Mientras Jessica Jennings desayunaba en su casa de Warrington, Inglaterra, su mamá le hizo notar que algo extraño estaba pasando con Trevor, el perro salchicha que animaba los días de la familia.
"¿No te parece que Trevor está más gordo?", fue la pregunta. Al principio, de acuerdo con Jessica, no parecía que estuviera pasando nada malo con el salchicha. Pero a los pocos minutos, ya no era la vívida mascota, sino que era un "globo" inmóvil que apenas podía mover las órbitas de sus ojos. "Se volvió más y más gande", contó la joven.
Jessica continuó con el relato en el programa As It Happens: "Literalmente se veía como una foca. Acababa de hincharse realmente como un globo grande. No había una definición de dónde estaba su cabeza, su cuello, su cuerpo, sus piernas, dónde comenzaba".
Alarmados, tomaron a Trevor y lo llevaron de urgencia a una guardia veterinaria. De inmediato le hicieron radiografías. Y allí encontraron la respuesta al misterio: tenía un orificio en su tráquea.
Entonces, cada vez que el pobre salchicha inhalaba, el aire se filtraba por ese agujero y dirigiéndose no solo a sus pulmones, sino al resto del cuerpo, atravesando sus músculos y llegando hasta su piel.
"La cirugía era la única manera de reparar la herida, pero era muy seria y compleja", narró Jessica. La decisión que se tomó fue inmediata. De lo contrario, el aire podría herir de muerte su corazón, por la presión que ejercía sobre este.
La tarea de los médicos no fue sencilla. Abrieron al perro, le cosieron la herida en la tráquea y volvieron a cerrarlo. Pero además, le hicieron un pequeño tajo en su piel para que el aire comenzara a salir de su cuerpo.
Al cabo de unos días, Trevor se recuperó de inmediato. Y volvió a ser el perro salchicha de todos los días: persiguiendo gallinas y haciendo feliz a la familia Jennings.
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