Quién fue August Hlond, el cardenal polaco antisemita que podría ser declarado santo

La reciente decisión del papa Francisco de avanzar el proceso de santificación del cardenal August Hlond, primado de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, ha generado un escándalo luego de que organizaciones judías y católicas acusaran este miércoles al también obispo de sostener posiciones antisemitas.

No está aún claro si estas protestas pondrán un freno al camino a la santidad de Hlond, fallecido en 1948, pero en el pasado, el Vaticano ha tomado este tipo de objeciones en serio, y en algunas instancias, como en el caso del sacerdote francés Leon Dehon en 2005, incluso suspendió la canonización.

El Papa aprobó en mayo un decreto que reconoce las "virtudes heroicas" del cardenal Hlond y lo declara "Venerable", segundo paso en el proceso de canonización. tras haber sido nombrado "Siervo de Dios" en 1992.

Ahora, el Vaticano debe primero confirmar un milagro atribuido a la intercesión de Hlond para que sea beatificado, paso tres, y si luego se comprueba un segundo milagro llegará finalmente a ser considerado santo, una de la instituciones más importantes de la fe católica.

El obispo de Gniezno y Varsovia nació el 5 de julio de 1881, y desde 1926 hasta su muerte en, 1948, fue el miembro de mayor rango de la Iglesia católica en Polonia, país en el que su figura es respetada por oponerse tanto a la ocupación nazi, entre 1939 y 1945, como al control posterior de la Unión Soviética.

Pero el presunto antisemitismo de Hlond ha ido criticado numerosas veces en el pasado tanto por organizaciones judías como católicas, que consideran que su actitudes representaron la posición de la Iglesia católica durante la primera mitad del siglo XX.

El Comité Judío Estadounidense (AJC, por sus siglas en inglés) destacó un pasaje incluido en una carta pastoral de 1936 en la cual Hlond señala: "Es un hecho que los judíos están peleando contra la Iglesia católica, persisten en el librepensamiento, y son la vanguardia del ateísmo, el bolchevismo y la subversión".

"Es un hecho que los judíos tienen una influencia corruptora en la moral y que sus editoriales están esparciendo pornografía. Es cierto que los judíos perpetran fraude, practican usura y manejan la prostitución. Es cierto que, desde un punto de vista ético y religioso, la juventud judía está teniendo una influencia negativa en las escuelas", escribía Hlond, como rescata el profesor de Teología estadounidense Ronald Modras en su libro La Iglesia católica y el antisemitismo.

"Mientras los judíos sigan siendo judíos, existe un problema judío y seguirá existiendo", indicaba el cardenal, matizando, sin embargo, que "existen muchos judíos que son creyentes, honestos, justos, generosos y filántropos, seamos justos".

Además, el primado de Polonia aseguraba que estaba "bien" boicotear comercios judíos para apoyar, en cambio, a "los polacos", aunque declaraba prohibido "destruir sus locales, mercancías y ventanas".

Pero "uno debería alejarse de la influencia moral dañina de los judíos, alejarse de su cultura anticristiana y especialmente boicotear sus editoriales y publicaciones".

"Cuando la misericordia divina ilumine a los judíos para que acepten sinceramente a su y nuestro Mesías, los aceptaremos en nuestras filas con alegría", concluía.

Por años estas líneas se han citado como evidencia de la postura institucional antisemita de la Iglesia católica que, finalmente, fue modificada en el II Concilio Vaticano, que tuvo lugar entre 1962 y 1965.

Por otro lado, y en un intento por diferenciarse de los hechos que estaban ocurriendo en la vecina Alemania, Hlond también llamó a sus fieles a "respetar y amar a los judíos como personas, sin golpearlos o injuriarlos", y a tener cuidado con un "antisemitismo importado del extranjero que es incompatible con la ética católica".

El silencio del pogromo

El AJC también critica la inacción de Hlond durante la matanza de Kielce en 1946, cuando más de 40 judíos sobrevivientes del Holocausto fueron masacrados por vecinos polacos con el apoyo de milicias nacionalistas y el primado sugirió que era culpa de las víctimas.

El director de asuntos interreligiosos del AJC, rabino David Rosen, dijo a la agencia AP que Hlond "no condenó este hecho ni llamó a los polacos a dejar de asesinar judíos, en cambio destacó que los judíos eran todos comunistas o simpatizantes del comunismo y que el pogromo era su propia culpa".

De esta manera, el avance en el proceso de canonización será visto como "una expresión de apoyo al enfoque extremadamente negativo que el cardenal Hlond tenía de la comunidad judía", dijo.

"Es muy difícil ver cómo se puede sostener que el hombre sea un parangón de santidad cuando la información es tan explícita", indicó Rosen, agregando que el proceso debería ser frenado.

Por otro lado, el Centro Simon Wiesenthal, una institución que documenta las víctimas del Holocausto y persigue a criminales de guerra nazi, señaló que hacer santo a Hlond sería "un envalentonamiento" del gobierno de extrema derecha en Polonia y sus "esfuerzos de escribir selectivamente las actividades de polacos en esta era trágica".

Por encima de su tiempo

Pero no solo instituciones vinculadas a la comunidad judía se pronunciaron en contra de la canonización. El semanario católico Tygodnik Powszechny sostuvo que la carta pastoral no hizo nada para proteger a los judíos de los ataques de los nacionalistas.

"Hlond no sugirió ninguna salida para el 'problema judío' ni tampoco un plan para una coexistenceia digna y pacífica en el país. Uno podría decir, 'esos no eran tiempos de diálogo'. Pero también se podría decir, ¿no deberíamos esperar que los candidatos a ser santos se eleven por encima del pensamiento típico de sus tiempos?", indicó el periódico.

Boguslaw Koziol, el sacerdote polaco que está promoviendo la canonización de Hlond ante el Vaticano, aseguró, en cambio, que las críticas "no tienen fundamentos" y que el cardenal predicó "amor a pesar de la nación o la religión".

También aseguró que el pasaje citado en la carta pastoral fue "progresivo" para su tiempo, al proteger a los judíos de la violencia, aunque también admitió que algunas ideas eran "cuestionables".

"Los críticos de Hlond se han enfocado en la parte negativa de la carta, pero no citan otras partes", dijo a la AP. También acusó al gobierno comunista de posguerra de presionar a la Iglesia y forzar su reticencia a actuar en masacres como la Kielce.

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