El régimen sirio de Bashar al Assad, respaldado por Rusia, lanzó este fin de semana intensos bombardeos sobre la provincia de Idlib, último bastión rebelde en el noroeste de Siria, como previa al inicio de la ofensiva para retomar el último enclave levantado contra el Gobierno en 2011.
Se trata del segundo día de bombardeos en la provincia de Idlib, después de que las negociaciones clave en Teherán sobre el futuro del último bastión rebelde y yihadista fracasaran.
El sábado, los cazabombarderos rusos llevaron a cabo los ataques "más intensos" en un mes en esa provincia de cara a una vasta ofensiva, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), en los que murieron al menos nueve civiles.
El domingo, luego de unas horas de pausa, "helicópteros de las fuerzas del régimen lanzaron más de 60 barriles de explosivos sobre la localidad de Hbit, en el sur de la provincia, matando al menos dos niños", dijo a la agencia AFP el director del OSDH, Rami Abdel Rahman. Otras seis personas resultaron heridas.
En paralelo, según la misma fuente, la aviación rusa lanzó "más de diez ataques" en la ciudad de Latamné en el noreste de la provincia de Hama", zona adyacente a Idlib y que está también controlada por rebeldes y grupos yihadistas.
Hayat Tahrir al Sham (HTS), la organización yihadista creada por la ex rama siria de Al Qaida controla el 60% de la provincia de Idlib, que ha sido bombardeada esporádicamente en los últimos años, y el resto está en manos de grupos rebeldes rivales que se levantaron contra el régimen de Al Assad en 2011, dando inicio a la guerra civil siria que ya lleva más de siete años.
Los bombardeos hirieron a cinco rebeldes y afectaron a un hospital, que quedó fuera de servicio. Cerca de la localidad de Hass, situada en el sector sur de Idlib, otra infraestructura hospitalaria sufrió grandes daños el sábado a causa de los bombardeos.
Los ataques bajaron de intensidad a partir del domingo en la tarde, indicó el OSDH, y este lunes todavía no se habían reportado ataques.
El temor a una "catástrofe humanitaria"
Este recrudecimiento de la violencia se produce luego del fracaso el viernes de una cumbre entre los mandatarios de Rusia e Irán, aliados del régimen de Al Assad, y Turquía, que respalda a los rebeldes, para hallar un compromiso sobre Idlib.
La ONU dice que teme una nueva "catástrofe humanitaria", y el desplazamiento de 800.000 personas en caso de asalto.
El miedo es "inmenso" entre los habitantes y el personal médico, afirmó a AFP en Ginebra el jefe de los servicio de salud de la provincia, Munzer al Jalil, asegurando que teme "la crisis más catastrófica de nuestra guerra".
Desde el jueves, centenares de familias huyen de sus hogares en los sectores bombardeados de Idlib, en la mira de Damasco y Moscú por su cercanía con las zonas controladas por las fuerzas leales al régimen sirio.
Las tropas del régimen se han congregado durante semanas alrededor de Idlib, después de retomar el control de otras áreas del país a principios de este año, y se preparan para iniciar la ofensiva terrestre final.
El conflicto en Siria, comenzado en 2011, ha dejado más de 350.000 muertos, siete millones de desplazados internos y cinco millones de refugiados.
Si Idlib finalmente cae en manos del Gobierno, el último foco de resistencia rebelde habrá sido sofocado pero eso no significa que Siria volverá a estar completamente bajo el control de Al Assad.
Aún queda una extensa franja de territorio en el norte, y más allá del río Éufrates, en control de las milicias kurdas del YPG, agrupadas en la coalición rebelde de las Fuerzas Democráticas Sirias y con el apoyo de Estados Unidos. Estos combatientes se fortalecieron tras la debacle del régimen sirio en 2011, y desde entonces han luchado contra el grupo terrorista Estado Islámico (ISIS).
Además, en el norte del país, y en torno a las ciudades de Afrin y Al Bab, milicias del Ejército Libre Sirio y sus aliados de Turquía mantienen también el control.
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