En una semana que la primera ministra británica Theresa May querrá olvidar pronto, su gobierno, ya con escaso apoyo en el parlamento, volvió a tambalear tras una serie de renuncias de alto perfil derivadas del que se ha convertido en su talón de Aquiles: la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) o Brexit.
El domingo, el Secretario de Estado para la Salida de la UE, David Davis, dimitió y con él su segundo al mando, el subsecretario de Estado para el Brexit, Steve Baker, luego de que May presentara su proyecto para un Brexit "suave".
Un día después, el canciller Boris Johnson, histriónico euroescéptico que fue uno de los rostros de la campaña de 2016 en favor de la salida de Europa, sumó su propia renuncia en un cargo vital para el Reino Unido. Fue reemplazado por Jeremy Hunt, ex Secretario de Estado para la Salud.
I am proud to have served as Foreign Secretary. It is with sadness that I step down: here is my letter explaining why. pic.twitter.com/NZXzUZCjdF
— Boris Johnson (@BorisJohnson) July 9, 2018
A las pocas horas le siguieron los parlamentarios conservadores (tories) Ben Bradley y Maria Caulfield, personalidades de menor rango en el espectro político británico pero que aún así pertenecen al mismo partido que May y ponen presión sobre su gobierno.
A modo de resumen de la postura más dura en el Partido Conservador, Bradley dijo el martes que la propuesta de May "ataba al Reino Unido a las regulaciones de la UE" y que en definitiva era "el peor de todos los mundos, no respeta el espíritu del Brexit".
Mientras que Caulfield consideró que el acuerdo "no aprovechaba por completo las oportunidades que ofrece el Brexit" y que en consecuencia "no podría apoyarlo".
"Esto será malo para el país y malo para el partido, la consecuencia será la llegada del primer ministro Jeremy Corbyn", en referencia al líder del opositor Partido Laborista.
El gobierno de Theresa May se mantiene en el poder gracias a una alianza entre su Partido Conservador y el Partido Democrático Unionista (DUP) de Irlanda del Norte, ya que los tories no tienen una mayoría propia en el Parlamento.
Esta delicada situación se vio ampliada el año pasado cuando May llamó a elecciones generales anticipadas para intentar fortalecer su posición y, por el contrario, perdió asientos en la Cámara de los Comunes ante un electorado profundamente dividido desde el referéndum de 2016 en el que fue aprobado el Brexit.
Por el contrario, la figura de Jeremy Corbyn se perfiló como una alternativa laborista que podría llegar a crecer si las peleas internas por el Brexit siguen dividiendo a los conservadores.
Un Brexit "sólo en el nombre"
La serie de renuncias ocurrió en respuesta al plan cerrado por el gobierno de May el viernes para llevar adelante el denominado Brexit "suave", es decir un acuerdo de salida de la UE limitado en su alcance, que intenta preservar ciertas dinámicas comerciales, y que es fuertemente resistido por los promotores de un quiebre más abarcativo con el bloque.
Sus detractores lo han incluso llamado BINO, o Brexit in Name Only ("Brexit sólo en el nombre"), y el "libro blanco" para su implementación fue presentado oficialmente el jueves.
En concreto, Londres busca acordar un área de libre comercio con Europa que establecerá "una normativa común para bienes industriales y productos agrícolas", en base a tribunales europeos que tendrán la última palabra.
"[El acuerdo] cumple con el voto que la gente dio sobre el 'brexit', cumple el hecho de que pondremos fin al libre movimiento, de que pondremos fin a la jurisdicción del Tribunal de Justicia de la Unión Europea en el Reino Unido, de que no gastaremos vastas contribuciones para la Unión Europea cada año", declaró May el miércoles desde Bruselas, donde participó de la cumbre anual de la OTAN. "Cumplimos con ese 'brexit' y lo hacemos de un modo que protege empleos y sustentos", agregó.
El 23 de junio de 2016 el 51,89% de los británicos se inclinaron por el Brexit en un referéndum en todo el Reino Unido, tras una larga campaña que enfrentó a los euroescépticos más intransigentes contra los integristas más acérrimos, y en el medio el electorado.
Como consecuencia de este resultado el primer ministro conservador David Cameron renunció y en su lugar ocupó al cargo Theresa May, hasta entonces secretaria del Interior.
May, al igual que Cameron, defendía en ese momento la permanencia del Reino Unido en la UE, pero tras la derrota de esta postura en las urnas fue elegida con la misión de llevar adelante el largo y delicado proceso de salida.
El 29 de marzo de 2017 Londres notificó oficialmente a Bruselas de su decisión de dejar la UE, activando el artículo 50 del Tratado de Maastricht.
La salida definitiva, es decir la conclusión del Brexit, está pautada para el 29 de marzo de 2019, y en el tiempo hasta entonces el Reino Unido y la UE deben negociar los términos de esta salida, empresa de la que estaba cargo el ex secretario Davis.
