Después de la ceremonia religiosa, en la que no faltaron cantos, sonrisas y momentos de grandes emociones, llegó la hora de la recepción entre celebridades y miembros de la realeza.
Más descontracturados, el príncipe Harry y Meghan Markle se dirigieron desde la capilla de San Jorge, donde dieron el sí, hasta la Frogmore House, al sur de Windsor, donde los espera la recepción organizada por el padre del novio, tal como indica el protocolo.
Allí, los recién casados son los protagonistas de otro de los momentos esperados de la boda real: la fiesta a la que invitaron a unas 600 personas.
Para esta ocasión la pareja cambió completamente su look y sorprendió a todos por su sencillez.
Mientras que Harry decidió ponerse un traje negro convencional y elegante, ella sorprendió con un atuendo ajustado con los brazos al descubierto de la diseñadora Stella McCartney.
Otra de las sorpresas tuvo lugar durante el traslado de los recién casados. El propio príncipe manejó un antiguo Jaguar E-Type Concept Zero celeste plateado de 1968.
Durante el traslado de los novios se pudo ver que la novia llevaba en su mano derecha un anillo color aguamarina con un significado muy especial: le perteneció a Lady Di, la madre de su flamante esposo.