Arnaud Beltrame: un sacrificio que le dio un héroe a Francia y un mártir a la Iglesia

Nunca más oportuna la fecha. Este Jueves Santo, en Carcassone, tuvo lugar el funeral religioso del gendarme francés asesinado en el atentado de Trèbes. Días, antes, en Los Inválidos (París), la Francia entera le había rendido honores en una ceremonia que encabezó el presidente Emmanuel Macron.

Vale aclarar que en Francia la Gendarmería es la fuerza de policía interior; no de frontera como sucede en otros países.

El 23 de marzo pasado, un terrorista asaltó un supermercado en la localidad de Trèbes. Mató a un policía y a dos civiles y tomó a varios rehenes. Fue entonces cuando Arnaud Beltrame ofreció tomar el lugar de una mujer. Poco después el terrorista le disparó, aparentemente cuando el gendarme intentó desarmarlo. Esto precipitó la intervención de la policía que abatió al asaltante. Beltrame murió poco después en el hospital, sin recuperar el conocimiento. Tenía 44 años y estaba a punto de casarse por Iglesia con su mujer.

Desde su muerte heroica en servicio, la trayectoria de este teniente coronel de la Gendarmería francesa empezó a estar bajo escrutinio de los medios y del público en general, muy sensibilizado por el gesto de Arnaud Beltrame. Y surgió entonces con fuerza el dato de su condición de católico ferviente y practicante.

Todos los que lo trataron sostienen que su compromiso como militar era indisociable de su fe. Su propia esposa, Marielle, en primer término: "Para él, ser gendarme, quería decir proteger. Pero no podemos entender su sacrificio si lo separamos de su fe personal", dijo la mujer, a dos días de la muerte de Beltrame.

¿Ferviente católico en un país donde el agnosticismo parece hegemónico? ¿Es Arnaud Beltrame una excepción a la regla? O, como en muchos países occidentales, la fe católica (y cristiana en general) ha sido relegada de los espacios públicos por la presión de lo políticamente correcto que lleva el respeto a la diversidad y a las minorías al extremo de censurar hasta las raíces históricas de una cultura.

Es obvio que su sacrificio no se explica sólo por la fe. Del mismo modo que la fe no es la única motivación de los actos heroicos del ser humano.

Pero, a contramano de los elogios que inspiró el gesto de Beltrame, no faltaron frases del estilo "sólo cumplió con su deber"; cosas que se suelen escuchar en otras latitudes cuando muere un policía, por ejemplo, y que no disimulan una cuota de desprecio. Pero también revelan algo más.

En palabras de Henri Tincq, periodista especializado en religión –ex Le Monde, hoy columnista de Slate-, "la sociedad hipersecularizada ha perdido las nociones de 'sacrificio', de 'martirio', de compromiso duradero en nombre de una fe". "La cuestión religiosa –escribe Tincq- está cada vez más relegada a un asunto de creencia individual. El individualismo y la secularización han creado un 'hombre sin contexto', se atreve incluso a decir el filósofo cristiano Rémi Brague, rechazando casi toda idea de trascendencia, enraizamiento, y hasta toda experiencia normativa".

Por eso, en ciertos ambientes, cuesta digerir la reivindicación que la Iglesia Católica ha hecho de Beltrame, bastante mesurada, por cierto.

La conversión de Arnaud Beltrame en Lourdes

Nacido en una familia católica poco practicante, pero bautizado de niño, Arnaud Beltrame había vivido una "segunda" conversión cuando decidió, en 2009 tomar la primera comunión y confirmarse en la fe.

Como sostiene el diario católico La Croix, la fe de Beltrame no era "ni superficial, ni sociológica", sino "discreta y profunda".

Fue en 2006, durante la Peregrinación Internacional que varios ejércitos del mundo hacen a Lourdes, el gran santuario católico del sur de Francia, que Arnaud Beltrame empezó un lento regreso a la fe. Desde entonces, iba regularmente a la abadía cistercense de Timadeuc, no lejos de su pueblo de origen.

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A los 33 años, Beltrame afirma haber vivido "un encuentro personal con Cristo" y solicita hacer el catecumenado en la parroquia de Rueil-Malmaison (Hauts-de-Seine, afueras de París).

"Siempre me sorprendía durante las ceremonias oficiales porque él no dudaba en desplazarse para comulgar incluso si estaba de uniforme. Manifestaba sus convicciones delante de todos, sin ostentación », dijo al periódico católico el padre Marie-Bernard Seigneur, cura de Avranches, en los tiempos en que Beltrame comandaba la compañía en esa zona, entre 2010 y 2014. Recuerda que el gendarme no sólo asistía a misa los domingos sino que venía en semana a recogerse en la iglesia. Y que había peregrinado a Santiago de Compostela con su padre.

