Magdalena Valerio llega a la redacción de Infobae después de una ardua agenda del G20 en la provincia de Mendoza y antes de reunirse con la comunidad española en Buenos Aires. Participó de la cumbre de ministros de Empleo y también de la cita conjunta con Educación, una iniciativa de la presidencia argentina del foro que la dirigente del PSOE español festeja: "Hablar del futuro del trabajo es tener una serie de habilidades, de capacidad de trabajo en equipo, de adaptación a los cambios… hay que trabajar en el liderazgo, en la inteligencia emocional, en la capacidad del ser humano para adaptarse a las nuevas tecnologías, a la digitalización, a la robótica… pero hay que recordar que la persona es fundamental, no nos valen solo las máquinas".
Además, la ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social de España remarca otra de las prioridades del foro, la perspectiva de género. Cuenta que todavía hay mucho por hacer para que las conquistas logradas a nivel formal se conviertan en realidad, y se muestra defensora de la política de cupos como la manera de alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres.
"Alguna vez me han llamado mujer cuota, porque hay personas que opinan que la que vale, vale; y la que vale, llega. Y entonces no hay que establecer cuotas, que eso es peyorativo para las mujeres… pues yo comencé siendo una mujer cuota, y a mucha honra", dice con entusiasmo. Y agrega con ironía: "Entré como mujer cuota y ya espero haberme ganado un puestecito por méritos propios".
En la conversación, recuerda sus primeros pasos en la política en el Ayuntamiento de Guadalajara. En ese momento, con 39 años, concretó su vocación, pero perdió un marido. Su pareja no soportó que quisiera entrar a la política. Como ella cuenta, sufrió "un naufragio afectivo y económico", quedó sola, "y con dos niños", pero no se arrepiente.
El masculino mundo de la política también se hizo sentir –"Hubo sus cosillas, pero prefiero quedarme con los bueno"–, sin embargo, recuerda que el gabinete de Sánchez es verdaderamente feminista: "Somos más ministras que ministros, y precisamente no nos han cargado con carteras sencillas, sino que son muy importantes, como Economía, Hacienda, Educación, Defensa, Trabajo, Migraciones, la vicepresidencia…".
—Los ministros de Empleo del G20 se comprometieron a impulsar un futuro del trabajo "inclusivo, equitativo y sostenible", ¿cómo se traduce ese compromiso en políticas explícitas?
—En cada uno de los países del G20 hay una realidad distinta, pero he podido comprobar que son variantes sobre el mismo tema. Puede modificarse el porcentaje, pero en todos los países hay problemas de economía sumergida, de trabajo irregular; personas que están trabajando pero no están contratadas, o están contratadas pero sus contratos no corresponden a su realidad laboral; discriminación por razón de género; mayores problemas de inserción de las personas que tienen algún tipo de discapacidad… son variantes sobre el mismo tema. En España acabamos de aprobar en el Consejo de Ministros del 27 de julio un Plan Director por un Trabajo Digno. En España se está creando empleo, pero no se está creando empleo de calidad. Hay un abuso de la contratación temporal, hay contratos a tiempo parcial fraudulentos –personas que trabajan a tiempo completo pero su contrato figura a tiempo parcial–, y eso significa que cobran menos y cotizan menos. Hay falsos autónomos, personas que trabajan para una empresa pero que en vez de tener un contrato laboral les obligan a darse de alta como autónomos… Por eso este plan está liderado por la Inspección de Trabajo y Seguridad Social. Son más de 70 medidas, con presupuesto para incrementar las plantillas de inspectores en un 25%, para detectar irregularidades y también velar por que se cumpla la igualdad laboral y salarial entre hombres y mujeres, y la inclusión de las personas con discapacidad. No nos vale cualquier empleo, y esto se ha visto en la cumbre del G20. Debe ser un empleo de calidad, inclusivo, lo que la OIT denomina un empleo decente.
En España se está creando empleo, pero no se está creando empleo de calidad
—La presidencia argentina incluyó la perspectiva de género como un tema transversal del G20, el gobierno de España se declaró "feminista"… ¿cómo es la situación laboral de la mujeres en España?
—Desde luego que tenemos un gobierno feminista, el presidente Pedro Sánchez lo ha demostrado incluyendo en su Gobierno un 65% de mujeres. Somos más ministras que ministros, y no nos han cargado con carteras sencillas, sino que son muy importantes, como Economía, Hacienda, Educación, Defensa, Trabajo, Migraciones, la vicepresidencia. En España todavía queda mucho por hacer, tenemos leyes, y muy buenas leyes, pero todavía hay un desequilibrio entre la igualdad formal y la real, y hay que remover obstáculos. La tasa de actividad en mujeres es más baja que la de hombres, la de ocupación también es más baja, tenemos más desempleo en las mujeres que en los hombres. Es fundamental que las mujeres podamos estar en igualdad de oportunidades desde la educación, desde la cuna, hasta el final de nuestras vidas. Es luchar contra una cultura milenaria… Las mujeres solamente tenemos el 100 por 100 del embarazo, del parto y de amamantar a nuestros hijos, del resto de las tareas domésticas deberíamos tener corresponsabilidad entre hombres y mujeres. Necesitamos más escuelas de 0 a 3 años para que madres y padres puedan irse tranquilos a trabajar y, además, que la formación comience antes. Más atención a las personas dependientes, a nuestros mayores y a las personas con discapacidad, porque si no son las mujeres las que se encargan de esas personas. Fomentar los planes de igualdad en las empresas; las políticas de conciliación de vida laboral, familiar y personal; la racionalización de horarios. Hay que remover todavía muchos obstáculos, y en eso estamos. El mundo no puede prescindir de sus mujeres. No somos un colectivo, somos más de la mitad de la población. Un mundo que excluye a las mujeres es un mundo que no tiene futuro. El futuro del trabajo tiene que tener nombre de mujer.
