El dictador que murió diciendo que había dejado "todo atado y bien atado" ya no podrá descansar en su estrafalaria tumba del Valle de los Caídos.
Los restos de Francisco Franco, el hombre que impuso su mano de hierro sobre España durante 36 años, serán exhumados de la tumba en el monumento que él mismo hizo construir cerca de El Escorial, en la Comunidad de Madrid.
Tuvieron que pasar 43 años desde su fallecimiento para que un gobierno español pudiera imponer una ley aprobada por el pleno del Congreso una década antes para terminar con los símbolos de la dictadura y convertir a ese monumento a los caídos en un centro de homenaje a todas las víctimas de la guerra civil (1936/39) y los presos políticos que fueron obligados a ayudar en su construcción.
Una decisión del nuevo gobierno del socialista Pedro Sánchez que revierte la inacción de la anterior administración del conservador Mariano Rajoy, cuyo Partido Popular (PP) fue creado por varios de los ex ministros de Franco. Y a pesar del tiempo transcurrido todo sucede entre medio de una dura polémica que muestra las heridas aún sin cicatrizar de una guerra que sigue dividiendo a los españoles y los hispanoamericanos.
El flamante presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, ya había anunciado la medida en un acto de diciembre del año pasado en memoria de los 2.000 fusilados en el paredón del cementerio de Paterna.
"Al principio se dijo que las heridas estaban demasiado frescas. Cuando pasaron los años se dijo que no merecía la pena remover una historia olvidada. Es decir, que primero era demasiado pronto y luego demasiado tarde. Ignorando un pasado incómodo no se puede construir un futuro confortable", dijo en ese momento Sánchez.
Su partido, el PSOE, dice ahora que buscará el consenso entre todas las fuerzas políticas para trasladar los restos pero que lo harán aunque el PP se oponga. Una portavoz del PP respondió diciendo que "los socialistas buscan batallas culturales que no aportan nada, quieren volver a la España de la confrontación y la tensión social".
Francis Franco, el nieto del dictador, se puso al frente de la oposición a cualquier cambio y pidió al papa Francisco que interceda para detener la exhumación.
En una carta publicada por el diario La Razón de Madrid, pidió al gobierno que "se deje de hacer tonterías" y aseguró que el Valle de los Caídos "no se hizo para seguir dividiendo a los españoles sino con el propósito de unir bajo la Cruz los retos de los muertos de los dos bandos".
Emilio Silva, el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) dijo: "En otros países no se le ocurre a nadie que las víctimas, los represaliados, estén pagando con sus impuestos la tumba del dictador, del represor". Y el líder del opositor partido Podemos agregó que "lo que convierte al Valle de los Caídos en un centro de exaltación del genocidio y la represión es que allí sigan los restos de Franco ¿Se imagina alguien algo parecido en las afueras de Berlín?".
El asunto más ríspido es que el monumento contiene, además de las tumbas de Franco y del líder falangista Primo de Rivera, los restos de otras 30.000 víctimas de la guerra que de acuerdo a los ingenieros que revisaron la obra en los últimos años están prácticamente ensamblados con el concreto y sería imposible exhumarlos.
Pero los restos de Franco se encuentran bajo una losa de granito de 1.500 kilos y el forense Francisco Etxeberria que trabajó en el traslado de los cuerpos de Miguel de Cervantes, Salvador Allende y Pablo Neruda, cree que podrían ser removidos sin mayores problemas.
"Bastaría con un servicio funerario", aclaró. Entre los enterrados bajo la enorme cruz de 150 metros se encuentran los cuerpos de cientos de militantes anarquistas y comunistas que la dictadura depositó en el lugar a pesar de la oposición de sus familiares. También hay un reclamo de las familias de los miles de presos políticos que fueron forzados a trabajar en su construcción. Y es que España nunca logró una reconciliación por esa terrible guerra que dejó unos 650.000 muertos (no hay ningún consenso sobre la cifra). No tuvo un Nunca Más como en Argentina o una comisión de la verdad como en tantos otros países sacudidos por estas tragedias.
