Científicos chinos están cerca de culminar los planes para el túnel submarino más largo del mundo, una maravilla de la ingeniería tres veces más grande que el Eurotúnel que actualmente cruza el Canal de la Mancha.
Pero hay un pequeño detalle. El túnel conectaría a China con la isla de Taiwán, un territorio independiente y enfrascado en un tenso conflicto histórico con Beijing que no está interesada en la conexión.
Como reporta el South China Morning Post, el Gobierno chino está más pendiente, por el momento, del valor simbólico del proyecto y podría iniciarlo de manera unilateral tan solo para manifestar sus intenciones de unificar ambos territorios.
Para otros, en cambio, la movida podría sugerir las intenciones de Beijing de avanzar por la fuerza sobre Taiwán, en un contexto de renovadas tensiones entre ambas administraciones.
La República Popular China, con capital en Beijing, y la República de China, con capital en Taipei, coexisten desde 1949, cuando los comunistas liderados por Mao Zedong triunfaron en la guerra civil y se hicieron con el control del territorio histórico chino.
Las fuerzas del Partido Nacionalista de Chiang Kai-shek, expulsadas, se refugiaron en la isla de Taiwán, que permanece como un nación independiente.
Desde entonces Beijing mantiene sus intenciones de recuperar a la que considera una "provincia rebelde", representadas por la política de "una sola China".
Taiwán, en cambio, no tiene deseos de ser absorbida por el resto de China, y especialmente desde la llegada de Tsai Ing-wen a la presidencia de la República de China, las relaciones con Beijing se han tensado.
En estos años Taipei ha experimentado numerosos roces con Beijing por las disputas territoriales entre ambos Gobiernos, especialmente debido a la construcción de islas artificiales por parte del régimen comunista, lo que ha producido también tensiones con los Estados Unidos, Filipinas y Vietnam, entre otros.
En este contexto, el ambicioso proyecto de un túnel submarino de 135 kilómetros de largo por el cual circularía un tren a 250 kilómetros por hora parece más un símbolo que una realidad.
Pero a pesar de esto, ya se iniciaron los primeros estudios en el marco de proyecto multimillonario.
"Será uno de los más grandes y desafiantes proyectos de ingeniería civil del siglo 21", dijo un científico chino empleado por el gobierno del presidente Xi Jinping al periódico hongkonés South China Morning Post.
El túnel conectaría la isla de Pingtan, en la provincia continental de Fujian, con la ciudad de Hsinchu, en Taiwán, y su diseño fue terminado el año pasado. El proyecto final acabó siendo varios kilómetros más largo de lo esperado cuando se inició el proyecto, en 2016, pero aún restan numerosos estudios técnicos.
La obra se sumergirá un máximo de 200 metros bajo el nivel del agua y deberá esquivar numerosos rocas de granito e incluso dos fallas en una zona con mucha actividad sísmica.
En gran medida, el modelo para el nuevo túnel está en Europa y en el Canal de la Mancha, donde el Chunnel funciona exitosamente desde 1994 conectando a Francia con el Reino Unido.
Como aquel, esta obra consistirá de tres túneles: dos para trenes que circularán en sentido contrario, y un tercero entre ambos que contiene líneas eléctricas y de comunicación.
Pero en su versión china, todo sería mayor. Un largo de 135 kilómetros, contra los 37,9 kilómetros del Chunnel, y el diámetro de los túneles será de 10 metros, contra los 7,6 metros en Europa.
El costo final, si llegara a concretarse, aún es un misterio, pero para el túnel europeo se debieron desembolsar el equivalente a 14.000 millones de dólares de hoy.
Para Zhu Hehua, investigador en la Universidad Tongji en Shanghái, Beijing comenzará la construcción en forma unilateral como un "símbolo". "No esperará a la reunificación, eso tomaría demasiado", explicó al South China Morning Post.
Dado el clima político imperante, sin embargo, el proyecto podría parecer "tan lejano como llegar a la luna", consideró.
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