El origen de Internet se remonta a 1969, cuando la Agencia de Proyectos para la Investigación Avanzada (ARPA, por sus siglas en inglés), dependiente del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, conectó cuatro sistemas distribuidos en una red que se denominó ARPANET. El objetivo era que la información no estuviera centralizada y así poder mantener la comunicación en caso de guerra. Desde entonces, el mundo ha sido testigo del desarrollo de una Internet financiada fundamentalmente por Estados Unidos, abierta y para todos, lo que ha ayudado a unir al mundo y a beneficiar a miles de millones de personas.
Sin embargo, hoy, Estados Unidos ha cedido su liderazgo en el ciberespacio a China, aseguró Adam Segal, experto en ciberseguridad y director del programa de políticas digitales y ciberespaciales en el Consejo de Relaciones Exteriores. Si bien su capacidad de convertirse en una superpotencia cibernética no está garantizada, el gigante asiático tiene muy buenas posibilidades de éxito, dado su tamaño y nivel de sofisticación tecnológica.
"Si eso sucede, Internet será menos global y menos abierta", advirtió Segal. "Una gran parte de ella ejecutará aplicaciones chinas sobre hardware hecho en China. Y Beijing recibirá los beneficios económicos, diplomáticos, de seguridad nacional e inteligencia que alguna vez disfrutó Washington".
La visión de Xi Jinping
Casi desde el momento en que asumió el poder en 2012, Xi Jinping dejó claro el gran papel que desempeñaría Internet en su visión para China. Luego de años en los que la política informática del país estaba fragmentada entre varios ministerios gubernamentales, el líder chino anunció que él mismo presidiría la Administración del Ciberespacio de China, responsable de controlar el contenido en línea, reforzar la ciberseguridad y desarrollar la economía digital.
La decisión refleja los esfuerzos de China de promover la ciber-soberanía como principio organizador de la gobernanza de Internet, en oposición directa al apoyo de Estados Unidos de una Internet global y abierta. En palabras de Xi, la ciber-soberanía representa "el derecho de cada país a elegir independientemente su propio camino de desarrollo cibernético, el modelo de regulación cibernética y las políticas públicas de Internet, y a participar en una gobernanza internacional del ciberespacio en pie de igualdad". En otras palabras, el presidente de China quiere pasar de una Internet basada en una red de informática mundial (World Wide Web) a una que opere sobre una red informática nacional.
Washington y sus aliados han promovido un modelo distribuido de gobernanza de Internet en el que participan organismos técnicos, el sector privado, la sociedad civil y los gobiernos, mientras que Beijing concibe un mundo interconectado a través de redes nacionales, con un control gubernamental justificado por los derechos soberanos de los Estados. "Deberíamos respetar el derecho de cada país a gobernar su propio ciberespacio", dijo Xi en la segunda Conferencia Mundial de Internet en Wuzhen, provincia de Zhejiang. "Ningún país debería perseguir la ciberhegemonía ni interferir en los asuntos internos de otros países".
Los reguladores chinos creen que tendrían mayor influencia en la regulación de la tecnología informática si las Naciones Unidas desempeñaran un mayor papel en la gobernanza de Internet. En 2017, por ejemplo, China abogó por un "enfoque multilateral para gobernar el ciberespacio, con las Naciones Unidas asumiendo el liderazgo en la creación de un consenso internacional sobre las normas".
Un sistema semejante brindaría dos beneficios inmediatos a Beijing. Por un lado, daría prioridad a los intereses de los gobiernos sobre los de las empresas tecnológicas y las sociedades civiles. Por otro lado, permitiría a China movilizar los votos de los países en vía de desarrollo, muchos de los cuales también desearían controlar Internet y la libre circulación de la información en sus territorios.
Tecno-Nacionalismo
Este modelo de Internet se superpone con el tecno-nacionalismo chino: los dirigentes chinos creen que tienen que reducir la dependencia de China de las empresas de tecnología de Estados Unidos para garantizar su seguridad nacional, una creencia que se fortaleció en 2013, cuando Edward Snowden, un ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, reveló que los servicios de inteligencia de Estados Unidos habían accedido a los datos de millones de personas que estaban en poder de empresas estadounidenses y que habían sido transmitidos por éstas.
En este sentido, la inversión china en investigación y desarrollo ha crecido a un ritmo medio del 20% anual desde 1999. Actualmente es de aproximadamente USD 233.000 millones, lo que equivale al 20% del gasto mundial total en I+D.
Las autoridades en China también desconfían cada vez más del riesgo de ciberataques a redes gubernamentales y privadas que podrían vulnerar su crecimiento económico. En consecuencia, el Ejército Popular de Liberación ha anunciado planes para acelerar el desarrollo de sus fuerzas cibernéticas y reforzar las defensas de red de China.
Ciberseguridad: censura y vigilancia
El problema radica en la interpretación que el país asiático mantiene de la defensa en el ciberespacio, así como de la ciberseguridad en general. En los últimos cinco años, Beijing ha reforzado considerablemente los controles sobre los sitios web y las redes sociales. En marzo de 2017, por ejemplo, el gobierno ordenó a Tencent, el segundo mayor gigante digital de China, y a otras empresas tecnológicas locales que cerraran todos los sitios web conteniendo debates sobre historia, asuntos internacionales y el ejército.
Los funcionarios también ordenaron a las empresas de telecomunicaciones que bloquearan las redes privadas virtuales (VPN, por sus siglas en inglés), que son ampliamente utilizadas por las empresas, los empresarios y los académicos chinos para eludir la censura del gobierno. En consecuencia, Apple tuvo que eliminar 25.000 aplicaciones de su App Store en China, mientras que Google decidió diseñar una versión censurada de su buscador en el país.
En 2017, cuando la salud del disidente y Premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo empeoraba, los censuradores revelaron que podían borrar su imagen de los chats de mensajería instantánea. En un gesto aún más orwelliano, el gobierno impulsa un sistema de reputación social nacional que usará cámaras, big data e inteligencia artificial para controlar la conducta de las personas.
La concepción china de Internet está en auge. Según el think tank Freedom House, la libertad en Internet -la facilidad con la que la gente puede acceder a Internet y utilizarla para decir lo que piensa- ha disminuido en los últimos siete años. La misma organización sin fines de lucro reportó en 2017 que, por tercer año consecutivo, China fue el peor abusador de la libertad en Internet, seguida de Siria y Etiopía.
La posición de Estados Unidos en el centro del desarrollo de Internet a escala global le trajo grandes beneficios económicos, militares y de inteligencia al país norteamericano. Las empresas estadounidenses desarrollaron los routers y servidores que transportan los datos del mundo, los teléfonos y las computadoras personales que la gente usa para comunicarse, y el software que sirve como puerta de entrada a Internet.
Sin embargo, esta versión abierta de Internet parece estar cada vez más desafiada por un país que ha demostrado una gran capacidad de innovación tecnológica a pesar de su sistema totalitario de gobierno. A menos que la esfera de influencia de China resulte menos penetrante de lo que ha sido hasta ahora, el ciberespacio será mucho menos estadounidense y mucho más chino en el futuro.
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