En mayo de 1948, luego de que se frustrara el plan de partición de las Naciones Unidas y los países árabes le declararan la guerra al recién nacido Estado de Israel, el asunto se zanjó con la firma de un armisticio.
En esa negociación, mediada por la ONU y firmada por Jordania, Egipto, Líbano e Israel en 1949, se estableció la llamada Línea Verde, que dejaba bajo control israelí el oeste de la ciudad y en las manos jordanas el este. Se llamó "verde" a la línea por la tinta que se usó para marcar los mapas oficiales en medio de la negociación.
Sobre esa misma línea verde se levanta la nueva embajada de los EEUU en Jerusalén. Técnicamente, parte del complejo está en la zona oeste y parte, en el este.
El edificio que oficiará de embajada es, desde 2010, el Consulado General de los EEUU en Israel, y las autoridades norteamericanas explican que esa locación nunca estuvo en manos jordanas, más allá de que se encuentre sobre la línea verde.
En rigor, eso es cierto, ya que el complejo en el barrio de Arnona está en lo que se conoce como "tierra de nadie", territorio más allá de Jerusalén Oeste y de la línea de armisticio de 1949, pero cuyo estatus quedó sin determinar en la negociación, por lo que el suelo donde se erige la embajada norteamericana, efectivamente, nunca estuvo bajo dominio jordano.
La nueva embajada es una pequeña fortaleza que ocupa casi una manzana. Tiene dos entradas y varias garitas de vigilancia, y se accede subiendo una cuesta de unos 200 metros.
Desde que Trump tomó la decisión de relocalizar su embajada, comenzaron las tareas de remodelación del edificio para que pueda albergar al embajador David Freidman y a un grupo de unos 50 diplomáticos en un nuevo anexo. Por ahora, muchas de las actividades oficiales se seguirán realizando en Tel Aviv hasta que la ampliación esté terminada.
Además, los EEUU planean construir un nuevo edificio para su embajada, por lo que el complejo de Arnona es solo una solución temporal. De las propiedades estadounidenses en Jerusalén, esta es la más segura. Además, con el permiso de la ciudad, se construyó un nuevo acceso directo por detrás del complejo que, según Micky Rosenfeld, el vocero de la policía israelí, eleva los niveles de seguridad de la propiedad y "proporciona una vía de escape rápida ante cualquier evento que se pueda presentar".
Por ese nuevo camino solo circulará el personal diplomático, las delegaciones extranjeras y los servicios de seguridad. También, se instaló un nuevo sistema de iluminación y un complejo circuito de cámaras de video en todo el barrio.
Llegar hasta allí no es difícil en una ciudad pequeña como Jerusalén. Está a
a unos 20 minutos en auto desde el centro y, si se dispone de tiempo, en un paseo de una hora se puede llegar a pie a la ciudad vieja, que queda a 4 kilómetros, y visitar los lugares sagrados para las tres religiones monoteístas, judíos, cristianos y musulmanes.
Tampoco está lejos de uno de los principales cruces a los territorios palestinos: desde la embajada de los EEUU, al checkpoint de Belén hay menos de 4 km, y a pie se llega en 50 minutos.
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