La esperanza de hallar sobrevivientes del derrumbe de un puente en Génova, que dejó 39 muertos, disminuye con el paso de las horas mientras continúa la polémica y el gobierno amenaza con castigar a la gestora de la autopista. La búsqueda de desaparecidos bajo los escombros fue suspendida ante el peligro de caída de otra columna de la estructura.
Se espera que las tareas de rescate y retiro de escombros se prolonguen durante días, pero las autoridades advirtieron por el alto riesgo de caída de otra parte del puente, que incluso afectaría a viviendas cercanas que fueron evacuadas. Algunos propietarios intentaron volver para buscar sus pertenencias, pero fueron prevenidos por los equipos de emergencia.
El perímetro de seguridad se amplió, más de 600 personas fueron obligadas a abandonar sus residencias y 11 edificios de la zona afectada fueron evacuados por temor a que otros pilotes del puente cedan.
Durante la noche, los bomberos recuperaron nuevos cuerpos sin vida, por lo cual el balance de muertos se elevó a 39, entre ellos tres chilenos residentes desde hace décadas en Génova y que viajaban en el mismo automóvil.
"Será difícil, esas casas no pueden ser salvadas porque están debajo del puente que debe ser demolido", indicó Giovanni Toti, presidente regional, en declaraciones al periódico Repubblica, quien informó de la suspensión de tareas. En ese sentido, Marco Bucci, alcalde de Génova, agregó: "Tengo dudas de que esas casas puedan mantenerse. Nuestra prioridad es atender a los desplazados".
El papa Francisco oró este miércoles por las víctimas de la tragedia durante el Ángelus por la fiesta de la Asunción y envió un mensaje de solidaridad a todos los afectados.
El martes, en el momento del colapso del puente Morandi, llamado el "puente enfermo" por sus problemas estructurales desde su inauguración en 1967, había unos 30 automóviles y tres camiones que se precipitaron del alto viaducto.
Los cuerpos de socorro evacuaron a unos 16 heridos, 12 de los cuales se encontraban en estado grave y se habla de una decena de desaparecidos, entre ellos una familia que se dirigía a pasar vacaciones en la isla de Elba, algo más al sur. "No llegaron al hotel. No responden al teléfono. A esa hora probablemente estaban cruzando el puente", cuenta angustiado a la prensa Antonio, un pariente.
Debido a la festividad del 15 de agosto, cuando todo el país se paraliza, el flujo de vehículos por esa ruta era altísimo ya que también conduce a zonas de playas así como a regiones de montaña.
Reclamo por justicia
"No ha sido una fatalidad, con seguridad no", adelantó Francesco Cozzi, el fiscal de Génova, resumiendo el sentimiento de buena parte de las autoridades. En Italia estallaron las polémicas este miércoles por una tragedia que muchos consideran que hubiera podido ser evitada.
Tanto el jefe del gobierno italiano, Giuseppe Conte, como el viceprimer ministro Luigi Di Maio, líder del Movimiento 5 Estrellas (M5E, populista), y el ministro de Transportes e Infraestructuras, Danilo Toninelli, han prometido mano dura ante una tragedia que muchos calificaron de inaceptable.
"Dado que hubo graves fallos, hemos iniciado los procedimientos para una eventual revocación de las concesiones para la gestión de las autopistas", anunció el ministro Toninelli.
El gobierno italiano responsabiliza a Autoestrade, la empresa concesionaria de la vía, de propiedad de la familia Benetton, de haber aplazado los controles y la manutención del controvertido viaducto.
La firma divulgó un comunicado con las elevadas cifras invertidas para la seguridad de las autopistas italianas, que califican entre las más seguras de Europa, como respuesta a las acusaciones del gobierno. Según la empresa italiana que administra las autopistas, se estaban realizando obras de consolidación en la base del viaducto, que era objeto de "observación y vigilancia constantes".
Algunos expertos e ingenieros calificaron el desplome del puente de tragedia anunciada, ya que desde su construcción en los años 1960 ha generado controversias, y ha sido sometido a numerosas y costosas obras de remodelación a causa de grietas y la degradación del hormigón.
"Hubo negligencia. Hay que encontrar a los culpables. Esto es un escándalo. No debió ocurrir", clamó indignado desde el río cercano, Francesco Buccheri, de 62 años.
(Con información de EFE y AFP)
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