En un episodio ocurrido en una de las zonas más calientes del mundo, un avión de reconocimiento ruso Ilyushin Il-20 fue derribado el lunes por las defensas antiaéreas del régimen sirio de Bashar al Assad, aliado de Moscú.
Murieron sus 15 tripulantes, y rápidamente Rusia cargó toda la culpa en Israel, que al mismo tiempo del incidente conducía un bombardeo sobre posiciones sirias y habría utilizado al Il-20 de "cobertura" para sus cazas, provocando el derribo de manera indirecta.
El hecho elevó las tensiones diplomáticas y generó la respuesta israelí en una región atestada de armas, ejércitos e intereses, y evidencia la fuerte presencia de equipo militar ruso, ya sea en las fuerzas del Kremlin o en las de sus aliados, grandes compradores.
Y es que tanto el Il-20, un avión de transporte diseñado en la década de 1950, como la batería de misiles S-200 que lo derribó, entrada en servicio apenas 10 años después, son íconos de la industria bélica soviética y hoy persistentes componentes las fuerzas armadas que aún siguen en la esfera de influencia rusa.
Se trata, también, de tecnología que comienza a mostrar su avanzada edad.
El Ilyushin Il-20 es la versión militar del avión de transporte Ilyushin Il-18, diseñado en la Unión Soviética para abastecer el creciente mercado de aerolíneas comerciales posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Voló por primera vez en 1957 y por su buen desempeño y durabilidad se convirtió en un gran éxito en diferentes aerolíneas, exportado a numerosos países que en tiempos de la Guerra Fría mantenían buenas relaciones con la URSS.
La aeronave cuenta con cuatro motores turbohélice y puede llevar entre 65 y 120 pasajeros a una velocidad máxima de 675 kilómetros por hora con un alcance, plenamente cargado, cercano a los 3.500 kilómetros.
Se fabricó hasta 1985, y hoy sigue en servicio en algunas aerolíneas pequeñas del este de Europa, Medio Oriente y Asia.
En la Fuerza Aérea de Rusia sobrevive en su versión Il-20 "Coot A" (Según códigos de la OTAN), una aeronave especializada en reconocimiento, inteligencia electrónica y comando que cuenta con numerosas cámaras, radares avanzados y antenas.
En esta configuración, suele operar con cinco tripulantes dedicados a volar el avión y otros ocho ocupados en los sistemas de reconocimiento. En el vuelo derribado el lunes había un total de 15 personas a bordo.
El Il-20 fue derribado por otra pieza de museo de la Guerra Fría: el sistema de defensa antiaérea S-200.
Se trata de un misil tierra-aire de largo alcance y altitud diseñado en la década de 1950 y entrado en servicio en 1967 en la Unión Soviética y, al igual que el Il-18/20, fue un exitoso producto de exportación, como reporta el sitio especializado Missile Threat.
Desde su origen fue concebido para defender infraestructura crítica del ataque de bombarderos enemigos estratégicos, y funciona en batallones de seis misiles y un control de tiro por radar.
En la década de 1980 la URSS comenzó a retirar sus S-200 de servicio, superado por sistemas más modernos como el S-300 o los actuales S-400, pero el colapso soviético en 1991 hizo que esta renovación se extendiera aún más en el tiempo.
Muchos países que habían estado detrás de la Cortina de Hierro o cercanos a la URSS se deshicieron de sus S-200 en la década de 1990, otros, como Siria, Libia, Irán, Argelia y Corea del Norte, los mantienen en actividad.
En el caso de Rusia, estos sistemas fueron separados de las principales unidades de defensa antiaérea pero los últimos fueron dados de baja recién en 2014.
Pero a pesar de su avanzada edad, los S-200 siguen siendo efectivos en su rol antiáereo, y las baterías sirias han sido numerosas veces blanco de ataques israelíes, como el ocurrido en mayo de este año.
Si embargo, el hecho de que haya derribado por error a un Il-20 aliado, dejando escapar los cuatro F-16 israelíes que atacaron en Latakia, puede ser también muestra de sus limitaciones.
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