A 10 años del derrumbe de Lehman Brothers: por qué el mundo ya no volvió a ser igual

El colapso financiero provocado por el estallido de la burbuja hipotecaria en Estados Unidos causó una reacción en cadena que derrumbó a las principales economías del planeta y dejó a millones de personas sin trabajo. A pesar de que muchos países volvieron a crecer, todavía no se sabe hasta dónde pueden llegar las consecuencias políticas de la gran recesión

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Postales de la crisis económica
Postales de la crisis económica que conmovió al mundo desarrollado en 2008

Pocas veces como el 15 de septiembre de 2008 fue tan palpable la sensación de que el capitalismo global podía colapsar. Lehman Brothers, uno de los mayores bancos de inversión del planeta, se declaraba en quiebra ante la imposibilidad de asumir sus compromisos. Fundado en 1850, había sobrevivido a todas las crisis y tenía activos por 680 mil millones de dólares. Por eso, es considerada la mayor bancarrota en la historia de Estados Unidos.

Lehman había sellado su destino mucho antes, con su involucramiento en la burbuja de las hipotecas subprime. Cientos de miles de créditos eran concedidos a personas que no estaban en condiciones de pagarlos, lo cual creó una montaña de deudas de pésima calidad. Sin embargo, eran agrupadas en bonos y comerciadas por los grandes bancos como inversiones de bajo riesgo, con la complicidad de las agencias calificadoras, que hacían la vista gorda.

El estallido de la burbuja hizo quebrar a decenas de entidades menores en 2007, y estaba comprometiendo a todo el sistema financiero estadounidense. El derrumbe de un gigante como Lehman precipitó todo. La bolsa de Nueva York sufrió la peor caída de su historia en un solo día y así comenzó la Gran Recesión, la mayor crisis económica desde el crack de 1929, por su impacto sobre la casi totalidad del mundo desarrollado.

La quiebra de Lehman Brothers
La quiebra de Lehman Brothers causó un shock mundial

Miles de compañías de los más variados rubros cerraron sus puertas y millones de personas quedaron desempleadas. Para evitar la explosión del sistema financiero, muchos países tuvieron que pagar millonarios rescates para salvar a los mismos bancos que habían sido responsables de la hecatombe.

Esta combinación de factores hizo que la crisis económica se convirtiera rápidamente en política. Al descontento generalizado de la población por la falta de trabajo y el fin del bienestar, se sumó la indignación con la clase dirigente. Para muchos era inaceptable que, en lugar de apoyar a las personas comunes, se ayudara a los banqueros.

La crisis financiera contribuyó a que se propagara una inmensa desconfianza en los gobiernos

"La crisis financiera contribuyó a que se propagara una inmensa desconfianza en los gobiernos, sobre todo en donde golpeó más duro. Esto afectó especialmente a los países del Mediterráneo y, hasta cierto punto, al centro de Europa, al Reino Unido y a Irlanda, además de Estados Unidos", dijo a Infobae el politólogo Tor Georg Jakobsen, profesor de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología.

A diez años del colapso, la economía global parece recuperada. Exceptuando a las naciones más afectadas, como España y Grecia, el resto tiene indicadores positivos. No obstante, el contexto político actual no se asemeja en nada al que había antes. Los partidos tradicionales están en crisis en casi todas partes y el populismo —principalmente en su vertiente de extrema derecha— está en auge. La estabilidad previa a la Gran Recesión luce hoy como una utopía.

Un impacto económico muy profundo

Entre 2002 y 2006, la economía estadounidense creció a un promedio de 3% anual. En 2007 estalló la burbuja hipotecaria y la expansión bajó a 1,97 por ciento. El país entró en recesión en 2008, con una contracción de 2,75%, y se mantuvo en 2009, con una variación de apenas 0,18 por ciento.

Gracias a una política monetaria contracíclica por parte de la Reserva Federal, la economía volvió a crecer en 2010, cuando experimentó un rebote del 2,57 por ciento. Desde 2011 hasta 2017 siguió en la senda positiva, aunque a un promedio de 2,1%, inferior al del período previo a la crisis.

