La imagen del pulgar del presidente francés Emmanuel Macron sobre la mano del estadounidense Donald Trump podría resumir algunas de las tensiones que marcaron la última cumbre del G7 celebrada en Quebec, Canadá.
La imagen fue tomada el viernes en La Malbaie durante un encuentro bilateral entre los dos dirigentes, cuyo lenguaje corporal ha dado mucho que hablar, provocando múliples interpretaciones sobre el equilibrio de poderes entre ambos.
Cuando se espera el comunicado oficial sobre el encuentro que reunió a los máximos dirigentes de las principales potencias del mundo, las diferencias con los Estados Unidos no parecen haberse conciliado en temas que van desde la guerra comercial, el cambio climático, el acuerdo con Irán y el regreso de Rusia a la cumbre.
La presidencia francesa, en efecto, emitió el viernes un comunicado donde aclara que las potencias europeas en la cumbre -Alemania, Reino Unido, Italia y Francia- rechazan de forma "unánime" el regreso de Moscú, que fue expulsada a raíz de la crisis en Ucrania, tras la anexión de la península de Crimea en 2014 por parte del presidente ruso, Vladimir Putin.
Sin embargo, la posición europea no se logró sin problemas: el flamante primer ministro italiano, Giuseppe Conte había expresado más temprano su apoyo a la idea de Trump de reincorporar a Rusia al Grupo. El respaldo italiano a Moscú refleja que el tablero es mucho más complejo y tampoco el G-6 sea un bloque.