El recluso, de 29 años, estaba preso desde hacía algunos meses. La Policía lo arrestó luego de descubrir que había secuestrado a un hombre con el que tenía una disputa por una presunta deuda de 10.000 euros.
Cuando el juez de la ciudad de Vlorë, en el sudoeste de Albania, leyó la sentencia, el condenado no lo soportó. Iba a tener que pasar tres años en la cárcel por el crimen que había cometido.
Entonces, ante la incomprensible pasividad de las autoridades del tribunal, se levantó de su silla, trepó una mesa y salió corriendo. Los agentes de seguridad lo siguieron de atrás, sin poder alcanzarlo.
El delincuente salió a la calle y siguió corriendo sin parar. Finalmente, pudo perder a sus persecutores. Parmanece prófugo desde hace tres días y no hay rastros de él.
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