La caída fue más fuerte y más larga en Europa. Como Estados Unidos, la media de los 28 países de la UE venía creciendo al 3% anual hasta 2007 inclusive, ya que el efecto de las subprime tardó un poco más en llegar. En 2008 el PIB se estancó en 0,5% y en 2009 se desplomó 4,3 por ciento.

Wall Street registró la peor
Wall Street registró la peor caída diaria de su historia en 2008

En 2010 y en 2011 se registró un pequeño rebote, que no llegó a recuperar todo lo perdido, y el producto volvió a caer 0,4% en 2012. En los seis años que van desde 2008 hasta 2013, el PIB europeo promedió 0% de crecimiento. En 2014 comenzó una débil recuperación que ronda el 2% anual hasta 2017.

"La crisis financiera de 2008 provocó una década perdida en el mundo desarrollado. Muchos países, particularmente en el sur de Europa, siguen apretados con un elevado endeudamiento público y austeridad. Las tasas de desempleo siguen siendo altas, sobre todo entre los jóvenes. La desigualdad de ingresos continúa aumentando. Los problemas actuales en Italia y en Turquía muestran cuán frágiles son nuestras economías", explicó Manuel Funke, investigador del Instituto Kiel para la Economía Mundial, consultado por Infobae.

La pérdida de empleo fue el efecto más notorio de la recesión. En Estados Unidos, la desocupación pasó de 5% en diciembre de 2007 a 7,3% en 2008. El pico máximo fue 10% en octubre de 2009, exactamente el doble que dos años antes. Desde ese momento empezó a bajar sostenidamente, hasta ubicarse en 3,9% en agosto de 2018.

La crisis financiera de 2008 provocó una década perdida en el mundo desarrollado

El dato es indiscutiblemente positivo, ya que es incluso mejor que antes de 2008, pero hay muchas discusiones sobre la calidad de los nuevos puestos de trabajo. Lo que muchos economistas describen es que los que se destruyeron eran más estables y mejor remunerados que los creados en los últimos años.

"Muchos estadounidenses siguen lidiando con las consecuencias de la crisis. Si bien las tasas de interés son muy bajas, y el precio de la vivienda se recuperó en muchos mercados, y a pesar de que el Gobierno ofreció algunos programas de refinanciamiento, muchos hogares continúan debajo del agua. Es decir, deben por sus casas más de lo que ellas realmente valen", dijo a Infobae Layna Mosley, profesora de ciencia política en la Universidad de Carolina del Norte. "Se amplió la brecha entre los que viven en una situación económica estable, y aquellos que, aunque tienen trabajo, se encuentran en un estado precario".

En Europa, donde la desocupación es históricamente más alta que en Estados Unidos, trepó desde 6,9% en diciembre de 2007 a 7,7% en 2008, y a 9,5% en 2009. Pero siguió creciendo y recién en abril de 2013 alcanzó su techo, 11 por ciento. Entonces cayó hasta 6,8% en julio de este año.

El desempleo, el mayor flagelo
El desempleo, el mayor flagelo de la crisis

De todos modos, hay diferencias notables entre los distintos miembros del bloque. Por ejemplo, en Alemania, que de los grandes de la UE es el que menor desempleo tiene (3,4% actualmente), la crisis implicó apenas un pequeño salto de 7% a 8% entre 2008 y 2009, que se retrotrajo rápidamente. El golpe fue un poco más fuerte en Reino Unido, donde pasó de 5% en 2007 a 8% en 2010, y se mantuvo en esos niveles hasta 2013, cuando comenzó a descender. Pero hoy es 4 por ciento.

Los que más sufrieron el impacto y aún están lejos de recuperarse son las naciones del sur de Europa. Francia, que tenía un desempleo de 7,2% en febrero de 2008, no volvió a estar por debajo del 9 por ciento. Italia, que tuvo un piso de 5,8% en abril de 2007, más que duplicó su tasa, que llegó a 13,1% en 2014 y que apenas descendió a 10,4% en la actualidad.

