Un robot con ruedas que reparte comida en los campus de las compañías de Silicon Valley, una pequeña máquina de medio metro de alto que avanza a 6,5 kilómetros por hora, recibe patadas en lugar de propinas. A veces la gente los vandaliza simplemente al ponerlos de costado, de modo tal que no se pueden enderezar y seguir su camino. Los cofundadores de Skype, Ahti Heinla y Janus Friis, creadores de la compañía Starship Technologies, de delivery-bots, denunciaron el hecho a comienzos de junio de 2018.
A partir de entonces se observó que otros ataques, que parecían casos aislados, configuran en realidad una tendencia. Los niños insultan y golpean a los robots en los centros comerciales de Japón, según un estudio, donde además un hombre fue detenido por descargar su ira contra uno de SoftBank. En San Francisco, un robot de casi dos metros, que patrullaba un lote de una fundación, fue acusado de asustar a los homeless de la zona para que no se refugiaran en el lugar, y días después secuestrado, envuelto en una lona y embadurnado con salsa de barbacoa en todos sus lentes y sensores.
"Los robots que parecen y actúan como personas son una amenaza a la identidad humana", dijo a The Boston Globe Karl MacDorman, quien enseña interacción entre humanos y computadoras en la Universidad de Indiana. "Un robot que pudiera servir de sustituto de una persona podría amenazar su sentido de la identidad", agregó, "pues reduce el significado de ser humano".
Dos de los automóviles sin conductor de Google —siguió el periódico de Boston— fueron asaltados en marzo, incluidos con choques intencionales. En abril, en Mountain View, California, otro robot, de la firma Knightscope, con una vaga similitud a R2-D2, fue atacado por un hombre de 41 años en estado de ebriedad.
Y está el caso Hitchbot, un robot parlante que un grupo de investigadores canadienses creó para indagar en la interacción de los humanos con las máquinas: con un aire gracioso, pedía que le dieran un aventón en los caminos, y así conoció Alemania y Holanda, pero cuando salió de Boston para cruzar los Estados Unidos hacia San Francisco, fue reducido a pedazos en 2015, mientras esperaba al costado de un camino en Filadelfia.
"En algunos casos, puede ser simple vandalismo surgido del tedio", dijo Kate Darling, investigadora del Laboratorio de Medios del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). "En otros casos, podría ser que la gente estuviera enojada por cómo se usa al robot", distinguió.
El psicólogo Tom Guarriello opinó que muchos individuos consideran que las máquinas inteligentes amenazan su modo de vida: el conductor del podcast RoboPsych, sobre la interacción de los humanos y los robots, citó a The Boston Globe los informes que estiman que la mitad de los empleos de los Estados Unidos desaparecerán a manos de computadoras y robots.
"Tener miedo de perder el empleo por un robot no va a hacer que uno le tome cariño a la tecnología", dijo. "Va a hacer que la gente se sienta nerviosa, y parte de la ansiedad se va a expresar en violencia". Sobre todo porque hace rato ya que los robots no están limitados a ciertos ámbitos fabriles: los automóviles sin conductor, los androides de delivery, los drones y los guardias de seguridad robóticos están en las calles, junto a las personas
Por eso algunos especialistas estudian ya cómo hacer que los humanos ayuden a las máquinas que no se pueden defender de los ataques de otros humanos, como en el programa anti-bullying que investiga Xiang Zhi Tan, quien cursa su doctorado en Carnegie Mellon University. "Por ahora, los hallazgos de Tan no provocan optimismo", explicó el periódico de Massachusetts.
"En una prueba en la que 48 personas vieron cómo alguien abusaba de un robot, 45 ofrecieron ayuda pero sólo luego de que el ataque hubiera terminado y la máquina yaciera de costado. Algunos participantes dijeron que se sentían mal por el robot, pero ninguno se sintió lo suficientemente mal como para detener el abuso".
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