Arabia Saudita, ligados a la familia real, y era considerado un vocero y asesor de los Saud, que promueven una visión política del islam sunita que profesan y ejercen un poder absoluto sobre el país.
En el momento en que el rey nombró al nuevo príncipe heredero, en 2017, el periodista editaba el periódico Al Watan, donde daba espacio a impulsores de los derechos civiles en el país.
Poco después, su posición comenzó a empeorar. Como reporta el New York Times, el príncipe le prohibió escribir sus propias columnas en Arabia Saudita luego de que Khashoggi criticara al mandatario estadounidense Donald Trump. Tampoco podía usar Twitter. En ese contexto decidió emigrar y encontró una espacio como columnista en el Washington Post.
De Indiana a las montañas de Afganistán
Luego de estudiar periodismo en la Universidad de Indiana, en Estados Unidos, su despegue como reportero ocurrió en la década de 1980, cuando viajó a Afganistán para cubrir las actividades de Osama Bin Laden, entonces líder de los muyahidines que peleaban contra las tropas invasores de la Unión Soviética, y próximo a crear el grupo terrorista Al Qaeda.
Khashoggi y Bin Laden tenían algo en común. Ambos eran sauditas de familias prominentes, sin ser miembros de la realeza, y ambos habían vivido en la ciudad de Yeda. Inmediatamente forjaron un vínculo.
Como muchos sauditas, Khashoggi veía con simpatía la resistencia que Bin Laden y sus muyahidines practicaban contra los soviéticos, y realizó extensos reportajes de las actividades del grupo para el periódico Arab News, conviviendo con ellos en las cuevas.
Sus colegas de ese entonces rechazan de cuajo que el periodista haya dado un giro extremista, sin embargo. "Estuvo ahí como periodista, aunque hay que aceptar su simpatía por la yihad afgana, pero la mayoría de los periodistas árabes pensaban igual, y muchos periodistas occidentales también", indicó Thomas Hegghammer, un investigador noruego, al New York Times.
"Decir que Jamal era algún tipo de extremista son puras mentiras", consideró el editor indio Shahid Raza Burney, que trabajó con él, al mismo periódico.
Pero Khashoggi sin dudas había admirado a Bin Laden, a quien entrevistó varias veces, antes de sentirse decepcionado. "Eras hermoso y valiente en aquellos bellos días en Afganistán, antes de que te entregaras al odio y la pasión", escribió el saudita en Twitter cuando el líder terrorista murió en una operativo de Estados Unidos en Pakistán en 2011.
De aquellos tiempos en Afganistán data también un acercamiento ente el periodista y el príncipe saudita Turki al Faisal, que entonces era el jefe de la inteligencia del reino y que lo convirtió en su asesor en sus viajes por Estados Unidos, país en el que Khashoggi finalmente llegó a comprar un departamento.
Muchos han visto en este vínculo parte del problema actual, ya que Khashoggi era cercano tanto a Turki Al Faisal como a su hermano Khalid al Faisal, dueños de Al Watan y altos miembros de la familia real que han quedado relegado en favor del príncipe heredero Mohammed Bin Salman, de apenas 33 años de edad.
Después de Afganistán siguió viajando, realizando coberturas desde Algeria y Kuwait durante el Guerra del Golfo en 1991, y tras los atentados a las Torres Gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, adoptó una postura crítica contra Al Qaeda y quienes los defendían.
Se convirtió en un hombre de confianza del entonces rey Abdullah bin Abdulaziz y entró en contacto con el príncipe lwaleed bin Talal, un multimillonario inversionista, como reporta el New York Times.
Bin Talal fue arrestado el año pasado por el príncipe heredero en medio de una ola de purgas, por lo que este vínculo perjudicó también a la posición de Khashoggi.
Reformista y monárquico
La postura pública de Khashoggi fue siempre cercana a la monarquía para la cual trabajaba, aunque también se permitía defender postulados "reformistas".
Mostró entusiasmo por los levantamientos de 2011 conocido como la "primavera árabe", y muchos miembros de los Hermanos Musulmanes lo consideraban un simpatizante, a pesar de que Riad, y especialmente el príncipe heredero, mantienen una actitud beligerante con este grupo al que consideran terrorista, lo cual ha generado un conflicto en los últimos tiempos con Qatar.
Sus presuntos vínculos con los Hermanos Musulmanes y con el islam político habrían sido también motivo de acercamiento entre Khashoggi y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, un conocido islamista, de acuerdo al New York Times.
Pero el periodista también apoyaba con firmeza la polémica intervención militar en Yemen de una coalición árabe liderada por Arabia Saudita, y defendía la política anti iraní que mantiene Riad en la región.
Luego de abandonar el país y asentarse en Turquía, Khashoggi dio rienda suelta a sus críticas al reino y especialmente al príncipe heredero, al que comparó con el presidente ruso Vladimir Putin, un reconocido líder autoritario.
En el país de Erdogan creía estar más seguro que en Estados Unidos, hasta que desapareció sin dejar rastro.
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