Hace 80 años, España se sumergía en una dolorosa guerra civil preludio de la Segunda Guerra Mundial. El conflicto despertó pasiones en todo el mundo y terminó por instaurar una larga dictadura. El 18 de julio de 1936, una conspiración de generales se levantó contra la República proclamada cinco años antes. El gobierno del Frente Popular, apoyado por socialistas y liberales, fue incapaz de mantener el orden e impedir los asesinatos políticos de ambos bandos y los incendios de iglesias. El país tenía una economía agrícola y estaba muy retrasado con respecto al resto de Europa.
El golpe de Estado fracasó y empezó una cruenta guerra entre el bando republicano y el "nacional" insurgente bajo el mando del general Francisco Franco que avanzó desde las colonias hispanas de Marruecos.
Adolf Hitler y Benito Mussolini le enviaron aviones para poder trasladar sus tropas a la península. La contribución del nazismo y el fascismo continuó con ataques sistemáticos de poblaciones como Gernika, en el País Vasco, arrasada por las bombas en 1937.
La República sólo contó con las armas de la Unión Soviética y las municiones del México revolucionario. La guerra se convirtió en un enfrentamiento entre fascismo y comunismo. Al mismo tiempo se desataron matanzas en los territorios que iba conquistando cada bando.
Diputados de izquierda, sindicalistas, militantes, simpatizantes y sus familiares fueron ejecutados y masacrados. Del otro lado, grupos socialistas, anarquistas y comunistas nacionalizaban fábricas, colectivizaban campos y mataban a los que se oponían o simpatizaban con la derecha. Entre las víctimas hubo unos 6.500 sacerdotes y obispos.
La guerra civil española pronto pasó a ser el campo de entrenamiento de la Segunda Gran Guerra que se venía. Jóvenes extranjeros se alistaron en las brigadas internacionales republicanas. Casi 50.000 voluntarios de todo el mundo llegaron para "frenar al fascismo".
Su contribución fue vital en las escasas victorias republicanas. Impidieron la caída de Madrid en 1936 e hicieron huir en desbandada a las tropas italianas de Mussolini en 1937 en Guadalajara. Pero aislada militarmente, debilitada por sus divisiones y la feroz lucha entre anarquistas y comunistas, la República rápidamente perdió terreno ante los franquistas que procedían a la limpieza de las regiones conquistadas. El 1 de abril de 1939, Franco proclamó la victoria. España vivió bajo su dictadura hasta su muerte en 1975.
El Valle de los caídos comenzó a ser construido en 1940 y las obras recién finalizaron en 1958. En ese momento fue calificado por un consorcio internacional de arquitectos como "una exhibición ciclópea de kitsch cristiano entroncado con una concepción propia del nacionalcatolicismo".
Para muchos españoles fue simplemente "la mayor fosa común de España". Franco nunca tuvo el objetivo de que fuera enterrado allí tras su muerte. La decisión la tomó su gabinete con el acuerdo de la familia y después de que el entonces rey Juan Carlos enviara una carta al Papa para que autorizara la colaboración de los sacerdotes que controlan el lugar.
En los primeros años se convirtió en un lugar de culto de los falangistas pero con el tiempo terminó siendo una enorme explanada fría y tétrica con unas bóvedas y unos túneles aún más lúgubres. Su mantenimiento cuesta al menos dos millones de euros al año y el resto proviene del pago de las entradas de los turistas que se acercan al lugar.
Al día siguiente del anuncio del gobierno, las dos tumbas emblemáticas del Valle de los Caídos amanecieron con flores. La de Franco, con un centro de rosas blancas y rojas y otro ramillete blanco. En la del falangista Primo de Rivera, el mismo centro pero con ramillete rojo. Y la crónica de un reportero de eldiario.com incluía el testimonio de Yudith Guiladi, una guía que estaba al frente de un grupo de turistas rusos y que explicó que "yo digo en las visitas que está bien este monumento por los 40.000 soldados que murieron en la guerra y que están acá, pero ningún honor para Franco. Franco es como Mussolini, como Hitler, como Stalin".
Un matrimonio español de Badajoz que escucharon a la guía movían la cabeza con desagrado y mientras se alejaban le espetaron un "no entiendes nada, ándate a tu país". Unos minutos más tarde, el lugar estaba nuevamente vacío. Desangelado, deprimente y divisivo como siempre.
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