"Por qué los hombres violamos": la columna machista del diario El País que sacudió las redes sociales

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Concentración en Pamplona a fines de abril luego de que la condena a los integrantes de “La Manada” que violaron a una mujer en San Fermín fuera menor a la esperada (AP)
Concentración en Pamplona a fines de abril luego de que la condena a los integrantes de “La Manada” que violaron a una mujer en San Fermín fuera menor a la esperada (AP)

En un mundo en el que las mujeres están conquistando espacios como sujetos de la política que luchan por sus derechos, existen artículos que pretenden explicar, desde la mirada masculina, por qué los hombres violan.

La nota, publicada en el sitio de noticias El País, fue escrita por Victor Lapuente y comienza, desde su primer párrafo, con argumentos biologicistas. Parece que para el autor, los hombres llevan en su ADN las irremediables ganas de violar: "En parte, por la testosterona, que dificulta nuestro autocontrol", dice en el comienzo.

Para Melanie Blumfeld, psicoanalista lacaniana, no existe tal argumento: "Están quienes sostienen todavía que hay un determinismo biológico, justificando actos aberrantes y psicopáticos por el simple hecho de haber nacido bajo cierto genital, anulando toda subjetividad y responsabilidad en los actos que puede emprender", define. Para ella, ser hombre o mujer no pasa por tener más testosterona o no: "La diferencia sexual no puede reducirse a una distinción anatómica. Lo que hace hombre a un sujeto no es tener pene o determinada hormona, sino desde donde construye su discurso y su goce. La masculinidad no puede pensarse como posesión de caracteres fisiológicos". Así, pueden existir hombres que no sean viriles, y sin embargo, ser hombres.

A lo largo del corto texto, Lapuente pretende reforzar esa imposibilidad de "autocontrol" desde la sensibilidad masculina. "Seguimos agrediendo a las mujeres. Y las razones hay que buscarlas en un aspecto poco conocido de la naturaleza masculina: nuestra sensibilidad", define. Para el autor, que es politólogo y jamás cita fuentes para sustentar lo que dice, fue el éxito profesional del género femenino lo que terminó reforzando esta "sensibilidad" en el autoestima de los hombres. "La confianza de las mujeres no se ve minada por nuestros logros. Los hombres somos el sexo sensible. Ellas, el resistente", concluye en ese aspecto.

Para Lapuente, los hombres son más "impresionables por el entorno". Eso, los lleva a la agresividad por dos cambios sociales: el intuitivo y el contraintuitivo. Intentará a partir de ellos dejar en claro que por eso se viola.

El primer cambio sucede con la revolución tecnológica que los dejó sin trabajo. Como víctimas, Lapuente destaca que eso terminó por generar en ellos "comportamientos adictivos, erráticos y potencialmente violentos". Sin trabajo y con violencia, se viola.

El segundo cambio tiene que ver -y sí- con la revolución feminista. Como todo argumento machista, quiere recalcar que ahora las mujeres son superiores a los hombres, y ellos, minoría. En palabras de él: "La revolución feminista ha llenado de mujeres las aulas y los lugares de trabajo. En pocas décadas, hemos pasado de un monopolio masculino del espacio público a la paridad, o incluso superioridad femenina, en algunos ámbitos". Comparando la selva amazónica con las universidades americanas, para él es claro: "Si los hombres son mayoría, invierten esfuerzos en construir relaciones saludables con las mujeres. Si son minoría, prefieren el sexo esporádico y se vuelven más violentos". Básicamente, y sin sutilezas, Lapuente afirma: si nos sentimos disminuidos, vamos a ponernos violentos.

Para la psicoanalista, es claro desde el punto de vista desde el cual se construye la nota: "Él habla bajo la perspectiva del hombre macho como discurso 'amo'. Eso se ve interrumpido por los nuevos avatares de lo femenino, dejando a los hombres sin muchos recursos simbólicos porque ya no saben cómo abordar a una mujer. No cuestiona en ningún momento, ni va más allá de la lógica fisiológica binaria hombre/mujer", define. En un mundo donde la mujer es definida como "sexo débil", el autor parece no ir mucho más allá. Jamás habla de lo social ni de los privilegios bajo los que nace el género masculino.

Sin embargo, en un último párrafo intenta parecer comprensivo, pero no por eso deja de lanzar un mensaje nocivo: tratando de destacar la importancia de la educación en la igualdad de género (pese a decir previamente que las mujeres son superiores), persuade a los hombres de que busquen una vida más prolongada: "Pero no estamos condenados a una mayor violencia masculina. Educar en la igualdad de género ayudaría a los hombres a liberarnos de dos estresores que alimentan nuestra violencia: los corsés emocionales y la competitividad extrema. Así, seríamos menos violentos. Y viviríamos más, como apunta el psicólogo Daniel Kruger, pues la desigualdad de género de un país predice el exceso de muertes masculinas por causas conductuales".

Ignorando que las mujeres mueren por el sistema machista en el que vivimos, y que, también, es a ellas a las que violan, Victor Lapuente termina su artículo con una frase que estremece: "El patriarcado es también terrible para la salud de los hombres".

FUENTE: Bárbara Simeoni (TKM)

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