Un niño de cada cinco en Corea del Norte tiene una forma de desnutrición crónica o recurrente, en la capital Pyongyang es del 10% mientras que se eleva a 32% en los menores que viven en la provincia de Ryanggang.
Los datos, levemente mejorados en comparación con años anteriores y difundidos por el gobierno del país asiático, son el resultado de un estudio MICS (Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados) realizado con el apoyo de UNICEF, de 8.500 familias en 2017 concentrándose sobre los problemas de las mujeres y los niños.
Sobre el plan de la desnutrición infantil, el reporte revela una caída en la tasa nacional, que pasó del 28% en 2012 al 19% el año pasado. También emergió que la incidencia de diarrea (a menudo causada por agua contaminada y que, a nivel mundial, se encuentra entre los principales factores que contribuyen a la malnutrición y a la muerte) afecta a más de un niño sobre 10.
El uso de sales para la rehidratación que sirven para tratar a los que la padecen aumentó del 67% en 2009 al 74% en 2017.
Además, más de un tercio del agua potable en los hogares está contaminada. La situación es peor en las zonas rurales, donde alrededor de la mitad de los niños todavía están expuestos a riesgos importantes de enfermedades y malnutrición.
"La asistencia humanitaria está haciendo la diferencia en las vidas de las mujeres y de los niños en el país -dijo Shanelle Hall, vicedirectora general de UNICEF, desde Pyongyang-, pero todos nosotros debemos hacer más para ayudar a cada niña y niño crecido en Corea del Norte a desarrollar su propio potencial".
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