Según cómo se lo mire, se lo puede considerar el hombre más afortunado del mundo o el más desafortunado. Dylan McWilliams, un joven estadounidense de 20 años, se convirtió en sensación tras descubrirse que sobrevivió a la mordida de una serpiente y a los ataques de un oso y de un tiburón en el lapso de nueves meses.
El último accidente sufrido por Dylan, un instructor de técnicas de superveniencia originario de Colorado, ocurrió la semana pasada, cuando fue atacado por un tiburón mientras hacia surf en Hawaii. Según contó el joven a Hawaii News Now, sintió algo que increíblemente duro golpeaba su pierna. Miró a su alrededor y vio que estaba todo lleno de sangre. "La parte que más me asustó fue ver la sangre detrás de mí. No sabía dónde estaba".
Cuando se encontraba a unos 30 metros de la costa entendió qué estaba pasando. Comenzó a patear al tiburón y luego se dirigió desesperadamente hacia la orilla. Por los signos de los dientes en su pierna, se piensa que Dylan haya sido atacado por un tiburón tigre de unos 2 metros.
"No sabía si había perdido la mitad de mi pierna o qué", dijo.
"Es una locura", agregó Dylan a BBC. "Parece que no tengo mucha suerte, pero es como si tuviera suerte en situaciones desafortunadas".
Es que el del tiburón no es el primer ataque sufrido por Dylan. Otro ocurrió hace menos de un año, en julio de 2017. Dylan estaba acampando y durmiendo al aire libre en su bolsa de dormir cuando fue despertado de manera abrupta: su cabeza estaba entre los dientes de un oso.
"Me desperté escuchando un fuerte crujido", dijo entonces a la revista People. "Recuerdo mucho dolor y ser arrastrado por mi cabeza por un oso. Por un segundo pensé que era un sueño. No sabía qué estaba pasando".
Luego comenzó a golpear al oso —un ejemplar de unos 130 kilos— en los ojos y en la nariz hasta que dejó la presa.
"Temí mucho por mi vida", dijo McWilliams. "Pensé que había quedado ciego".
Fue suturado con nueve puntos, aunque aún siente dolor en las cicatrices.
No obstante, estas peripecias no lo detuvieron en su decisión de seguir llevando una vida de aventuras al aire libre.
"No culpo al tiburón, no culpo al oso y no culpo a la serpiente de cascabel", dijo, en referencia al primer serio incidente que sufrió hace tres años, cuando tenía 17.
"Tenemos que respetar los territorios de los animales, pero no creo que estuviera invadiendo o provocando esos ataques. Simplemente ocurrieron", aseguró.
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