(Reikiavik, enviado especial)
-Islandia lleva 9 años a la cabeza del ranking mundial de paridad de género del Foro Económico Mundial. Son el país perfecto, ya no les queda casi por qué pelear. Podríamos cerrar esta asociación, ¿no? ¿Cumplieron todos los objetivos?
Se ríe Frída Rós Valdimarsdóttir, la presidente de la Asociación Islandesa de Derechos de la Mujer. Vine hasta su oficina en el segundo piso de un edificio céntrico de Reikiavik para que me cuente cómo llegaron a ese sitial de privilegio y que dé algunas ideas para las mujeres que luchan en otros países desde mucho más atrás en esta carrera. Pero, claro, todo en la vida es relativo y depende el cristal con que se mire.
"Me pone triste que a esto se lo llame igualdad, porque estamos tan lejos de la igualdad", me responde.
-Entonces, ¿está mal hecho el ranking?
-Hay muchos índices, pero el del Foro Económico Mundial parece hecho para Islandia porque toma en cuenta cosas en las que medimos bien. Claro, tuvimos la primera mujer Presidente, una primera ministra y ahora tenemos otra… Y la libertad de la mujer es aquí más grande que en muchos países y eso te da muchos puntos en ese ranking. Pero, por ejemplo, no toma en cuenta los altos niveles de violencia sexual, incluso en el matrimonio. Si los tomase, bajaríamos mucho. Las mujeres aquí trabajan más horas que en otros países, y la diferencia salarial entre hombres y mujeres es todavía importante… hay cosas como esas que no se cuentan y que, si se contaran, no seríamos número uno. Lamento defraudarte.
Quizás la principal diferencia sea el tiempo que las mujeres llevan peleando por sus derechos en Islandia. La asociación que preside Frida fue creada en 1907. El 24 de octubre de 1975, el 90% de las mujeres islandesas adhirieron a una "Huelga Nacional de Mujeres". No fueron a sus trabajos ni realizaron sus tareas domésticas en reclamo de igualdad salarial y otros derechos. Unas treinta mil (el 15% del total de la población del país en ese entonces) participaron ese día de una movilización histórica en el centro de Reikiavik que tuvo repercusión mundial. Al año siguiente se aprobó en el Parlamento una ley de igualdad de derechos absoluta entre hombres y mujeres. En 1980, Islandia fue el primer país en elegir por el voto popular a una Presidente mujer, Vigdís Finnbogadóttir. En febrero de 2009, este pequeño país del Atlántico Norte volvió a ser noticia mundial por tener la primera mujer lesbiana consagrada primer ministra, Jóhanna Sigurðardóttir. Y hoy hay otra mujer ocupando ese cargo, Katrín Jakobsdóttir
A comienzos de los 90, mientras se avanzaba paso a paso en estas luchas y logros, Frida tenía 14 años y trabajaba en la imprenta familiar. "Todos los mediodías parábamos para almorzar en la casa de mis abuelos. Y al ingresar, mi abuelo giraba hacia la derecha, para ir a sentarse a descansar a un sillón en el living y mi abuela doblaba hacia izquierda, para ir a preparar la comida. Yo, como mujer, tenía que seguir los pasos de mi abuela, por supuesto, mientras mi hermano se iba descansar con mi abuelo. Entonces comencé a pensar en estas cosas… A los 18 empecé a tocar el teclado en una banda feminista punk y poco después creamos una ONG feminista".
-Si tuviera que señalar el gran éxito de la lucha de las mujeres islandesas en estas décadas, ¿cuál sería?
-La lucha por las guarderías infantiles gratuitas para los niños, que son una parte principal de la libertad de la mujer, para que pueda regresar a su trabajo y tener una carrera profesional. Una alcaldesa que tuvo Reikivaik a mediados de los 90 fue la primera en establecerlas, y después las fueron copiando otros municipios. Pero todavía estamos peleando porque recién comienzan a recibir a los bebés a partir del año y medio o dos años, según el lugar. Y las licencias por paternidad finalizan a los 9 meses [en Islandia se pueden distribuir entre ambos padres]. Entonces hay un hueco de un año, en el que normalmente son las madres la que se quedan en las casas. También fueron importantes las peleas por la libertad sexual, contra la pornografía y la ley que castiga a los que contratan la prostitución, que creo que es una manera más justa de luchar contra ese problema que castigar a las prostitutas.
