A lo largo de 2017 entraron a la Unión Europea 204.300 personas por canales irregulares. Es un 60% menos que en 2016 y un 88% menos que en 2015, cuando se había alcanzado el récord de 1.8 millones de inmigrantes ilegales.
El dato parece tranquilizador y podría transmitir la sensación de que es un problema en vías de resolverse. Pero la realidad es muy diferente. Por más que haya disminuido el número de ingresantes, la crisis humanitaria y política es cada vez más profunda.
El año pasado murieron 3.116 personas tratando de cruzar el Mediterráneo en embarcaciones precarias, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Muchos de ellos habían acudido a traficantes humanos para que los lleven desde la costa de Libia, en el norte de África, hacia Italia, que es el país que más gente recibe en estas condiciones. Fueron 119.000 en 2017.
Entre las desigualdades socioeconómicas y el cambio climático hay suficiente presión migratoria para las próximas décadas
"Entre 2014 y 2017, y nuevamente ahora, hubo en Europa un heterogéneo flujo migratorio desde el Norte de África y Medio Oriente. El catalizador incluye una amplia gama de procesos históricos y contemporáneos, desde la guerra hasta la pobreza y la desesperanza. Más que una crisis es una nueva era en los movimientos Norte — Sur. Entre las desigualdades socioeconómicas y el cambio climático hay suficiente presión migratoria para las próximas décadas", explicó Pedro Gois, profesor de sociología en el Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra, consultado por Infobae.
Los temores que despierta este masivo arribo de personas de culturas tan diferentes a la europea propiciaron el surgimiento de fuerzas nacionalistas y, a veces, xenófobas. Su avance impulsa a muchos gobiernos a tomar medidas más duras para no perder votos.
"El rechazo de la migración indocumentada se está convirtiendo en un sentimiento antiinmigrantes entre amplios sectores de la opinión pública europea. Hay dos razones principales. Una es la extendida crisis en el mercado de trabajo, con niveles de desempleo récord entre los jóvenes. La segunda es la desinformación de la opinión pública, que ignora cómo funciona la protección internacional en Europa", sostuvo el sociólogo y demógrafo Philippe Fargues, profesor del Instituto Universitario Europeo, en diálogo con Infobae.
Uno de los ejemplos más claros de esta tendencia se está viendo en Italia, donde llegó a la coalición gobernante la Liga Norte, un partido de extrema derecha que se alió al populista Movimiento 5 Estrellas. Su líder, Matteo Salvini, fue designado ministro de Interior el 1 de junio.
Necesitó menos de diez días para desatar un escándalo por aplicar su política radical contra la inmigración, violando normas del derecho internacional. En una medida sin precedentes, le negó la posibilidad de atracar en puertos italianos al buque de rescate Aquarius, que había salvado de morir ahogados a 629 migrantes que naufragaron poco después de salir de Libia. Tras algunos días de máxima incertidumbre, la crisis se resolvió cuando el socialista Pedro Sánchez, flamante presidente de España, ofreció hacerse cargo.
"La migración internacional es hoy un fenómeno global causado por numerosos factores, incluyendo las desigualdades demográficas y económicas entre los países, además de la guerra, el hambre y los desastres medioambientales. Sin embargo, las políticas migratorias que adoptan la mayoría de los países receptores son cada vez más restrictivas, tanto para los refugiados como para los migrantes económicos", dijo a Infobae Elena Ambrosetti, profesora de demografía en la Universidad de Roma La Sapienza.
El Consejo Europeo se reunió esta semana con la inmigración como tema central. El resultado fue el mismo de siempre, una declaración que propone una serie de iniciativas entusiastas, pero no impone nada a los países miembros, que están demasiado divididos para llegar a un acuerdo.
"La respuesta a la inmigración en 2018 es atribuible a un cambio en el sentimiento de los votantes. De una postura acogedora y humanitaria al comienzo, las sociedades europeas han empezado a fatigarse con lo que perciben como una oleada de arribos, que genera preocupaciones respecto de la seguridad y la integración. Esto último pega en el corazón del debate sobre la identidad nacional, un tema que está en la primera línea en Europa y en Estados Unidos", dijo a Infobae Angeliki Dimitriadi, investigadora de la Fundación Helénica para la Política Europea y Exterior.
Si bien Estados Unidos no enfrenta un desafío comparable al de Europa, que está rodeada de las regiones más conflictivas del mundo, la tensión política subió a niveles semejantes. En 2016 entraron 1,49 millones de inmigrantes, un 7% más que el año anterior. En total, hay 43,7 millones viviendo en el país, un 13,5% de la población. En 1970 eran sólo el 5 por ciento. Se estima que cerca de 11 millones son indocumentados.
Los gobiernos no saben cómo lidiar con el fenómeno por miedo a perder el consenso de los votantes y por el temor a no poder integrar a los migrantes
En 2016 fueron atrapadas en la frontera 415.816 personas que intentaban ingresar ilegalmente al país, un 23% más que en 2015. El 98% de los arrestos se registraron en la frontera sur, y casi todos los detenidos eran de México, Guatemala, El Salvador y Honduras. Desde que asumió la presidencia, en enero de 2017, Donald Trump se propuso reducir el flujo de migrantes que recibe Estados Unidos año a año. Los considera responsables de buena parte de la criminalidad que afecta al país.