Los sistemas bipartidistas que habían sido estables por décadas fueron barridos

"Los gobiernos en Grecia, Portugal, Italia, España e Irlanda implementaron políticas de austeridad con el objetivo de reducir el déficit presupuestario y calmar a los mercados financieros. Eso contribuyó a incrementar el desempleo. Aunque la mayor parte de los países se recuperaron, los costos sociales y políticos fueron elevados y aún se sienten", dijo Jakobsen.

Los casos más dramáticos son los de Grecia y España. La desocupación se cuadriplicó en el primero, de 7,3% en mayo de 2008 a 27,9% en julio de 2013. Tras un rescate financiado por el FMI y la UE, que implicó severas medidas de ajuste, comenzó a descender, pero recién este año cayó por debajo de 20%, a 19,1 por ciento. En España, cuyo sistema financiero también debió ser rescatado, saltó de 7,9% en mayo de 2007 a 26,3% en 2013. Ahora está en 15,1%, casi el doble que antes.

Occupy Wall Street, uno de
Occupy Wall Street, uno de los movimientos de protesta que surgieron como respuesta a la crisis (REUTERS/Brendan McDermid)

La crisis que puso en jaque a la política tradicional

"Los sistemas bipartidistas que habían sido estables por décadas fueron barridos —dijo Funke—. Los parlamentos se volvieron crecientemente fragmentados, con el ingreso de partidos nuevos y pequeños. Al mismo tiempo, la sociedades se polarizaron políticamente en los últimos diez años. Todo esto hace que gobernar y resolver las crisis efectivamente sea mucho más difícil, justo cuando es más necesario".

Las consecuencias políticas de la Gran Recesión fueron más abruptas y persistentes que las económicas. El vacío que dejaron los partidos tradicionales en los países más afectados fue llenado por movimientos y líderes populistas. Con distinto grado de radicalización en sus propuestas, son hoy los grandes protagonistas del debate público en el mundo desarrollado.

Luidi Di Maio, lider del
Luidi Di Maio, lider del Movimiento 5 Estrellas dando un dicruso durante un acto político en Turin (AFP)

"El populismo es una ideología delgada que debe ir necesariamente acompañado de ideologías gruesas, como el socialismo o el nacionalismo, y que divide a la sociedad entre dos grupos homogéneos y antagónicos, con una carga moral: el pueblo bueno contra la elite corrupta. En un contexto de crisis económica, en el que los dos grandes partidos no se distinguen a nivel de propuestas para resolver la crisis, y ambos abogan por las mismas medidas de austeridad, se abre un espacio para nuevos partidos que hagan uso de ese discurso populista", afirmó Guillem Vidal, investigador del Departamento de Ciencia Política del Instituto Universitario Europeo, en diálogo con Infobae.

El declive de las fuerzas políticas que habían dominado la escena en las décadas previas a 2008 es una constante en todos los países en los que la crisis se vivió con intensidad. El PASOK (Movimiento Socialista Panhelénico), que había sido el hegemón de la política griega por más de 30 años, fue el emblema de este proceso. Tras perder el poder en 2011, quedó reducido a una expresión casi insignificante. Desde 2015 gobierna Alexis Tsipras, líder de Syriza, un pequeño partido de izquierda radical que amenazaba con sacar al país del euro, pero luego se moderó.

La derecha populista radical ha aprovechado para desarrollar un discurso proteccionista usando a la inmigración como chivo expiatorio

En España, el sistema bipartidista vigente desde el fin del franquismo estalló en 2015, con la irrupción de dos fuerzas nuevas: Podemos —de muchas afinidades con Syriza— y Ciudadanos, de tendencia liberal. Los comicios de ese año, en los que se impuso como primera minoría el Partido Popular de Mariano Rajoy, debieron repetirse en 2016 ante la imposibilidad de consensuar un gobierno mayoritario.

El resultado no varió demasiado, así que Rajoy fue finalmente ratificado, pero terminó siendo destituido en junio de 2018 tras una moción de censura. En su lugar asumió Pedro Sánchez, líder del Partido Socialista, que venía de hacer la peor elección de su historia. En el medio, Cataluña, la región más rica del país, trató de independizarse de forma unilateral, y debió ser intervenida por el gobierno central.