Las mujeres solamente tenemos el 100% del embarazo, del parto y de amamantar a nuestros hijos, del resto de las tareas domésticas deberíamos tener corresponsabilidad entre hombres y mujeres
—¿Cómo fue su experiencia personal?
—Muy complicada. Yo viví una experiencia personal un poco dura y es que mi pareja no aceptó mi decisión de entrar en la política, y justo tres meses después de decir "sí, quiero" al PSOE para entrar en la lista municipal al ayuntamiento de Guadalajara, me separé. Somos bastantes las mujeres que estamos en política que estamos separadas, divorciadas o solteras, y es que todavía es difícil, los horarios no son racionales en la política, son muchas responsabilidades… y hay todavía hombres que no admiten ese tipo de actividad en sus parejas. Así que me vi sola en Guadalajara, sin familia –porque yo soy de Extremadura, y ellos vivían allí en el pueblo–, con una niña de 9 años y un niño de 11; y me tocó sacarles adelante compatibilizando mis responsabilidades como madre y mis responsabilidades como política, pero no me arrepiento. Creo que fue una opción complicada, porque he sufrido un naufragio afectivo y económico, tuve que asumir una mitad de deudas de mi relación anterior, me quedé sin casa porque hubo que malvender lo que teníamos… Fue toda una experiencia, pero en ese momento opté por la libertad, por la dignidad y por seguir mi vocación, mi camino. Yo había abandonado mi camino para seguir el de otra persona, ajusté mi vida a la suya. Yo soy una pasional de la política, me gusta el servicio público, me gusta la lucha por el bien común, me puedo equivocar –evidentemente, nadie es perfecto–, pero para mí la política es algo muy grande, y tenía vocación desde los 12 o 13 años. Así que, a 39 años, a punto de hacer 40, pasó ese tren y yo decidí subir a ese tren y no me arrepiento, con todas las consecuencias. Y mis hijos han tenido que prescindir de mí en algunos momentos, pero también he estado muy pendiente de ellos, de las relación con los tutores, del colegio, de ir a las asambleas de la asociación de padres y madres, muy pendiente de su educación… Poco tiempo, pero he procurado que sea de calidad. Es una experiencia que volvería a repetir, sin lugar a dudas.
Las mujeres no somos un colectivo, somos más de la mitad de la población
—¿Y en el ámbito político?
—Hubo sus cosillas también, pero es que prefiero quedarme con los bueno… Por suerte hemos ido apostando por una legislación que abre paso a las mujeres tanto en los órganos de dirección de las empresas como en la política. El PSOE estableció lo que se denomina listas cremallera, no vale que haya 60-40% de hombres o de mujeres, tienen que ir por cremallera, si el primero es hombre, la segunda es mujer; porque si no ¿qué ocurría?, que ellos se garantizaban el puesto político, y las mujeres íbamos de acompañante al final de la lista. No es fácil, tuve algunos problemillas iniciales… Alguna vez me han llamado mujer cuota, porque hay personas que opinan que la que vale, vale; y la que vale, llega. Y entonces no hay que establecer cuotas, que eso es peyorativo para las mujeres… Pues yo comencé siendo una mujer cuota, y a mucha honra. Entré como mujer cuota y ya espero haberme ganado un puestecito por méritos propios….
—Su ministerio también se ocupa de uno de los grandes desafíos del mundo actual, la migración, y uno de los grandes temas dentro de los países del G20…
—Nosotros nos hemos convertido en la principal ruta de acceso a Europa, porque se han cerrado otras rutas del Mediterráneo, como la de Italia, nos hemos convertido en la principal ruta de acceso a Europa. A mí me gusta hablar de fenómeno migratorio y no de problema; y lo que se está tratando, tras la acogida del buque Aquarius– es que se le dé una solución colectiva, europea. Esto es un fenómeno imparable. España ha sido un país de emigrantes… estamos en Argentina, aquí tenemos cerca de medio millón de personas que nacieron en España o que son ya primera o segunda generación con orígenes españoles. Vinieron aquí huyendo de la miseria que había en nuestro país, o de la guerra, o de la represión tras la guerra civil. Ahora está ocurriendo que muchos jóvenes de España también se están yendo. La España que migra y España que acoge, tenemos la dos caras, e Igual que nosotros queremos que nos traten bien cuando vamos a otros países, pues nosotros debemos tratar con humanidad a los que vienen. Hay que apostar por una migración legal, regularizada. Evidentemente tenemos que tener un control de frontera, porque España no está preparada para recibir a millones de personas que lo pudieran necesitar en el mundo, eso es obvio. Y tenemos más del 15% de tasa de desempleo, por lo que en estos momentos muchas de las personas que están viniendo por el sur utilizan a España como país de tránsito para ir a otros países de la UE, donde la situación económica y laboral es mejor que la nuestra. Hay que trabajar en todos estos aspectos.
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