Tras ocupar un territorio del tamaño del Reino Unido en Siria e Irak y gobernar brutalmente sobre 12 millones de personas, el grupo terrorista Estado Islámico (ISIS) comenzó a debilitarse en 2016, fue expulsado de Irak un año después y ahora persiste solo en pequeños focos de resistencia en el desierto sirio.
Aunque aún no ha sido derrotado y tiene capacidad de destrucción, lejos parece estar de su época de mayor poder, de sus despiadados ataques en toda la región y el mundo y de sus elaboradas campañas de propaganda.
Pero esto no significa, por el contrario, que el terrorismo esté en retroceso, y muchos menos entre yihadistas en Siria, donde un nuevo grupo está cobrando cada más poder y ocupando los espacios dejados por el ISIS en retirada.
Se trata de Hayat Tahrir al Sham (Organización para la Liberación del Levante), surgida de Al Qaeda y concentrada en la provincia de Idlib, en el oeste del país.
Mientras las milicias apoyadas por los Estados Unidos siguen limpiando el este de Siria de terroristas del ISIS, y las fuerzas del dictador Bashar al Assad, apoyadas por Rusia, dedican sus esfuerzos a atacar rebeldes en las afueras de Damasco, Tahrir al Sham (HTS) ha logrado consolidarse en este territorio donde cobra impuestos e impone la ley islámica.
Su líder, Abu Mohammad al Julani, ha manifestado su intención de conquistar Damasco e imponer un régimen islámico en todo el país, haciendo eco de los pasados delirios de grandeza de Abu Bakr al Baghdadi, líder del ISIS.
En un discurso lanzado en enero, Al Julani llamó a sus seguidores a encarar "una guerra de ideas, una guerra de mentes, una guerra de voluntades, una guerra perseverancia", de acuerdo al sitio de monitoreo Site.
El más reciente conflicto diplomático entre los Estados Unidos y Rusia, y el ataque contra las fábricas y almacenes de armas químicas de Al Assad, han dejado aún más en libertad a HTS para continuar sus operaciones.
"La zona [Idlib] parece estar fuera del foco de las potencias occidentales. Los yihadistas allí están de luna de miel", consideró Hassan Hassan, un analista del think tank Tahrir Institute for Middle East Policy, ante el Wall Street Journal.
HTS también ha estado combatiendo a los terroristas del ISIS, ganándose el favor de habitantes que sufrían el dominio de ese grupo desde hacía años. En febrero, por ejemplo, anunciaron la derrota total de las células del ISIS en Idlib.
En total, los yihadistas dicen haberle arrebatado 25 aldeas al decadente grupo terrorista, como señala el Wall Street Journal.
Pero lo cierto es que sus discursos y acciones no son tan distintas. HTS también despliega una policía religiosa en las áreas que controla, a través de la cual impone estrictos códigos de conducta y vestimenta, y también encarcela y tortura a quienes lo rompen.
A esta situación se suma la llegada de decenas de miles de combatientes rebeldes y civiles que han escapado de Guta Oriental, un enclave recientemente conquistado por el régimen sirio mediante el uso de brutales armas químicas que dejaron al menos 70 muertos en Duma.
Esta masa de personas ha llegado a Idlib escapando de la muerte y se enfrentan a una posible crisis humanitaria debido a los limitados recursos de la provincia.
Además, son susceptibles de ser reclutados por el grupo yihadista.
También al igual que el ISIS, HTS se ha lanzado a gobernar Idlib a la manera de un Estado, e incluso creó una unidad administrativa, el Gobierno de Salvación, que restableció y mantiene los servicios de agua y electricidad.
"El Gobierno de Salvación trata de ganare los corazones de la gente ofreciendo servicios. Al mismo tiempo, quieren dominar a la gente", consideró un residente de Idlib de 17 años al Wall Street Journal.
Las similitudes no terminan ahí. Incluso dentro de Idlib el grupo se ha comenzado a conocer entre sus críticos como Hitish, acrónimo árabe peyorativo parecido al Daesh que se usa para el ISIS.
Por el momento, sin embargo, HTS no ha alcanzado los niveles de brutalidad del ISIS, ni está buscando inundar al mundo con cruentas imágenes de ejecuciones.
Su perfil sigue siendo relativamente bajo, quizás motivado por sus buenas relaciones con Turquía, con quien comparte una frontera, y su necesidad de no atraer la atención de las potencias, ocupadas en otros frentes.
Pero su ADN sigue siendo netamente terrorista. HTS se fundó en enero de 2017 con la unión de Jabhat al Nusra, brazo de Al Qaeda en Siria, y otros tres grupos yihadistas menores, todos salafistas, una interpretación extremista y ultraconservadora del islam. Para muchos analistas, HTS sigue sin ser otra cosa que Al Qaeda en Siria.
Además su líder, Al Julani, es un antiguo miembro de Al Qaeda que comenzó su carrera en 2006 cuando se unió al brazo armado que peleaba contra las tropas de Estados Unidos en Irak.
Cuando estallaron las revueltas que en 2011 llevarían al inicio de la Guerra Civil en Siria, Al Julani regresó a su país y fue instrumental en el surgimiento en 2012 de Al Nusra.
Cobró aún más fama en 2013, cuando rechazó el llamado Al Baghdadi, líder del ISIS, para integrarse a sus filas y mantuvo a Al Nusra independiente, lo que inició una serie de conflictos armados entre ambos grupos yihadistas que aún persiste.
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