Los 629 migrantes hacinados en el Aquarius pasaron en los últimos días del miedo a tener que regresar a Libia al alivio de pisar pronto tierra firme, explicó el martes a la AFP la periodista de Euronews Anelise Borges, que viaja con ellos.
"Hace unos minutos les han dicho que partimos hacia España, primero ha habido una vacilación, un '¿qué?', y luego han empezado a hablar entre ellos, la mayoría estaban contentos, se han puesto a aplaudir", explicó Borges por teléfono desde el barco humanitario.
"Dijeron: 'Gracias Europa por dejarnos entrar' antes de bromear sobre los futbolistas del Real Madrid y el Barcelona", agregó.
Estas 629 personas socorridas frente a las costas de Libia, entre ellas siete mujeres embarazadas y once niños pequeños, estuvieron durante 48 horas varadas en el Mediterráneo cerca de Malta esperando conocer su suerte y ignorando la batalla que se libraba a sus espaldas.
Italia y Malta se enzarzaron durante el fin de semana en un verdadero pulso: ambos países se negaban a abrir sus puertos al Aquarius, hasta que España anunció el lunes su decisión de acogerlo.
Pero el capitán se resistía a navegar casi 800 millas náuticas (unos 1.500 km), durante unos cuatro días, con olas de dos metros según la previsión meteorológica, con 629 pasajeros hacinados en buena parte en cubierta, agrega la periodista.
Finalmente, dos barcos italianos, de los guardacostas y la Marina, deben embarcar a varios cientos de estos migrantes y navegar junto al Aquarius hasta Valencia.
"La situación a bordo es tranquila por el momento teniendo en cuenta el tiempo que la gente lleva aquí y por lo que pasaron" antes de ser rescatados, aseguraba la periodista mientras empezaban las operaciones de trasbordo de pasajeros a los otros barcos.
"Estas personas pasaron 20 a 30 horas en el mar antes de ser socorridas por el Aquarius y otros barcos. Están muy cansadas, solo quieren llegar a algún sitio, pero muestran paciencia".
Los migrantes "aterrados"
Pero no fue siempre así. La ONG francesa Médicos Sin Fronteras (MSF), que también está presente en el Aquarius, explicó el lunes a los migrantes que era "posible que el barco no partiese hacia Italia" y "naturalmente, la gente se aterró", explica Borges. "Un hombre amenazó con saltar del barco, decía que no quería volver a Libia. Para algunas personas, la idea de regresar allí era realmente aterradora".
“Para algunas personas, la idea de regresar a Libia era realmente aterradora”
MSF intentó tranquilizarlos para "evitar un movimiento de pánico colectivo" en un barco con capacidad para 550 personas en el que viajan 629, agrega.
Hacinados y sin nada que hacer, estos hombres y mujeres a menudo agotados deben soportar además el calor tórrido de esta época del año en el Mediterráneo.
"Todas las embarazadas están bien, evidentemente están cansadas, y necesitan ropa y ropa interior de recambio", precisa Borges. "Una de ellas me contó lo que sufrió en Libia, está traumatizada y no quiere volver. Me preguntó: '¿Puedo llamar a mi marido en Libia? ¿Puedo tener ropa interior limpia? Me gustaría cambiarme, lavarme'. Así que no tenemos urgencias médicas pero sí una incomodidad extrema", relata.
"Los niños son los únicos que sonríen sin cesar, juegan con todo lo que encuentran", aunque cuando el lunes les dieron galletas, la única comida que quedaba, preguntaron si no había "comida de verdad".
La ONG SOS Méditerranée precisó el martes que "primero llegaron víveres a bordo de un buque de la Marina maltesa el lunes por la tarde: 950 botellas de agua, 800 'snackbars' y 800 porciones de fideos".
"Este martes por la mañana las autoridades marítimas italianas realizaron un segundo aprovisionamiento de alimentos y bienes de primera necesidad, entregaron 200 km de naranjas, 2.400 panecillos, 100 cajas de té, 50 kg de azúcar, y también mantas, sombreros y calcetines".
Lucy Adler para AFP
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