A la fecha ya se ha llegado a un acuerdo provisional en las tres cuestiones esenciales: el monto de la deuda que el Reino Unido mantiene con el bloque; la situación fronteriza en Irlanda del Norte, que linda con la República de Irlanda, miembro de la UE; y el status de ciudadanos británicos viviendo en Europa, así como de europeos en Gran Bretaña.
Pero aún quedan muchos detalles por definir en estas tres áreas, y una enorme incertidumbre sobre el tipo de relaciones que Londres y Bruselas mantendrán después de marzo de 2019, como recuerda la BBC.
En este sentido, el gobierno de May ya negoció un período de transición de 21 meses tras el Brexit, hasta el 31 de diciembre de 2020, durante el cual se retendrán varias facetas de la vida en unión como el libre movimiento de personas.
En este contexto, el viernes May dio otro paso en el camino al Brexit "suave" con el acuerdo negociado con sus propios cuadros en la residencia oficial de Chequers, en Ellensborough.
La idea de una zona de libre comercio para manufacturas y productos agrícolas bajo regulaciones europeas es una de las más polémicas entre los pro-Brexit, ya que de alguna manera mantiene la situación actual, señaló el Financial Times.
Se trata de la denominada "opción noruega", ya que emula los acuerdos que este país, que no es miembro de la UE, mantiene con el bloque.
May eligió a Dominic Raab, un halcón pro-brexit, para suceder a Davis, lo que indica la voluntad de Londres de mantener a miembros de esta vertiente conservadora en el gobierno. Restará ver, entonces, como se adecua el nuevo ministro a la implementación de esta zona de libre comercio.
Pero, por otro lado, el nuevo canciller y reemplazo de Johnson, Jeremy Hunt, es una figura moderada que se manifestó reiteradas veces a favor de mantener a su país en la UE, por lo que el campo del "Brexit duro" parece haber perdido con él parte de la influencia que tenía con Johnson.
Johnson y Corbyn, al acecho
En el contexto de esta crisis, y en base al delicado apoyo de su gobierno, May se enfrenta ante la amenaza de una posible moción de censura, es decir una votación entre parlamentarios conservadores para decidir si la premier sigue en el cargo.
Para avanzar en esta dirección es preciso que el 15% de los parlamentarios, es decir 48 entre los 316 del partido conservador de May, soliciten la medida al Comité 1922 de esta fuerza, que se reunirá este lunes. Si esto se logra, el bloque entero debe entonces votar la permanencia de la premier. La última moción de censura tuvo lugar en 2003, cuando Iain Duncan Smith fue apartado como líder de los tories.
Johnson, que no ha ocultado nunca sus intenciones de convertirse en Primer Ministro, se erigiría entonces como una de las principales opciones para suceder a May.
Si bien en un principio periodistas de la BBC reportaron que los disidentes habían logrado reunir las intenciones de los 48 parlamentarios necesarios, en los días posteriores también hubo intentos de apaciguar la situación desde el campo de los halcones del Brexit, que demandaron cambios en el proyecto de May pero no, por el momento, su salida del gobierno.
Y es que la medida tendría un alto costo para el Partido Conservador en términos de unidad frente a la oposición, que tiene altas chances de aumentar su influencia si tras la crisis se llama a elecciones, como sucedió el año pasado, acercando la posibilidad de una vuelta de los laboristas al gobierno.
"¿Cómo puede alguien tener fe en que la primera ministra logrará un buen acuerdo con los 27 gobiernos de la Unión Europea si ni siquiera es capaz de firmar un pacto dentro de su propio Gabinete?", criticó Corbyn en medio de la crisis en el gabinete de May. "Está claro que este Gobierno no es capaz de lograr un acuerdo que proteja la economía, los puestos de trabajo y los estándares de vida", agregó frente a la Cámara de los Comunes.
Señales de estancamiento económico
Tras la victoria del "Sí" en 2016, los pronósticos sobre fuertes repercusiones negativas en la economía británica provocaron una enorme preocupación.
Pero lo cierto es que no se produjo un derrumbe tras el referéndum: si bien la libra perdió terreno frente al dólar, la economía siguió creciendo y el desempleo se redujo, alimentando las expectativas de los defensores del Brexit de mejorar la situación gracias a la salida.
Sin embargo, como reporta la revista The Economist, este año la economía británica está comenzando a dar señales claras de desaceleración, con reducción del crecimiento (1,5%), y un aumento de la inflación (3,1%) por encima del crecimiento de los salarios.
Además, la incertidumbre sobre el tipo de acuerdo del Brexit que pueda negociar Londres está también teniendo efectos de estancamiento en el sector financiero, a menos de un año de la pautada salida definitiva del bloque.
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