"Cuando me veas, llora". Así reza uno de los tantos presagios de las Piedras del hambre, un conjunto de rocas que se extiende en el lecho de ríos y lagos de Europa Central.
En el río Elba, que comienza en República Checa y luego cruza Alemania hasta el Mar del Norte, están reapareciendo estas piedras como consecuencia de la fuerte sequía que golpea este verano a Europa.
Pese a tratarse de uno de los monumentos hidrológicos más antiguos de Europa Central, su aparición lo único que provoca es preocupación. Es que para los habitantes de esa zona se trata de una señal divina. Más específicamente, una señal de mal agüero.
Históricamente, las apariciones de las Piedras del hambre solían advertir a la gente que tiempos difíciles se acercaban. Estas contienen inscripciones que fueron labradas en momentos en que las aguas se encontraban muy bajas por una fuerte sequía.
Por ese motivo, la reaparición de esos presagios advierte sobre tiempos de sequía y, por lo tanto, de hambre, enfermedades y muertes.
En República Checa, a lo largo del río Elba, se pueden observar más de 12 de estas piedras.
La más antigua se remonta al año 1417, de acuerdo con un estudio elaborado en 2013. Mientras que las más recientes datan de 1616.
En la ciudad de Děčín, ubicada al norte de República Checa, una de las piedras reza: "Wenn du mich siehst, dann weine" ("Cuando me veas, llora").
"Antes lloramos. Ahora lloramos. Tú también llorarás", "Los que una vez me vieron, lloraron. Los que me vean ahora también llorarán", son otras inscripciones que se pueden leer en las Piedras del hambre.
"Si vuelves a ver esta piedra, llorarás. Así de baja estuvo el agua en 1417", señala una de estas rocas ubicada en Alemania.
En ese entonces, la economía dependía, casi en su totalidad, de la agricultura. Por lo que las sequías representaban una gran amenaza para las comunidades agrarias.
Si bien en la actualidad el sistema económico es muy diferente, ya que no solo depende de esa industria, la reaparición de las Piedras del hambre provocan señales de alarma entre la población de Europa del Este.
Desde junio pasado esa región del continente sufre una fuerte sequía, que ya registró récords máximos de temperaturas.
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