-¿Para alcanzar esos logros, cuáles fueron las acciones del movimiento feminista de Islandia que le recomendaría seguir a otras mujeres de mundo?
-Lo primero que creo es ejemplar aquí es la solidaridad del movimiento feminista. ¡Hay que animarse a hacer un paro de mujeres, reclamar y salir a la calle! Hacerlo y listo. Cuando lo hacemos, las mujeres aparecen y se suman. La última vez que hicimos un paro fue en 2016, cuando venía una elección y no se discutían los asuntos de género. Ese día hubo 18 lugares en Reikivaik y alrededor del país en que se concentraron las mujeres. Y ese año logramos que ingresaran más mujeres al Parlamento.
-¿Y en qué cosas fallaron y no hay que copiar?
-En el aborto. Tenemos una muy mala ley, que está atrás de muchos países europeos. Aquí sólo está habilitado en casos de violación, deficiencia genética detectada en el bebé o riesgo de salud para la madre. Pero además hay que tener una doble aprobación de un médico y un trabajador social. Es un trámite muy complejo que pone a las mujeres en una situación de sufrimiento y estrés brutal. Y no siempre tienen suerte.
-A principio de año se aprobó una nueva ley que obliga a las empresas a demostrar que pagan igual a hombres y mujeres. ¿Cree que será el final de la brecha salarial?
-Es un paso importante pero no va a solucionar el problema. Está dirigida a solucionar diferencias al interior de las empresas, pero no se ocupa de la diferencia salarial que hay entre trabajos. Por ejemplo, casi todas las enfermeras en Islandia son mujeres y ese es un trabajo que se paga mucho peor que otros de hombres.
-Seguro ha oído argumentos en contra, como los de Camile Paglia, que asegura que no es que se les pague menos a las mujeres sino que ellas eligen trabajos más flexibles y con menos carga horaria.
– No estoy de acuerdo… Aquí en Islandia la mayoría de las maestras de los kindergaten, las parteras y las enfermeras son mujeres. Y no son trabajos muy flexibles, sino más bien lo contrario. Con mucha carga horaria. No puedes irte porque tienes un turno con el dentista. Cuidar a los padres cuando se ponen viejos, también es una tarea de la que se hacen cargo las mujeres. Incluso aquí es común que ellas cuiden también de sus suegros. Pasan a trabajar menos horas para cuidar a sus padres. Y esa es una gran carga que tampoco es remunerada. Es interesante porque cuando hay una persona mayor que ya no se puede valer por si sola, puedes solicitar que sea llevada a un geriátrico, pero tienes que hacer el trámite y no cualquiera lo consigue. Conozco un caso, por ejemplo, en que una mujer que sólo tenía un hijo hombre que debía trabajar todo el día, fue admitida de inmediato. Pero a otra, que está en peores condiciones de salud, no la admiten porque tiene tres hijas mujeres, una de ellas enfermera, y le dicen que ella podría cuidarla. No valoramos los trabajos tradicionales de mujeres como lo hacemos con los de los hombres. Siempre los nuestros se pagan menos.
-También habrá escuchado el manifiesto de actrices e intelectuales francesas encabezadas por Catherine Deneuve, que afirma que movimientos como el #Metoo han ido demasiado lejos en su acusación a los hombres...
– A mí me parece que muchas de las mujeres mayores de 60 o 70, tienen muy incorporada y naturalizada toda la violencia sexual, que a veces es agresión física, otras veces son "chistes" y otro tipo de situaciones, incluso en sus parejas o matrimonios, que son muy difíciles de deconstruir. Es muy doloroso para ellas pensar en situaciones que compartieron con sus propios maridos muchas veces. Y después hay otro nivel: aunque a algunas mujeres les pueda gustar el modo en que los hombres han acosado a las mujeres durante décadas, lo cierto es que es ilegal. Hay acuerdos internacionales al respecto. Siempre debes preguntar a la otra persona, tienes que tener un consentimiento para proponerle algo. Así debemos funcionar los seres humanos, ¿no?
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