"Esta tendencia tiene raíces anteriores a la crisis financiera —dijo Mosley—. El estancamiento de los salarios reales, especialmente entre quienes no superan la educación secundaria, se remonta a los 70. Es el resultado del cambio tecnológico, de la automatización, y, en menor medida, de la globalización. La crisis exacerbó la sensación de aquellos que están en el fondo de la distribución de ingresos de estar perdiendo cada vez más. Para muchos de ellos, se impuso una política de resentimiento. Hay una intersección entre las actitudes antiglobalización y antiinmigración, y un relativo declive material".

El Brexit, un fenómeno inesperado
El Brexit, un fenómeno inesperado en el contexto político previo a la crisis (Reuters)

En Francia también se quebró el bipartidismo que había caracterizado a la Quinta República desde su fundación, en 1958. El Partido Socialista dejó el gobierno en 2017 con François Hollande como el presidente más impopular de la historia reciente, y salió quinto en las elecciones. A Los Republicanos, la fuerza heredera del gaullismo, le fue un poco mejor, pero tampoco llegó a la segunda vuelta. El ballotage lo disputaron Marine Le Pen, del ultraderechista Frente Nacional, y Emmanuel Macron, que se convirtió en el presidente más joven del que hay registro, con un partido fundado por él mismo un año antes.

En Italia, tras años de una inestabilidad exasperante, llegó al gobierno una coalición inverosímil. Por un lado, el Movimiento 5 Estrellas, que es el mayor emergente de la debacle económica. Fundado por el humorista Beppe Grillo, es el populismo en estado puro. Está en contra de absolutamente todo, carece de una ideología identificable y tiene propuestas contradictorias, como bajar impuestos y crear una renta universal. Su socio es la Liga Norte, un partido marginal de extrema derecha que creció hasta ocupar los primeros planos de la política italiana.

"Hay evidencias de que la crisis financiera llevó a un salto en la popularidad de los partidos políticos extremistas, particularmente los de derecha, que culpan a las minorías y a los extranjeros por los problemas del país. Sin embargo, es un hallazgo probabilístico, que no se sostiene en todos los casos. Por ejemplo, el sistema financiero sueco sobrellevó muy bien las turbulencias en comparación con sus vecinos, pero igualmente está experimentando un resurgir de los extremistas", dijo a Infobae David A. Singer, profesor del Departamento de Ciencia Política del MIT.

El caso sueco, donde la extrema derecha acaba de salir tercera con el 17% de los votos, revela que la Gran Recesión no es el único factor que explica el auge populista en Europa. Algo similar está ocurriendo en la próspera Alemania de Angela Merkel, donde no para de crecer la AfD, un partido xenófobo.

El separatismo catalán, otro emergente
El separatismo catalán, otro emergente que sería difícil de explicar sin la crisis (Reuters)

"En estos países el terremoto político no responde tanto a la crisis económica, cuyo impacto fue relativamente limitado, sino a un largo proceso de división social entre ganadores y perdedores de la globalización —dijo Vidal—. La derecha populista radical ha aprovechado para desarrollar un discurso proteccionista usando a la inmigración como chivo expiatorio. Eventos como la crisis migratoria, más que la crisis económica, han contribuido al cambio político de estos países".

El de Reino Unido es un ejemplo interesante, porque los dos fenómenos están muy presentes. El Laborismo perdió el gobierno en 2010 tras más de una década de primacía y fue reemplazado por el Partido Conservador, el otro pilar de la política británica. No hubo crisis del sistema de partidos, pero el descontento se filtró por otra vía: el Brexit. El triunfo de la opción de abandonar la UE en un referéndum habría sido impensable sin la crisis y sin ese sentimiento antiextranjero.

Algo similar se ve en Estados Unidos, donde la política sigue dominada por los dos partidos de siempre, pero el avance del populismo se dio al interior de ellos. Por izquierda, con Bernie Sanders, un extrapartidario que casi vence a Hillary Clinton en la primaria demócrata de 2016. Por derecha, con Donald Trump, que ganó las elecciones a pesar de ser rechazado por el establishment republicano. Desde que llegó a la Casa Blanca, implementó políticas muy controvertidas y entronizó un discurso divisivo, que está polarizando a la sociedad.

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