Los pronósticos de lluvia complicaron aún más las tareas de rescate de los 12 niños y su entrenador de fútbol, que están atrapados en la cueva Tham Luang desde el 23 de junio. Los esfuerzos por extraer la mayor cantidad de agua con bombas hidráulicas parecen vanos por el momento.
La propuesta de enseñarles a bucear a los niños para sacarlos sufrió un duro golpe este jueves, cuando se conoció la muerte de Samarn Kunan, un experimentado socorrista de 38 años, que era ex miembro de la Marina tailandesa.
Sacarlos buceando es muy arriesgado. Piensen en lo que pasó, un Navy Seal acaba de morir anoche
Para Raphael Aroush, un buzo israelí de 53 años que vive desde hace décadas en el país del sudeste asiático, y que está colaborando con el rescate, lo sucedido con Kunan prueba los enormes peligros de esa alternativa. "Sacarlos buceando es muy arriesgado. Piensen en lo que pasó, un Navy Seal acaba de morir anoche. Imagínense lo que podría ser para un niño de 12 años", dijo a la agencia Reuters.
Aroush recorrió la cueva 25 años atrás. "Hay agua por todos lados. Es muy, muy, muy ceñida. Uno tiene que atravesar pasajes angostos con mucha agua. No es una forma normal de bucear. Además, la visibilidad es realmente mala. Uno tiene que bucear a ciegas", afirmó.
Si a eso se suma la edad de los menores, que ni siquiera saben nadar y que tienen los músculos atrofiados tras pasar dos semanas atrapados, el resultado es un cóctel explosivo. "Muchas cosas pueden salir mal. Podría ser una catástrofe", concluyó Aroush.
Kunan "perdió el conocimiento en el camino de vuelta", precisó el jefe de los comandos de la Marina, Apakorn Yookongkaew. "Tras haber entregado una reserva de oxígeno, no tuvo suficiente", anunció el vicepresdiente de la provincia de Chiang Rai, Passakorn Boonyaluck.
"Aunque hayamos perdido a un hombre, seguimos teniendo fe en nuestra misión", aseguró, con la voz temblorosa, el viernes por la mañana.
Los socorristas trataban el viernes de avanzar al máximo en sus preparativos de evacuación antes de que retorne la lluvia, según las previsiones. Esperan poder, con ayuda de bombas, que el nivel del agua baje a tiempo lo suficiente como para que los niños puedan salir de allí sin tener que bucear o haciéndolo en momentos contados.
De momento, un buzo experimentado necesita 11 horas para hacer un viaje de ida y vuelta hasta donde están los niños: seis de ida y cinco de vuelta gracias a la corriente. El recorrido es de varios kilómetros e incluye pasos angostos y tramos bajo el agua.
Pero los socorristas evitan pronunciarse a favor de una evacuación de los niños buceando. "Seguimos considerando varias opciones", declaró el general Chalongchai Caiyakam.
Por ahora, los socorristas dicen que prefieren esperar a que baje el agua, excepto para suministrarles víveres durante semanas: esto permitiría a los niños salir a pie por la galería, con una parte mínima de tramos submarinos que se tengan que recorrer con máscaras.
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