Corea del Sur aseguró este lunes que las sanciones contra su vecina Corea del Norte podrían comenzar a reducirse tan pronto como el régimen comunista de "pasos sustanciales hacia la desnuclearización", una postura mucho más suave que la expresada recientemente por Estados Unidos.
Durante la histórica cumbre entre el presidente estadounidense Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong-un realizada la semana pasada en Singapur se firmó un documento que establece el "firme e inquebrantable compromiso a la desnuclearización completa de la península coreana".
Pero a raíz de una falta de precisiones que podría debilitar la estrategia de limitación del programa nuclear de Pyongyang, el secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo rápidamente destacó que las sanciones contra el régimen se mantendrán hasta que el desarme nuclear se haga en forma "completa".
Pero Seúl parece haberse distanciado de esta postura, preparado para hacer concesiones antes de lo previsto por Washington.
"Nuestra postura con respecto a las sanciones se mantiene firme hasta que Corea del Norte de significativos y sustanciales pasos hacia la desnuclearización", señaló el ministro de Exteriores, Kang Kyung, en una conferencia de prensa citada por la agencia AFP.
Kyung señaló tambiéin que Seúl y Washington comparten una visión "a grandes rasgos" y que seguirán consultándose.
La semana pasada el gobierno de China se pronunció en forma similar que el de Corea del Sur, sugiriendo que el Consejo de Seguridad de la ONU podría considerar reducir el impacto de las sanciones sobre Corea del Norte.
En el caso de Beijing, último aliado de Pyongyang y responsable del 90% del comercio con el pequeño país nuclear, la mejora general de la situación norcoreana constituiría una victoria diplomática, en especial si se logra en el marco de un acuerdo con la comunidad internacional.
También sería muy bien recibido por el presidente surocreano Moon Jae-in, un socialdemócrata que asumió con la promesa de buscar un acercamiento con el norte y que allanó el camino para la cumbre en Singapur reuniéndose con Kim Jong-un en abril.
El encuentro entre Trump y Kim no hubiera sido posible sin la campaña de "máxima presión" a través de sanciones que encaró Estados Unidos, y que contó con el apoyo de China y Corea del Sur.
Pero tras la cumbre Pyongyang espera un gesto y los países que acompañaron a Washington ven más difícil continuar esta estrategia en el contexto del acercamiento.
"El simbolismo de la reunión asegura que la campaña de máxima presión llegó a su pico", consideró Scott Snyder, investigador especializado en estudios coreanas en el Consejo Estadounidense de Relaciones Exteriores, en un reciente texto. "En la práctica, China y Corea del Sur buscará relajar la presión económica sobre Corea del Norte", señaló.
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