No tardó en darse cuenta de que el trabajo de cirujano no era para él. El dinero no le alcanzaba y tendría que estudiar y esforzarse mucho más para progresar realmente. Así que decidió un cambio radical.
Se mudó con su familia a Sudáfrica y allí se adentró en un mundo completamente distinto, casi opuesto: de salvar vidas pasó a aniquilarlas. Sus víctimas, animales salvajes de todo tipo.
George Ragozin es hoy muy conocido entre los millonarios rusos —y de otros países de Europa del Este— que sienten la necesidad de vivir la adrenalina de matar animales. A ellos les ofrece expediciones de caza con todas las comodidades.
Por 5.000 dólares por persona se puede contratar un paquete que incluye 10 días días de safari para cazar ñus y y cebras. Por 21.000 dólares ofrece cazar leones, hembras y machos.
Los leopardos están entre los más caros. Los safaris duran 15 días y el costo asciende a 34.000 dólares. Por 55.000 dólares se puede acceder a una excursión de cinco días para cazar un rinoceronte blanco, o a una de 12 días para matar a un elefante.
Obviamente, Ragozin asegura que lo que hace es absolutamente legal. Pero algunas personas en Rusia tienen serias dudas.
"Ragozin Safaris" —así se llama su compañía— ofrece un servicio "premium", sólo apto para pocos. Por medio millón de dólares, lleva a los interesados a asesinar a un rinoceronte negro, un animal que se encuentra en grave peligro de extinción.
Lo que terminó de ponerlo en el centro de las críticas fue la difusión de algunas fotos en las que se lo veía cazando con sus hijas cuando eran niñas. Incluso defendió abiertamente que los menores aprendan a cazar, lo cual indignó a miles de personas en su país.
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