Luego de proyectar la fallida construcción de un muro en la frontera, frenar el ingreso de refugiados y prohibir la llegada de personas de algunos países musulmanes, el Presidente tomó una de sus medidas más radicales el mes pasado. El fiscal general, Jeff Sessions, impuso una política de "tolerancia cero" que implica acusar criminalmente a todos los adultos que ingresan ilegalmente.
Como algunos llegan con sus hijos, y estos no pueden ir a la cárcel, los niños empezaron a ser separados de sus padres. Al ser considerados como "no acompañados", se los derivaba al sistema de acogida. Entre el 5 de mayo, cuando comenzó a implementarse esta política, y el 9 de junio, 2.342 menores quedaron desvinculados de sus familias.
La reacción interna y externa al ver cientos de niños solos, encerrados en jaulas, fue tan contundente que Trump tuvo que dar marcha atrás. El pasado 20 de junio firmó una orden ejecutiva para detener la separación de las familias migrantes. Así logró bajar la tensión, pero el problema de fondo continúa.
"Es un poco difícil explicar esas políticas —dijo Ambrosetti—. Hay razones culturales, económicas y de seguridad nacional. Los gobiernos no saben cómo lidiar con el fenómeno por miedo a perder el consenso de los votantes y por el temor a no poder integrar a los migrantes. Esas preocupaciones sobrepasan a los factores demográficos y económicos, que llevarían a alentar la inmigración".
Propuestas para una solución posible a un problema complejo
1. Promover una inmigración legal y regulada
"Hay muchas maneras de tratar el incremento de la inmigración en Europa, empezando por la más obvia: abrir senderos de entrada legales y seguros. Eso reduce los incentivos de los migrantes a usar traficantes humanos y rompe sus redes. También sería crucial que los estados miembros de la UE asignen cuotas para la acogida de quienes buscan asilo. Aliviaría la responsabilidad de los países que están en la primera línea y facilitaría la integración", afirmó Dimitriadi.
Esta estrategia no sólo serviría para los refugiados que huyen de conflictos armados o de desastres naturales. Promover una inmigración controlada con fines laborales también permitiría una salida de la pobreza para miles de personas de diferentes países, pero sin que corran el riesgo de morir en el camino. Considerando el rechazo de la población europea a tomar los empleos de más baja calificación, no debería tener efectos nocivos sobre la tasa de desocupación.
Este tipo de abordaje también podría ser fructífero en Estados Unidos. "Abrir rutas seguras para quienes buscan asilo y sus familias le causaría menos problemas y un costo muy inferior al gobierno estadounidense. Paradójicamente, en los últimos 18 años se redujo el número de detenciones en la frontera, pero el gasto en controles se incrementó", dijo Ambrosetti.
2. Regularizar a los indocumentados
"En mi opinión —dijo Gois—, la primera solución debería ser una legalización de todos los que están indocumentados en Estados Unidos, con su integración formal en el mercado de trabajo. Enviaría la señal de que ya no hay demanda de empleo para nuevos inmigrantes ilegales".
Sería un complemento del punto anterior. La idea es introducir en el mercado formal lo que ocurre en las sombras. "Sin alternativas para la migración legal lo que queda es el crecimiento de la ilegal —continuó Gois—. Se puede hacer una analogía con la Ley Seca en Estados Unidos, que generó mafias urbanas para vender alcohol. Sólo acabando con la causa, que era la ley, se pudo terminar con el crimen".
Abrir senderos de entrada legales y seguros reduce los incentivos de los migrantes a usar traficantes humanos
3. Apoyo económico y político de los países receptores a los emisores
"El apoyo a las economías locales y a la educación, reduciría el número de los que emprenden esa travesía por la falta de perspectivas", sostuvo Dimitriadi. "La ayuda financiera y en capacidades estatales, focalizada en los países de tránsito, es necesaria para permitir que puedan administrar los arribos y, potencialmente, identificar los casos más vulnerables, que necesitarían mayor protección".
Está claro, pocas personas quieren irse de su país si pueden gozar de condiciones de vida mínimamente aceptables. Por eso, la solución de fondo a los desbordes migratorios va a ser siempre el desarrollo de las naciones que expulsan a sus habitantes. Eso no se puede inocular de afuera, es un proceso largo que depende de dinámicas internas. Pero los países más poderosos del planeta pueden hacer un aporte.
"No obstante —aclaró Dimitriadi—, estas medidas requieren de mucho financiamiento, algo que la UE no tiene en este momento o no está dispuesta a comprometer. Además, son soluciones de largo plazo, que requieren de muchos años para dar frutos. En este clima de discursos populistas y tensión política, es muy improbable que los líderes vayan a optar por respuestas medidas".
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