En su aldea natal de Al Awjah, el mausoleo del dictador iraquí Saddam Hussein, ejecutado hace 11 años, ha quedado reducido a una montaña de concreto destruido y alambre de púas, casi sin dejar rastros de sus restos.
El hombre que lideró Irak con puño de hierro por un cuarto de siglo fue colgado el 30 de diciembre de 2006, para el regocijo de los miembros de la mayoría chiita que fueron durante esos años oprimidos por el tirano.
Pero también fue una humillación para los seguidores sunitas de Saddam, y contribuyó al surgimiento de la violencia sectaria que aún asola al país.
El entonces presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, aprobó personalmente el traslado del cuerpo del dictador en un helicóptero estadounidense desde Bagdad, donde fue ejectuado por orden de una corte iraquí, hasta el norte de la ciudad de Tikrit y cerca de Al Awjah.
Pero aún hoy persiste el misterio sobre el destino final de los restos de un hombre que fue temido por los iraquíes durante décadas.
El jeque Manaf Ali al Nida, un líder de la tribu Albu Nasser de la que proviene el clan de Saddam, mantiene una carta que su familia firmó cuando recibieron el cuerpo, aceptando enterrar al dictador cuanto antes.
El líder, muerto a los 69 años, fue sepultado antes del amanecer en un mausoleo construido un año antes.
Como suele ocurrir con figuras polémicas y carismáticas, el lugar se convirtió en un centro de peregrinación para sus seguidores, que adornaban el lugar, y hasta los niños de las escuelas locales lo visitaban en el cumpleaños del dictador.
Hoy en día, tras años de guerra civil y violencia sectaria que durante tres años incluyó a las brutales campañas del grupo terrorista Estado Islámico (ISIS, en inglés), la historia es distinta. Los visitantes necesitan una autorización especial para entrar, y del mausoleo sólo quedan ruinas. Incluso el jeque Al Nida tuvo que abandonar la aldea y buscar refugio en el kurdistán iraquí.
Su tribu ha sido "oprimida por la cercanía con Saddam" desde la invasión estadounidense de 2003, dijo Al Nida, quien viste las ropas tribales tradicionales de esta región al norte de Irak.
"¿Es normal que debamos pagar semejante precio, generación tras generación, solo por ser de la misma familia", dijo a la agencia AFP.
Las milicias chiitas Hashed al Shaabi, apoyadas por Irán, custodian el lugar y han dicho que su destrucción se debe a los bombardeos aéreos de la fuerza aérea de Irak en combates contra el ISIS, que fue derrotado en el país en 2017.
De hecho, se decía que francotiradores yihadistas estaban apostados en el techo de la construcción.
Al Nida dice no haber presenciado el bombardeo que destruyó el sitio, pero está convencido de que no fue daño colateral y que por el contrario la tumba "fue abierta y luego dinamitada", sin saber qué pasó con el cuerpo de Saddam.
Pero Jaafar al Gharawi, jefe de las milicias chiitas en el lugar, insiste que el cuerpo "está ahí".
Sin embargo uno de sus milicianos especuló que la hija de Saddam, exiliada en Jordania, Hala, habría volado a Tikrit en un avión privado y se habría llevado con ella los restos de su padre.
"¡Imposible!", consideró un profesor universitario iraquí que es experto en la era de Saddam Hussein.
"Hala no ha vuelto nunca a Irak. El cuerpo podría haber sido llevado a un sitio secreto, nadie sabe quién se lo llevó o a dónde", explicó el hombre, que mantuvo su anonimato.
Si ese fuera el caso, la familia de Saddam debería haber guardado un secreto absoluto sobre la ubicación elegida, agregó.
Pero lo cierto es que la tumba del dictador podría simplemente haber sufrido el mismo destino que la de su padre, ubicado en la puerta de entrada de la aldea, que fue destruida con explosivos sin mayor ceremonia.
Pero muchos otros, como el residente bagdadí Abu Samer, incluso creen que el ex hombre fuerte de Irak ni siquiera fue ejectuado y que sigue vivo, escondido en algún lugar del país.
"Saddam no está muerto, colgaron a uno de sus dobles", consideró, en referencia a otro de los misterios que envolvían al líder iraquí en vida: sus muchos dobles utilizados en actos oficiales para reducir las chances de un asesinato.
(Con información de AFP)
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