La enfermera jubilada Peggy Phillips estaba en el vuelo de Southwest Airlines el martes cuando la pasajera Jennifer Riordan, de 43 años, fue succionada fuera del avión por la explosión de una turbina que reventó la ventana a su lado.
Phillips estaba sentada junto a Riordan cuando ocurrió el inusual accidente y fue una de las tres personas que ayudaron a ingresarla de vuelta en el fuselaje para reanimarla inmediatamente.
En declaraciones a la cadena ABC, la enfermera estadounidense contó que ella, un bombero llamado Andrew Needum y un trabajador agrícola de nombre Tim McGinty fueron los primeros que reaccionaron al ver cómo el cuerpo de Riordan pasaba a través de la ventana destrozada en pleno vuelo.
La mujer de Albuquerque, Nuevo México, fue succionada parcialmente por el agujero que se hizo en el fuselaje y sufrió graves heridas en la cabeza, el cuello y el torso, que horas después provocaron su muerte en un hospital de Filadelfia, ciudad donde el avión aterrizó de emergencia tras el accidente.
El "ranchero" McGinty ayudó a la enfermera a tomar el cuerpo de Riordan y tirar para ubicarlo de nuevo entre los asientos, con la colaboración del bombero Needum. Luego, Phillips comenzó a realizarle maniobras de RCP mientras McGinty, quien estaba vestido con un sombrero de vaquero, trataba de tapar el agujero.
Pese a la despresurización de la cabina, Phillips y el bombero abandonaron sus mascaras de oxigeno para ayudar a Riordan.
La enfermera jubilada contó que ella y los otros 142 pasajeros creyeron que iban a morir tras la explosión de la turbina. "Todos pensamos que ese era el final. Poco después del despegue, escuchamos un fuerte ruido y el avión comenzó a temblar como nunca antes. Sonaba como si se estuviera desintegrando y fue aterrador", dijo.
Afortunadamente, la piloto del vuelo 1380, Tammie Jo Shults, logró evitar una tragedia mayor al conseguir aterrizar de emergencia en Filadelfia con una turbina menos. Jennifer Riordan fue trasladada rápidamente a un hospital, pero murió pocas horas después por las graves heridas que había sufrido.
Cuando los medios locales se hicieron eco de las maniobras de los tres pasajeros, Phillips evitó quedarse con la gloria y agradeció a los dos hombres que también ayudaron como "héroes". "Andrew fue el joven más valiente. Hubo héroes en ese avión. Yo solo estaba haciendo mi trabajo. Hice lo que cualquier enfermera registrada haría", dijo.
Después de que el avión aterrizara en Filadelfia, Phillips se subió a otro vuelo para que la llevara de regreso a Dallas, ciudad adonde inicialmente se dirigía el vuelo 1380 desde Nueva York. En el aeropuerto se tomó una foto con McGinty, su nuevo amigo, y cada uno partió hacia distintos lugares.
"Todo fue un poco surrealista. Estoy terriblemente triste por la familia Riordan. Mi corazón está con ellos. Pero también estoy muy orgullosa de mis compañeros pasajeros, de la tripulación de vuelo y del piloto", concluyó.
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