La escritora y periodista Celia Blanco habla sin temer. La palabra tabú no existe para ella. O existe, pero la atropella. Piensa y dice. Aunque a veces puedan sus palabras sentirse provocadoras. Polémicas. Ácidas. Impertinentes. Como la reciente entrevista que ofreció al sitio El Español.
Allí, la feminista lanza frases que pueden resultar escandalosas. Como aquella que titula esta nota: "Pocas madres hablamos de que nuestros hijos nos meten mano". ¿A qué se refiere Blanco? ¿Es una metáfora?
No. Está segura de que es parte de la estructura educativa en la que la sociedad colocó a los niños, quienes a partir de la ebullición de sus testosteronas llegan a ese punto de querer tener sexo, de acuerdo con Blanco, con sus propias madres.
La periodista del diario El País y conductora del programa Contigo adentro, de Cadena Ser, especialista en hablar sobre sexo, explica que como mujer se ve implicada en la educación sexual de sus hijos. Y ve en la pornografía una vía para poder enseñar cómo deberían tenerse las relaciones sexuales.
"¿Por qué no utilizamos el porno como elemento educativo?", se pregunta Blanco, y continúa: "Ha habido algunos intentos que siempre han fracasado porque hay asociaciones de padres o similar que se indigna porque se les dice a sus hijos que vamos a ver porno y vamos a hablar de él. Yo creo que es la única manera. ¿Por qué no les enseñamos a partir del vehículo con el que ellos se nutren?".
Blanco, además, dice estar de acuerdo con la industria del cine condicionado. Pero no quiere que se vulgarice a la mujer en esas escenas. "Estoy a favor del porno como industria cinematográfica para adultos: sí, siempre. Yo veo el porno de Erika Lust o Annecke Necro o un montón de personas que hacen otro porno que no somete a la mujer ni es vulgarizada. En ese porno la mujer pondera, la mujer desea, seduce y consigue llegar. También me pongo cachonda con el porno mainstream más absoluto, porque además soy consumidora de porno lésbico: claro que me excita ver a una mujer guapísima desnuda".
—¿Cuál es el mayor tabú sexual que conservamos en 2018?
—Yo cada vez dinamito más tabúes, pero hasta hace poco creía que el mayor tabú era el de "mi hijo me mete mano". Muy pocas madres hablamos de que nuestros hijos nos meten mano y nos desean sexualmente. En las relaciones parentales, cuando está el sexo de por medio, las manejamos siempre mal. Hablamos de abusos: ten en cuenta que 1 de cada 5 niños es abusado y una de cada 3 niñas, pero el 85% de los casos es en su entorno. Cuando hablas de niños-sexo-padres, siempre piensas en algo así, y no. Hay una cosa que se llama testosterona y a nuestros hijos les empieza a ser efervescente a partir de los 10 años, y a veces lleva implícito eso.
Blanco continúa con su teoría: "A mí me pasó, y lo que hice fue pedir ayuda. Yo hablo de sexo, mi hijo sabe que soy bisexual y mi marido me mete mano cada vez que se cruza conmigo por un pasillo. Continuamente me mete mano, me da besos y me dice cosas bonitas porque nosotros nos gustamos mucho y ronroneamos mucho. Y mi hijo lo ve. Y mi hijo me quiere muchísimo, y me lo demuestra metiéndome mano. Yo a mi hijo le he tenido que decir "Cariño, tú me quieres como si yo pudiese ser tu novia, y yo no soy tu novia, soy tu madre". Me siento muy feliz de romper estos tabúes. Me siento afortunada. Soy feliz y me gusta mucho lo que estoy haciendo. Mucho".
La conductora también se muestra muy firme en el rechazo a la subrogación de vientre. "La gestación subrogada me está haciendo pensar mucho en la prostitución, porque si estoy en contra de la gestación subrogada, ¿cómo voy a defender la prostitución? La gestación subrogada es el alquiler de un útero, punto, no es otra cosa. Entonces, ¿la gestación de una mujer? Es otra transacción económica. La compra de un niño es exactamente igual a la compra de una mujer", provoca Blanco, verborrágica en la entrevista concedida a la periodista Lorena G. Maldonado.
Por último, Blanco da una de sus tantas definiciones sobre feminismo: "Me molesta muchísimo cuando la gente habla del feminismo como si fuese, no sé, el catolicismo: con unos dogmas, unas doctrinas. ¡Con unas plegarias, claro, y unos sometimientos…! No, no es así, el feminismo es que yo me pare a pensar y reflexionar sobre mi propia vida como mujer y que intente cambiar lo que no vaya conmigo. En esas estoy".
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