Otro religioso, el cistercense Étienne, de la abadía de Timadeuc, dice que Bertrame era muy exigente consigo mismo y con sus hombres, pero muy bumano también. Estaba orgulloso porque en sus 4 años de servicio en Avranches las cifras del delito habían descendido.

En 2015 había conocido a la mujer de su vida, Marielle. Según el padre Juan-Bautista, canónigo de Lagrasse, encontrarla era un ruego que Beltrame le había hecho a la Virgen. Se comprometieron en la Pascua del año siguiente y el casamiento por civil fue en agosto de 2016.

Ella era voluntaria en una asociación de atención a niños discapacitados. Había asistido a la Escuela de Evangelización de Paray-le-Monail y luego pasó tres años en Nueva York trabajando con los franciscanos del Bronx.

Desde que él fue trasladado al sur, el matrimonio continuó con sus labores solidarias en el neuvo destino. Los Beltrame estaban preparando su boda religiosa, que debía tener lugar el 9 de junio.

El padre Jean Batiste, monje de la Abadía de Lagrasse, que había preparado al policía y a su novia para la boda, contó en una carta que había recibido "la bellísima declaración de intenciones de Arnaud cuatro horas antes de su heroica muerte". Ese texto, que no hizo público por pedido de Marielle, "prueba –escribe el sacerdote- la adhesión incondicional y ferviente de Beltrame a toda la fe católica y a su tradición ; en él reza en particular a la Virgen María con gratitud, pide la ayuda de San Miguel y toma a San José como modelo".

El sacerdote describe al gendarme asesinado como "inteligente, deportivo, conversador y carismático", y dice que "le gustaba hablar de su conversión".

"(Beltrame) estuvo animado con pasión por su heroísmo de oficial, porque para él ser policía quería decir proteger, a sabiendas del riesgo que corría", dice el padre Jean Batiste. Arnaud, sostiene, consumó su sacrificio, pese al gran amor que le profesaba a su novia: "Él sabía que si su vida comenzaba a pertenecer a Marielle, también era de Dios, de Francia, de sus hermanos en peligro de muerte. Creo que sólo una fe cristiana animada por la caridad podía pedirle ese sacrificio sobrehumano".

Para el sacerdote, Arnaud encarnaba el mandamiento de Jesús: "Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos" (Juan 15:13).

Guardias republicanos y gendarmes de la Escuela Militar llevan el féretro del teniente coronel Arnaud Beltrame al concluir la ceremonia nacional de homenaje. París, 28 de marzo de 2018. (EPA-EFE/LUDOVIC MARIN / POOL MAXPPP OUT)

Sobre su muerte trágica, dice : "Creo que ofreció su vida para que cese la muerte. La creencia del yihadista le ordenaba matar. La fe cristiana de Arnaud lo invitaba a salvar, ofreciendo su vida de ser necesario".

"El coronel Beltrame –sigue diciendo el padre Jean-Batiste en su carta- estaba convencido de que no se puede luchar contra una ideología únicamente con armas y computadoras. Sólo podemos vencer de modo duradero con convicciones espirituales. La fe católica que él había descubierto, las maravillas cristianas de la historia de Francia que lo apasionaban, son el mejor escudo contra la locura de las convicciones asesinas que matan y quieren seguir matando ».

"Arnaud no tendrá jamás hijos carnales, sin embargo, su impactante heroísmo va a suscitar, creo, numerosos imitadores, dispuestos al don de sí mismos por Francia y su alegría cristiana", concluye.

Aunque lo reivindica como católico, el sacerdote no describe este crimen como de odio religioso; habla de la "ideología" del terrorista pero no menciona la religión.

Henri Tincq, por su parte, dice que del mismo modo que "la muerte como héroe republicano de Arnaud Beltrame no puede ser reducida sólo a su compromiso cristiano, la de su asesino, Radouane Ladkim, no puede ser amalgamada sólo a la religión musulmana, de la que no representa en realidad –como todos los terroristas de su tipo- más que una caricatura".

En la misa celebrada por las víctimas del atentado, monseñor Alain Planet, obispo de Carcassonne y Narbonne, la región donde servía Beltrame,  dijo: "Una vida entregada no puede perderse. Ella trasciende el mal para llevarnos a la unidad, ella nos llama a creer que la vida es más fuerte que la muerte, en la esperanza cuya fraternidad será el signo".

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